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El miedo y el cambio

Carlos Montero - Jueves, 11 de Diciembre

Ya sea la subida en las encuestas de Podemos en España, Marine Le Pen en Francia o en Gran Bretaña el Partido por la Independencia (en inglés, United Kingdom Independence Party o UKIP), hay señales claras de que los votantes europeos están enfadados y se están alejando de los partidos mayoritarios. Esto se debe en gran parte a la desaceleración del crecimiento en el mundo desarrollado, una tendencia que ya dura varias décadas. Y también representa una revuelta contra la globalización.

Lo que hemos visto es una combinación peligrosa del aumento de la desigualdad, la disminución de los salarios reales, y un sentido de injusticia que ha creado la élite financiera (culpable de la crisis), dice The Economist. “Lo que subyace detrás de todo esto es un cambio rápido de la economía mundial. La globalización y la tecnología han eliminado muchos de los trabajos industriales que garantizaban un nivel de vida digno para muchos trabajadores. Para muchas personas, la idea de una carrera profesional estable con un solo trabajo se ha ido por la ventana; la vida es una serie de contratos a corto plazo.

Este problema también puede ilustrar por qué el capitalismo se esfuerza por ser popular; su propia naturaleza tiene que ver con el cambio. Las viejas industrias y empresas mueren y otras nuevas ocupan su lugar. En el proceso, se destruyen trabajos y se crean otros nuevos. El periodista de antaño escribía sus artículos en máquinas de escribir y los enviaba por tubo de vacío a las máquinas de impresión que se encontraban en el sótano del periódico; esos puestos de trabajo bien remunerados han muerto. En su lugar hay puestos de trabajo para diseñadores de sitios web, bloggers, etc - puestos de trabajo que pueden ser más creativos, pero que son inherentemente menos seguros y peor pagados. Un joven de 22 años puede estar dispuesto a asumir el riesgo de una carrera así; una persona de 40 años de edad con una familia estará menos dispuesta a dar ese salto.

Así ha sido desde que los luditas (los artesanos ingleses del siglo XIX, que protestaron contra las nuevas máquinas que destruían empleo) rompieron las primeras máquinas de tejer. El proceso de cambio es aún más difícil (y lo que probablemente provocará más resistencia) cuando una industria está muy concentrada (como la minería en Gran Bretaña) y el cambio provocará que comunidades enteras sean devastadas.

Pero, ¿qué se puede hacer al respecto? La protección de las industrias nacionales, significará que los consumidores nacionales pagarán precios más altos y provocará que no se liberen recursos para crear las nuevas industrias competitivas que son necesarias. Protestar contra el cambio puede ser un gol en propia puerta; el bloqueo de taxis contra Uber en varias ciudades del mundo resultó ser una gran publicidad gratuita para el sitio, provocando un aumento del 850% de los registros. La respuesta tiene que ser una combinación de una mejor educación para los niños (una política que tardará 20 años en mostrarse), una reconversión profesional de los trabajadores que han perdido su trabajo y una inversión en la infraestructura necesaria (banda ancha, transporte) para que las industrias tengan éxito.

Pero tales respuestas tecnocráticas no son tan satisfactorias como la alternativa de culpar a las minorías y a los extranjeros del cambio que teme la gente. Como señala Gideon Rachman, el nacionalismo ha vuelto y esto hará que sea más difícil lograr la cooperación internacional en muchos temas. Este nacionalismo puede ser una respuesta irónica a la creciente necesidad de cooperación internacional - muchos de los problemas de hoy son globales como la evasión de impuestos y el terrorismo - que necesita acordarse entre los gobiernos. Los acuerdos serán parciales, ya que ningún país puede conseguir siempre lo que quiere. Y los líderes políticos no podrán cumplir las promesas que realizaron a los votantes (como David Cameron está haciendo ahora en la UE). Al final, el estado de ánimo sólo podrá empeorar.”

Fuentes: The Economist




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