El título de hoy es el grito que lanzaban los aspirantes a ser
contratados para trabajar una jornada -en aquellos tiempos lejanos de
la I Revolución Industrial-, cuando el capataz salía a las puertas de
la fábrica y, ante una muchedumbre expectante, anunciaba el salario del
día y el número de los que iban a ser contratados; cuando el número de
los escogidos se aproximaban al fatídico guarismo, alguien del fondo
lanzaba el mencionado grito.
"Eran otros tiempos", dirán, y sí, eran otros
tiempos, pero, puede que el retorno de la situación no resulte tan
imposible, porque, en una macabra variante adaptada al siglo XXI, ya se
está produciendo a lo largo de la geografía planetaria. El penúltimo
lugar en el que una moderna variante del grito ha podido ser oído, ha
sido en una de las regiones más ricas del Reino de España: Cataluña.
El pasado día 31 de marzo, el millar de trabajadoras
y trabajadores de la compañía ACC Spain, la antigua Unidad Hermética
(UH), y a fin de que la actividad en la empresa pudiera continuar,
aceptaron la doble escala salarial que distinguirá a los actuales de
los nuevos trabajadores, así como una subida salarial por, debajo de la
inflación, en el 2006 y 2007. A cambio de eso, la empresa madre
reducirá deuda de las plantas españolas, los Gobiernos del reino y de
la región meterán pasta para que sea dedicada a I+D+i, y la matriz
invertirá a fin de desarrollar nuevos modelos de la especialidad a la
que UH se dedica: compresores para frigoríficos. A mi, para serles
sinceros, todo esto me suena fatal.
Tal y como yo lo veo, la matriz no sabe como sacarse un muerto de
encima sin provocar una catarata de acusaciones tremebundas, los
políticos -todos- no quieren que el follón les estalle a ellos, las
trabajadoras y trabajadores lo único que quieren es no quedarse sin
empleo. Por eso, y repito, según mi parecer,
lo que todos buscan es ganar tiempo: los trabajadores han aceptado lo
que se les ha dicho a la espera de un milagro, los políticos han
comprometido un dinero -que ha salido de los impuestos pagados por
todos- con la esperanza de que puedan salvarse mil empleos, la sociedad
propietaria propone, acepta, promete, recibe… y espera.
Recuerden esta fecha: en mi opinión, la antigua
Unidad Hermética no durará un año a partir de hoy; a pesar de la pasta
que van a dedicar los políticos, a pesar de los compromisos de la
compañía, a pesar de la voluntad de los trabajadores.
En el siglo XIX, el "Yo, ¡por menos!", podía
funcionar y propiciar un jornal a cambio de catorce horas de trabajo en
unas condiciones que hoy es difícil de imaginar; hoy, aquí, en
Cataluña, por ejemplo, no se dan esas condiciones, pero, el grito en
cuestión, aunque se lance, tampoco sirve para gran cosa; ¿o sí?. (Me lo
han contado, es decir, no tengo ninguna prueba objetiva: en el reino,
en Cataluña, ya se está pagando para ser contratado. ¿Habremos
inventado una nueva consigna?: "Yo, ¡por mucho menos!").
Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.
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