Sueldos y salarios
Santiago Niño Becerra - Lunes, 29 de JunioLa pregunta: ¿por qué? Mi respuesta: porque la oferta de trabajo es muy, muy superior a la demanda de trabajo, siendo la derivada de esto el que la economía se halla en la búsqueda continuada de costes decrecientes.
La crisis ha puesto encima de la mesa la existencia de una capacidad productiva excedentaria que nunca volverá a ser utilizada debido a su obsolescencia; si de una máquina o instalación industrial se trata, se achatarra y punto; pero quienes en ellas trabajaban pasan a ser población parada. La construcción es un buen ejemplo.
Por otro lado el abaratamiento de la tecnología y la creciente posibilidad de automatizar tareas debido a tal abaratamiento y a la eclosión de nuevas posibilidades tecnológicas, desplaza trabajadores, bien hacia el desempleo estructural, bien hacia el subempleo crónico, bien hacia subsectores generadores de muy reducido valor añadido, normalmente encuadrados en el sector servicios que, habitualmente, subemplean y, consecuentemente, subremuneran.
Por otro más, la presión para ganar competitividad a fin de poder reducir precios lleva a las instalaciones industriales y de servicios a mejoras organizativas, a la contratación de personal, en muchas ocasiones sin la cualificación adecuada a fin de reducir el monto de nóminas, y, fundamentalmente en los servicios, a la pura insuficiencia de cantidad de personas trabajando repercutiendo en la calidad del servicio, a fin de que los costes laborales sean lo más bajos posibles.
A todo lo anterior añadan, tras décadas de demonización de la Formación Profesional, un nivel de formación profesional no-adecuado, de lo que se aprovechas empleadores varios para subemplear y subremunerar a personas con cualificaciones superiores.
Y, ¿quiénes se encargan de organizar y poner en funcionamiento todo lo anterior?, pues los muy altos y altos directivos. (La segmentación del apartado ‘directivos’ sería interesante: las diferencias entre los de arriba de esa categoría y los de abajo muestra diferencias abismales).
Los muy altos directivos diseñan las estrategias, bien de forma directa, bien por encargo de los cuarteles generales si se trata de grandes corporaciones; son estrategias simples: ganar más y/o penetrar en más mercado. Los altos directivos llevan a término tales diseños y serán los que decidirán a cuántos trabajadores es preciso despedir, qué deslocalizaciones es conveniente realizar, qué líneas de productos deben ser cerradas; estrategias que serán elevadas a los muy altos directivos que decidirán, en su caso leerán el comunicado de prensa, y enviarán el ‘Hágase’ para que los altos directivos puedan actuar.
En esta dinámica es lógico que los muy altos directivos y los altos directivos vean aumentar sus remuneraciones a la vez que su función se hace más elitista, y que los trabajadores de calle vean mermado su empleo y reducidas sus remuneraciones. Los primeros son necesarios, en ocasiones imprescindibles para ganar más y/o penetrar en nuevos mercados; los segundos son sustituibles y, en su caso, prescindibles.
No, pienso que este no es un tema de desigualdad, sino de oferta y demanda de trabajo y de necesidad de cada trabajo, es decir, de cada trabajador. Y tampoco: pienso que esta tendencia no va a menos, al revés va a más, del mismo modo que el número y remuneración de los altos directivos caerá: también ellos empezarán a dejar de ser necesarios: ¿recuerdan lo que les sucedió a los ‘Mandos Intermedios’?.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
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