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Es sorprendente que los mercados aún se encuentren cerca de máximos anuales

Carlos Montero - Sabado, 16 de Julio En los últimos días estamos incidiendo en lo que debería ser a mi juicio, el principal foco de preocupación de los mercados financieros. La cuantía de la ralentización económica en EE.UU. Ayer publicábamos un artículo en el que señalábamos como de lejos está una nueva recesión en el país norteamericano, y en que forma afectaría el resto de incertidumbres que ahora asolan a las economías a nivel global. Hoy traeremos a estas páginas, las siempre brillantes palabras de Gavyn Davies en FT, presidente de Fulcrum Asset Management, que como gestor, tiene una opinión más ponderada y menos triunfalista de la recuperación económica en el país. Veamos cual es su visión actual de la situación.

Las acciones mundiales han tenido unos días muy malos, pero aún cotizan cerca de sus máximos del año. Esto es sorprendente, dada la desaceleración de la economía mundial, y el fracaso de los políticos de Europa y de los EE.UU., para llegar a un acuerdo sobre los graves problemas a los que se enfrentan.

Especialmente preocupante es la creciente evidencia de que la economía de EE.UU. le está costando, incluso mantener el desempleo actual, mientras que la política fiscal y monetaria se han convertido en dos moribundos en estos momentos. De cualquier forma, los mercados aún parecen confiar en que el crecimiento de EE.UU. resurgirá de forma espontánea en los próximos meses, sin necesidad de ninguna ayuda adicional de expansión monetaria. Si se equivocan, hay pocos indicios de que los políticos de EE.UU. serán capaces de responder con rapidez y coherencia.

Nadie ha sido capaz de encontrar nada bueno que decir sobre el informe de empleo en los EE.UU. del pasado viernes. Los que inicialmente trataron de justificar estos malos datos señalando que la ausencia de procesos de ajuste estacional fueron los responsables de la atonía del mercado de trabajo, se equivocaron. Esto dejó una imagen uniformemente sombría de la economía de EE.UU., que ahora no es capaz de crear suficientes empleos nuevos para mantener el desempleo contenido, dado el aumento subyacente de la fuerza laboral.

Las tres estadísticas económicas más importantes en los EE.UU. cada mes - o por lo menos, las que tienen mayor impacto en los mercados - son los datos de empleo, y las dos encuestas ISM sobre la actividad empresarial.

El retroceso de estos indicadores económicos ha puesto en evidencia que el crecimiento económico en EE.UU. alcanzó un máximo en febrero. Es cierto que la desaceleración actual no es mayor que la que se produjo a principios del verano del año pasado, una desaceleración que se revirtió posteriormente. Además, hay algunos factores, como el impacto del terremoto de Japón en la cadena de suministro, y el rápido aumento de los precios energéticos, que deberían comenzar a trabajar en la otra dirección muy pronto. Estas son probablemente las causas por las que se mantiene el optimismo de los mercados.

Sin embargo, el telón de fondo es completamente diferente al del año pasado. Entonces, la Reserva Federal no estaba dispuesta a aceptar ningún descenso significativo en el crecimiento económico, ya que estaba preocupada por la posibilidad de deflación.

Ben Bernanke, sostenía que el inicio de la deflación es un riesgo no simétrico, lo que justifica el uso de medidas políticas urgentes y no convencionales. Hoy, por el contrario, la FED no encontraría apoyo para una QE3 a menos que la economía y los mercados estén mucho peor.

El presidente de la FED expondrá su visión actual el miércoles, en su informe semestral sobre política monetaria ante el Congreso. Es posible que repita su lista de posibles acciones a tomar en caso de que la economía se debilite aún más.

Mientras tanto, y en el lado fiscal, los debates en Washington sobre la ampliación del límite de la deuda no están danto muchas señales de resolución, y el enfoque de los republicanos ahora parece estar centrado en un paquete mucho más pequeño de recortes de gasto a medio plazo.

Esto está muy lejos de la reforma fiscal que el Sr. Bernanke y otros habían solicitado, y que otorgaría a la Fed mucha más flexibilidad para mantener una política monetaria agresiva ahora y en el futuro.

Vale la pena recordar que si no se hace nada para cambiar la política fiscal de EE.UU. en los próximos meses, habrá un endurecimiento de la política presupuestaria que ascenderá a más del 2,5 por ciento del PIB en 2012. Este ajuste, el más grande de los últimos 40 años, vendría de la finalización de la reducción temporal del impuesto salarial, y de la extensión de emergencia de las prestaciones por desempleo. El final programado de estas medidas podría afectar al mercado de trabajo en un momento de extrema debilidad.

La caballería económica de EE.UU. que acudió al rescate en varias ocasiones en el período 2008-2010, ahora parece tener una montura muy dolorosa.




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