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Cambiando: Se dará curso a la denuncia del Fiscal Nisman

Germán Fermo - Sabado, 31 de Diciembre

Gracias Señor Presidente, gracias Cambiemos. El 2016 puede resumirse en una sola noticia: finalmente se le dará curso a la denuncia del fiscal Nisman, denuncia que le costó lo más sagrado que tenía, su propia vida. ¿Cambiamos? Por supuesto que sí y se lo debemos al movimiento liderado por el Presidente Macri. Es infinito el camino que resta por recorrer para volver a ser un país normal PERO la Argentina de hoy es infinitamente superior a la que era sólo una año atrás. Quizá mi ingenua ansiedad me hizo reclamar cambios económicos que no vinieron, cambios que quizá deban esperar algunos años dada la urgencia institucional de la que se está recuperando el país. 

Pensar que el desafío del Presidente Macri es económico o político es una formidable subestimación del monumental problema que enfrenta: la Argentina de hoy quedó reducida a una tribu moral e intencionalmente partida en dos. Unir ambas partes es el gran desafío de Macri y de los que lo sucedan y tengo la sensación de que el señor Presidente lo entiende mejor que nadie. Siendo mi última nota del año, nobleza obliga: gracias Presidente y gracias a todo el equipo de Cambiemos por haber impedido que seamos Venezuela al menos, hasta el 2019. Nos espera a todos un 2017 muy tenso y probablemente los siga criticando muy duro a nivel económico porque me molesta convertirme en un cholulo obsecuente, pero por sobre todo, los banco hoy y los bancaré mañana en un 1000% y estoy agradecido como ciudadano, del cambio que generaron en nuestra convivencia cotidiana, especialmente en lo institucional. Resalto particularmente la EXCELENTE gestión a cargo del BCRA, lamentablemente, no puedo decir lo mismo del keynesianismo de Hacienda, aun cuando claramente, le tocó resolver lo peor de la herencia. Hasta que aparezca un partido liberal, seguiré votándolos, y siempre tendré presente que gracias a ustedes Argentina no murió como república democrática frente al grosero embate dictatorial de la administración anterior.

La grieta es ética. Argentina es un país exponencialmente dividido, algunos lo atribuyen a lo social, otros a lo cultural, otros a lo ideológico, sin embargo, la grieta es en mi opinión, muchísimo más profunda: los argentinos padecemos de una formidable confrontación ética, están quienes apoyan el facilismo, la corrupción, la patota, el chantaje, el piquete, la violencia, el delincuente por sobre la víctima y el vivir permanentemente a expensas del Estado y quienes no lo hacen. En este contexto, resulta virtualmente imposible llegar a consensos básicos y elementales, circunstancia que probablemente nos condene a las crisis cíclicas de siempre para un país que se ha pasado toda su historia reciente girando pendularmente en torno a un mismo y sumamente miserable status-quo, parece que nos movemos mucho, pero patéticamente hace décadas que estamos congelados en la misma estupidez de siempre. Pensar que, bajo estas condiciones iniciales, un cambio rotundo es posible, es en mi opinión, no un acto de optimismo, sino de épica hazaña. El 2016 me enseñó que los argentinos hacemos que el cambio sea virtualmente imposible y por momentos me preocupa pensar que para el 2046 si sigo vivo, tenga que escribir exactamente la misma nota de hoy, ojalá haya luz al final del túnel y que no sea un tren que viene de frente.

¿The New Nothing? Se fue el 2016 y con él incluso, el keynesianismo de un Ministro. Un año que en vez de traernos una “lluvia de dólares” nos entregó a cambio, “lluvia de gasto público”, demostrando la formidable resistencia que la sociedad argentina tiene al cambio. Pensar que un gobierno que no se animó a correcciones fiscales significativas en 2016, lo haga en un carnívoramente político 2017, a mi entender es una utopía que me animo a definir como “The New Nothing”: ”Proceso a través del cual cambiás a un ministro por otro pero en el fondo no te animás a bajar el gasto”. Parecería que ahora el oficialismo finalmente comienza a escuchar lo que muchos economistas venimos reclamando desde enero 2016: baja de gasto. Se pasaron un año entero diciéndonos que “no se podía” y ahora de golpe: ¿se puede en un 2017 electoral? El año de la corrección fiscal era el 16 cuando había “amor por el nuevo Presidente”, no el 17 cuando ese amor “es claramente más débil”, me pregunto si ahora este intento “extemporáneo” de ortodoxia fiscal no frenará el principal resultado macroeconómico que se espera para el año entrante: el famoso rebote del 3% de PBI. En este intento de “ortodoxia extemporánea”, el gobierno corre quizá el riesgo de aplicarse una “auto-Doble-Nelson”: ¿ortodoxia matando brotes verdes?

