{mosimage}Un resultado negativo a la Constitución Europea en
el referéndum que
celebrará Francia el domingo próximo, el 29, podría ser un serio
problema
político para la Unión Europea y un paso atrás en el proceso de
integración económica. Ésta fue una de las primeras sentencias hechas
por un famoso banco de inversión anglosajón hace más de un mes, justo
cuando el "no" dominaba las encuestas. Los analistas del banco de
negocios consideraban que un "no" francés a la Constitución
podría entenderse, además, como un rechazo a la política de
convergencia
fiscal en la Unión Europea. Las dudas sobre el proceso de convergencia
provocarían también, una mayor diferenciación en el mercado entre los
títulos de deuda de los distintos países miembros de la UE. En fin,
para echarse a temblar si bien los mercados aguardan de manera estoica
esta premonición. Bien es cierto que apenas ha existido presión
mediática en las últimas semanas y que lo normal es que en estos días
se agolpen las sentencias y augurios poniendo el corazón de los
bolsistas en un puño.
Hemos buscado en la hemeroteca y hemos encontrado
referencias muy vagas al impacto posible que la victoria del "no"
tendría en la economía de la zona euro y apenas hemos encontrado algo
interesante. Hay mucha confusión y excesiva verborrea política, principalmente en lo que respecta a los procedimientos de aprobación
y en las medidas decididas por los prohombres para pedir el voto a la
ciudadanía. Los observadores cruzan los dedos y consideran que los
referendos orquestados siempre tienden a conseguir lo que buscan, es
decir, que lo normal es que gane el "sí". Por eso, será de importancia
extrema que la maquinaria de la propaganda del Estado francés se ponga a velocidad máxima para llevar el voto al lado deseado.
Alguien ha tratado de especular en algunos escritos
de poco fuste sobre la posibilidad de que se produzca una victoria
pírrica, es decir, que el "sí" gane por los pelos. Esfuerzo vano,
porque en esta cita con las urnas, como sucedió ya en el caso español, no se trata de medir el vigor ni el grosor del músculo de los votantes, ni el nivel de participación.
Se trata de cubrir el expediente como mejor se pueda, sea cual sea la
abstención. Es decir, que por este lado la influencia en los mercados
globales europeos será nula.
Volviendo a mentar la bicha del "no" nos quedamos con una cita de Prodi,
expresidente de la Comisión Europea, que ha considerado hace unas
semanas que un "no" desde Francia llevaría a una parálisis como poco y que el riesgo afectaría a la posibilidad de una vuelta atrás del Proceso de unificación. Un miembro destacado de la Comisión Europea habló hace poco de catástrofe si Francia da la espalda. Hay más, la oposición alemana parece a punto de definirse en contra del Proyecto de Constitución,
valorando que se deberían dar más contrapartidas a Alemania, pero el
actual gobierno alemán tiene mayoría para que lo aprueben las Cámaras.
La exposición sucinta hace prever que la semana que
estrenamos estará cargada de amenazas y plagada de adjetivos
catastrofistas. La presión mediática subirá de tono, tanto por quienes
se inclinan a favor del "sí" como por quienes sostienen posturas
contrarias. Ante esta hipótesis, lo normal es que la volatilidad vuelva
a dominar el escenario operativo.
Por cierto ¿qué harán las Bolsas si triunfa
el
"no"? Los clásicos dicen que los mercados son soberanos y que siempre
tienen la razón. Es decir, que hagan lo que hagan estará bien hecho. No
hay vuelta de hoja, claro. Lo normal, empero, es que se imponga el
sentimiento negativo y que sufran un correctivo, que los mejores
expertos calculan en un 5%. Añaden que tras el bajón, alguién dirá que
el mundo sigue y de nuevo se recompondrá la tendencia de fondo.
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