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Japón cerca de un Credit Crunch

Carlos Montero - Lunes, 21 de Marzo Las autoridades del G7 intervinieron el viernes en el mercado de divisas para frenar el repunte del yen un día después de que la divisa nipona llegara a tocar un máximo histórico de 76,25 contra el dólar en medio de una volatilidad extrema. Una acción concertada no ocurría desde el año 2000.

Los jefes de finanzas del G-7 dijeron que las autoridades de Estados Unidos, el Reino Unido y Canadá y el Banco Central Europeo se unirán a Japón en una intervención conjunta en el mercado de divisas desde el viernes, a petición de las autoridades japonesas. Los líderes de finanzas del G-7 expresaron su “disposición a proporcionar toda la cooperación necesaria y nuestra confianza en la capacidad de recuperación de la economía japonesa y del sector financiero”, aseguraron en un comunicado tras una conferencia telefónica ¿Por qué esta intervención histórica en estos momentos? Como bien Ambrose Evans en un editorial en el diario británico The Telegraph, Japón está en peligro inminente de una crisis crediticia con implicaciones globales a menos que las autoridades consigan estabilizar el mercado de valores de Tokio y tomen medidas para detener la abrumadora explosión alcista del yen. Akito Fukanaga del Royal Bank of Scotland advirtió de una crisis financiera ya que los bancos y compañías de seguros están bajo tensión, y los inversores se centran en el nexo de los productos estructurados vinculados al yen. La medida de apoyo del G7 quiere atajar el sentimiento negativo y las preocupaciones por la erosión de capital de las instituciones financieras. La caída en los mercados de acciones y la apreciación del yen están a punto de desencadenar una crisis crediticia, dijo Fukanaga. La subida del yen, hasta un mínimo de 76,25 del dólar yen, superó todas las barreras de resistencia y muestra cuán poderoso son los movimientos especulativos y posiciones apalancadas en el mercado de divisas. Las caídas de los índices bursátiles nipones son muy preocupantes para las entidades financieras. Evans comenta que los tres grandes bancos japoneses poseen hasta 1 trillón de dólares en participaciones accionariales. El mayor riesgo es la restricción de los préstamos como medida de precaución. El banco de Japón ha inyectado gran cantidad de liquidez pero podría no ser suficiente. Evans añade que el canal de contagio desde Japón al resto del mundo sería financiero, no comercial, tal y como sucedió durante la crisis subprime. El catalizador sería una subida del yen que se comería los beneficios y que perjudicaría a las acciones. David Bloom, jefe de divisas del HSBC, dice que es el destino agridulce de tener una moneda que se fortalece ante una crisis, incluso si la crisis es la del propio Japón. Esta es la otra cara de ser el principal acreedor con 3 trillones de dólares de activos netos en el extranjero, o el 52% del PIB. La repatriación ha sido el principal argumento para justificar la reciente subida del yen tras el terremoto de Sendai. Sin embargo, las autoridades han dicho que no ven señales de ansiedad por parte de las aseguradoras o corporaciones de traer de nuevo el dinero a casa. Fiona Lake, analistas de Goldman Sachs, también piensa que el efecto repatriación es un gran mito y añade que la subida del yen tras el terremoto de Kobe fue debido principalmente a la debilidad del dólar de entonces. Entonces, se pregunta Evans, ¿quién está comprando yenes? Por el mercado se escuchan rumores de apuestas especulativas de hedge funds, sobre todo domésticos, que sí que esperan que la repatriación se alargue en el tiempo y sea un factor decisivo en el corto/medio plazo. Además, apuestan a que las posiciones de carry trade que se han elaborado en la época de baja volatilidad continuarán deshaciéndose ante la elevada incertidumbre. La conclusión del editorial de The Telegraph es preocupante. El peligro de recaída hacia la deflación es demasiado claro. Así, existe un peligro de que el déficit presupuestario se dispare una vez más, y lleve a la deuda japonesa a un punto de no retorno. Con una deuda del 225% sobre el PIB, el colchón de seguridad está casi agotado.




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