En 2017 emitiremos USD 55.000 Millones de Deuda. Aun cuando 8 millones de ciudadanos financian a otros 20 millones, la percepción de la gran mayoría de argentinos es la de tener derechos múltiples y ninguna obligación frente a un Estado del cual se habla siempre en tercera persona, sin comprender que todo lo que gasta el mismo, lo financia de alguna forma algún ciudadano honesto pagador de impuestos. Éste debió haber sido un año donde la sociedad argentina reconociese que el Estado está quebrado y a partir de dicho evento lograr consensos razonables para comenzar a corregir nuestro único, eterno y trágico a la vez, problema: el Estado argentino gasta mucho más de lo que genera. Sin embargo, no fue así, nuevamente la sociedad argentina se enfrentó a una decisión conocida: corregir o endeudarnos y otra vez, elegimos “deuda”, para cubrir un déficit fiscal de unos 35.000 millones de dólares anuales. Sin entrar en detalles, en 2017 entre rollover de deuda que vence (unos USD 20.000 mill.) y financiación del déficit fiscal anual (unos USD 35.000 mill.), deberemos emitir unos USD 55.000 millones de deuda, lo cual es un número muy significativo para ser digerido por el mercado internacional, no me sorprendería que entre el FMI en la ecuación, ¿será por eso el sopresivo giro hacia esta aparente y difícilmente creíble ortodoxia fiscal que siempre pide el Fondo? Una parte sustancial de la sociedad argentina no comprende que el Estado no es un aliado social, sino por el contrario, un sistemático y despiadado destructor de riqueza en base a su ineficiencia crónica y a su corrupción descontrolada: lo que te da con una mano, siempre sin excepción, te lo casa con la otra. Pero los argentinos, ante el sumo sacrificio inicial que implicaría cambiar, decidieron nuevamente no hacerlo, escribiendo una nueva página de nuestra eterna historia perdedora, pretendiendo incluso, que este enguizgado se resuelva cambiando a un ministro, por dos.

¿Macri intentando cambiar a la sociedad argentina, o los argentinos cambiándolo a él? Parecería que esta pulseada tuvo en 2016 un claro ganador: los argentinos dijeron “no” a la urgente corrección fiscal que necesitamos y observamos, por lo tanto, se dio un clarísimo giro del gobierno probablemente por necesidad política y suma falta de audacia, hacia un populismo muy distinto al kirchnerista, pero, populismo al fin, con un preocupante “conocido aliado de corto plazo”: endeudamiento a escala. Un cliente me preguntaba: “Sherman, ¿qué va a cambiar en Argentina en 2017?” Respondí: “te lo digo más general: en lo económico, nada de sustancia va a cambiar ni en 2017, ni en 2018, ni en 2019”. El problema somos nosotros, en la medida que los argentinos no mostremos un rotundo giro de actitud, ningún cambio será posible y padeceremos crisis cíclicas permanentemente tal como nuestra historia económica demuestra una y otra vez. En este contexto, se me hace difícil definir qué podríamos entender por un primer mandato exitoso del Presidente Macri: quizá la definición de éxito pueda resumirse en dos resultados: a) Macri es reelecto en 2019, b) Macri nos deja con nueva deuda emitida por unos 100.000 millones de dólareso sea, 20 puntos del PBI. Y seguramente, esa significativa parte de la sociedad que apoya el puñetazo y la patota y que a su vez, se queja de todas las distorsiones y costos que su propia conducta genera, lo critiquen por este resultado. El cambio no depende de un partido y mucho menos de un Presidente o un Ministro saliente, el cambio depende de nosotros, en la medida que vivamos en una sociedad que ni siquiera se pone de acuerdo en conceptos éticos básicos (como, por ejemplo: ¿robar está bien o está mal?), ocurrirá lo que pasó siempre: el cambio será imposible. El 2016 me enseñó que hoy sólo somos una tribu partida éticamente y el cambio, por lo tanto, resultó sumamente laborioso: en Peronia, siempre ganaron los malos, terminar esto de una vez y para siempre es el verdadero desafío de la otra parte. Feliz 2017, ha sido un gran honor compartir mi paranoia con ustedes.

Fuente de la imagen

Sherman
Director, MacroFinance
gf@germanfermo.com
Twitter: @germanfermo
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