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La desaceleración podría cambiar la postura de Alemania

Noah Barkin y Annika Breidthardt - Jueves, 25 de Agosto Después de ser presentado como un modelo de fortaleza en una región embargada por las deudas y con un bajo nivel de crecimiento, Alemania se encuentra de pronto en una tormenta económica perfecta que podría forzarla a replantearse su posición ante la crisis que golpea a la eurozona. Nuevas cifras de confianza empresarial del instituto Ifo, con sede en Múnich, confirmaron el miércoles lo que los tibios datos de crecimiento para el segundo trimestre sugirieron la semana pasada: la mayor economía de Europa se está desacelerando y la frenada es brusca. Las razones son muchas. Una demanda más débil de sus socios estratégicos en Europa, Estados Unidos y China ha comenzado a pesar en las exportaciones germanas. En tanto, las crecientes dudas sobre si los políticos de la zona euro pueden sacar al bloque de la crisis de deuda inquietan a empresas, consumidores y a los mercados financieros, con consecuencias para la economía real. Es muy temprano para decir lo profunda que será la desaceleración en Alemania, o si la economía se verá arrastrada hacia otra recesión, dos años después de sufrir su peor contracción anual desde la Segunda Guerra Mundial. Pero los débiles datos captarán seguramente la atención de los dirigentes alemanes, que desde principios de 2010 disfrutaron del esplendor de una impresionante recuperación económica y que han culpado de los problemas económicos de sus socios europeos a la mala gestión fiscal y a la falta de competitividad. "Alemania parecía estar en muy buen pie tanto en el frente fiscal como en su crecimiento, y esto le daba influencia sobre sus socios europeos", dijo Jacques Cailloux, economista jefe europeo en RBS en Londres. "Los recientes datos muestran que no es inmune y deberían ser una llamada de atención a las autoridades de Alemania". CONMOCIÑ“N Cómo afectará la desaceleración la política monetaria de Berlín probablemente dependa de la profundidad de la crisis y de su duración. La semana pasada datos preliminares mostraron que el Producto Interior Bruto se expandió sólo un 0,1 por ciento en el segundo trimestre del año. El informe Ifo, un sondeo mensual a 7.000 empresas germanas y que es el indicador anticipado para la economía más seguido, mostró el miércoles más razones para el pesimismo. El principal índice cayó a 108,7 en agosto desde los 112,9 de julio, la mayor caída en un mes desde noviembre de 2008, poco después del colapso del banco estadounidense Lehman Brothers que desató la crisis económica global. "Las cifras han caído duramente", dijo Mark Wall, co-jefe economista de Europa del Deutsche Bank. "No hemos tenido un Lehman Brotherso un evento como el 11 de septiembre pero esto tiene el aspecto de un choque. Es desconcertante ver lo rápido que las cosas se deterioran". Como muchos otros economistas, Wall ahora prevé un periodo de estancamiento para Alemania hasta final del año, seguido de un magro crecimiento en 2012. A corto plazo, si una menor expansión aumenta el desempleo y reduce los ingresos por impuestos, obstaculizando la capacidad de Alemania de cumplir sus ambiciosas metas para recortar el déficit fiscal, la oposición interna podría crecer contra extender más ayuda a débiles países de la zona euro como Grecia y Portugal. "Si los alemanes se sienten más pobres y con más problemas en su propia economía, los hará menos generosos a la hora de entregar ayuda, de darle un uso pleno al EFSF (fondo de rescate de la eurozona), de estudiar cosas como los eurobonos. Van a tener más preocupaciones, van a ser más inseguros", dijo Charles Grant, director del Centro para la Reforma Europea en Londres. Sin embargo, si la desaceleración es profunda, los políticos alemanes podrían comenzar a creer a largo plazo que están poniendo en peligro a su propia economía al rechazar dar pasos atrevidos para resolver la crisis de deuda de la zona euro. Un paso sería la creación de un eurobono que los gobiernos emitirían de forma conjunta. Hasta ahora, la canciller Angela Merkel se ha resistido fuertemente a la idea, argumentando que Alemania terminaría pagando más para financiarse y que los bonos impulsarían gastos irresponsables por parte de otros gobiernos. Pero un creciente número de economistas y dirigentes empresariales europeos creen que un bono común podría ser la única forma de sacar a la región de la crisis. Por ejemplo, Sergio Marchionne, consejero delegado del fabricante de automóviles italiano Fiat, apoyó esta propuesta el miércoles. Pero si se queda claro para la clase política alemana que este tipo de medidas radicales son necesarias para restaurar el crecimiento económico de la zona euro y por extensión el del país, su postura podría cambiar. "Si el Gobierno ve que su propia política para Europa está dañando la economía local, podría llevar a un cambio en su enfoque. De hecho podrían volverse más generosos", dijo Wall, del Deutsche Bank. "Pero es muy difícil de predecir".


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