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La “inteligencia de riesgo” la más importante a la hora de acudir a los mercados

Carlos Montero - Lunes, 19 de Enero

Hace años, en el equipo de gestión del que formaba parte, trabajaba una de las personas más inteligentes y cultas que he conocido. Hablaba cuatro idiomas con soltura. Licenciado económicas, derecho e historia del arte. Hablaba con igual erudición de filosofía, como de la historia económica en las colonias del siglo XVIII. De humor inteligente y grata compañía. De esas raras personas que aman el conocimiento per se, sin buscar un propósito práctico.

Un muy inteligente ser humano pero un pésimo trader. Sus resultados en la gestora eran los peores del equipo con diferencia. Hasta tal punto que tuvieron que reubicarle en la empresa, y sacarle del día a día de los mercados. ¿Sorprendente? No necesariamente.La i

Me viene a la cabeza este caso tras haber leído el último artículo del famoso psicólogo del trading Brett Steenbarger.

Steenbarger lanza una pregunta al aire, ¿qué tienen en común un talentoso pronosticador meteorológico, un analista de la CIA, un trader de mercado y un exitoso apostador deportivo? Una correcta apreciación de las probabilidades. No es que tengan una bola de cristal para ver el futuro. Sus buenos resultados se basan en el análisis inteligente de la gama de resultados posibles y la probabilidad de que ocurra cada uno. En términos de David Apgar, añade Steenbarger, estos individuos presentan inteligencia de riesgo.

Las personas con inteligencia de riesgo son aquellos que aprenden rápidamente sobre los riesgos y recompensas y se adaptan a los cambios que presentan. Dylan Evans señala que la inteligencia de riesgo es de hecho una forma distinta de la inteligencia que no se correlaciona con el coeficiente intelectual en general. “Vemos a menudo en el mercado cómo personas muy brillantes toman decisiones muy estúpidas sobre el riesgo”, afirma.

Pongamos el caso de dos inversores. Ambos llevan mucho tiempo en un mercado que ha sido claramente alcista. La tendencia ha durado lo suficiente como para que haya ganado en popularidad y las subidas sean ampliamente celebradas.

El primer operador cree que la tendencia puede desarrollar un movimiento parabólico y aumenta el tamaño de sus posiciones en bolsa. El segundo operador, aunque experimenta el mismo entusiasmo, revalúa su posicionamiento, analiza el ratio riesgo/recompensa, y compra un poco de protección a la baja mediante opciones de bajo coste.

Cuando el mercado se da la vuelta y los enormes beneficios potenciales se agolpan para materializarse, el primer inversor probablemente sufrirá gran parte de estas caídas, mientras que el segundo mantendrá la mayoría de sus ganancias.

¿Qué es la inteligencia de riesgo? El primer inversor se deja llevar por el movimiento del mercado y se convierte en “riesgo estúpido”. El segundo se basa en la inteligencia de riesgo para reformular sus probabilidades y cambiar la exposición. Una gran parte del éxito de este cambio se produce cuando la inteligencia emocional –la conciencia de nuestra experiencia y capacidad de adaptación- desencadena en inteligencia de riesgo. No es que los operadores exitosos controlen o eliminen sus emociones, sino que usan sus emociones como información en la evaluación de los riesgos.

“Los traders más exitosos que conozco, no se distinguen por el nivel de riesgo que toman, sino por la inteligencia del proceso de toma de riesgos”, añade Steenbarger.




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