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“Sólo soy rico porque sé cuando me equivoco”

Carlos Montero - Miercoles, 11 de Marzo

"Sólo soy rico porque sé cuando me equivoco. Yo, básicamente, he sobrevivido al reconocer mis errores", esta frase fue pronunciada por el multimillonario George Soros y explica gran parte de su éxito.

Aceptar que en base a datos adicionales las premisas de inversión iniciales eran erradas, es uno de los ejercicios más complicados y más rentables de todo gestor. Es extremadamente difícil saber cuándo nos hemos equivocado y no dejarnos engañar por sesgos emocionales. Por eso la gestión automática está tan en auge en los últimos años. Las máquinas no se auto engañan.

El reputado analista Ben Carlson hace una interesante reflexión sobre la conflictiva relación entre un inversor y sus errores que creemos será de su interés:

Una de las peores cosas de los mercados es que los inversores tienen información instantánea sobre sus decisiones. Cada vez que realiza una compra o una venta puede comprobar minuto a minuto a través de las cotizaciones de los precios si ha sido una decisión acertada o no.

El mercado está ahí cinco días a la semana para servir como marcador y juzgar su propia inteligencia, y esto puede resultar peligroso. A veces tienes razón sobre la dirección del mercado, pero por las razones equivocadas. Otras veces se tiene suerte. La mayoría de las veces no hay realmente ninguna razón detrás de los movimientos de corto plazo.

El mercado es un lugar horrible para ir en busca de reafirmación porque la mayoría de las veces le mentirá. Usted puede tener un proceso maravilloso de toma de decisiones y aun así equivocarse con frecuencia. O puede tener un proceso horrible y acertar teniendo en cuenta el estado de sus pérdidas y ganancias.

Hay otros inversores que piensan que tienen razón siempre, independientemente de lo que haga el mercado. Están seguros de su posición al 100% y bloquean todos los argumentos en contra. Si los mercados se mueven en contra de ellos, en lugar de hacer una reflexión sobre su postura, fijan sus pies en el suelo y empiezan a creer que todo el mundo está loco por no visualizar el mercado según su lente.

Luego, si finalmente los mercados se alinean con su postura, estos inversores refuerzan la favorable opinión que tienen sobre sí mismos. El exceso de confianza crece con cada tic en la dirección correcta.

Este pensamiento es problemático porque lleva a los inversores a interpretar el mercado en clave personal, una posición que nunca desearías tener si quieres tomar decisiones lúcidas. Nadie está acertado todo el tiempo. Si no se está dispuesto a admitir la posibilidad de un error o de que ha tenido suerte, le va a resultar difícil ganar dinero en los mercados.

El legendario gestor de hedge funds Ray Dalio escribió una columna para el Institutional Investor la semana pasada sobre los beneficios de la búsqueda de la otra cara del argumento y admitir cuando uno se equivoca. Dalio estaba convencido de que los EE.UU. se dirigían a una depresión en la década de los 80 sobre la base de las condiciones económicas y las políticas de la Fed de aquel momento. Estas son las lecciones que aprendió cuando él se equivocó:

Este episodio me enseñó la importancia de estar siempre temiendo estar equivocado, no importa cómo de seguro estoy de que tengo razón. Como resultado, comencé la búsqueda de las personas más inteligentes que pudiera encontrar que estaban en desacuerdo conmigo intentando entender su razonamiento. Sólo después de que hubiera comprendido sus puntos de vista podría rechazarlos o aceptarlos. Al hacer esto una y otra vez en los últimos años, no sólo aumenté mis probabilidades de acertar, sino que también he aprendido mucho.

Ser capaz de ver los dos lados de un problema, aunque te duela, es importante en todos los aspectos de la vida, añade Carlson,  pero especialmente en los mercados en los que muchas personas inteligentes están equivocadas todo el tiempo. Con tanta información disponible en la actualidad no es muy difícil alimentar continuamente tu sesgo de confirmación una vez que haya tomado una decisión.




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