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Mercados emergentes en 2014:  ¿Punto de entrada en medio de la incertidumbre electoral?

Peter Marber, Loomis Sayles & Company - Viernes, 18 de Abril

Las políticas de los gobiernos son lo que a menudo define la economía y el potencial de un mercado emergente desde el punto de vista de la inversión. Un buen ejemplo es la península de Corea. Hace aproximadamente 60 años, existía un único país que se dividió en dos: el norte adoptó un sistema cerrado de corte comunista, mientras que el sur optó por un modelo basado en la educación, las exportaciones y la integración. Dos generaciones después, la riqueza per cápita del sur es aproximadamente 17 veces mayor que la del norte y, de media, los surcoreanos viven nada menos que 10 años más que sus vecinos del norte. Además, Corea del Sur puede presumir del mayor porcentaje de licenciados universitarios del mundo.

 

 

Las actuaciones de los gobiernos son el resultado directo de las tendencias políticas y, en este sentido, 2014 es un año electoral muy intenso en los mercados emergentes, ya que los votantes acudirán a las urnas en más de 40 países que suponen el 20% de la producción económica mundial. Algunos países clave a los que habrá que estar atentos son Turquía (marzo), Sudáfrica (abril-julio), la India (mayo), Indonesia (julio) y Brasil (octubre). En total, estos países representan aproximadamente el 40% de los índices de bonos emergentes y más del 25% de los índices de acciones.

 

Estas elecciones son importantes porque, en un entorno de atonía económica mundial, podríamos ver cambios políticos que nos den pistas sobre las tendencias futuras. Comparado con la situación que se vivía hace una década, la mayor parte de los países se enfrenta a problemas económicos: en líneas generales, el PIB ha caído en torno a un 40% frente a los máximos anteriores a 2008. En un entorno con tipos de interés más altos en EE.UU. (entre 80 y 100 puntos básicos por encima de los mínimos), la coyuntura externa es ahora menos favorable y los inversores extranjeros han empezado a evitar los mercados emergentes. Así, los diferenciales de la deuda pública y corporativa se han ampliado alrededor de 100 puntos básicos frente a los mínimos posteriores a la crisis. En las bolsas, muchos inversores institucionales han cambiado su visión sobre la renta variable emergente con gran rapidez. De hecho, los flujos de capitales hacia los mercados de acciones emergentes se han invertido durante el último año: la encuesta a inversores de Bank of America Merrill Lynch revela que la tendencia que por espacio de diez años (2003-2012) llevó a los inversores a sobreponderar la renta variable emergente terminó bruscamente en 2013.

 

Los políticos de estos países están atrapados entre dos fuegos: por un lado, están los inversores extranjeros (quienes a menudo determinan la evolución de las rentabilidades de los mercados emergentes) demandando reformas a veces incongruentes para reducir la inflación y estimular el crecimiento, y, por otro, están las presiones que ejercen las pujantes clases medias de estos países, que demandan más y mejores servicios públicos. Estas presiones internas se ven acentuadas por grandes fuerzas que provienen de las dos mayores economías del mundo, EE.UU. y China. Sea como fuere, la impaciencia está acrecentándose y los factores externos, fundamentalmente la ralentización del crecimiento chino y la reducción de los estímulos cuantitativos por parte de la Reserva Federal estadounidense, han llevado a muchos inversores a apreciar algunas debilidades estructurales en determinados países que no acometieron reformas importantes durante los años de bonanzas previos a 2008.

¿Mucho ruido y pocas nueces?

Resulta interesante observar que, en opinión de muchos analistas, los gobernantes actuales deberían salir victoriosos en aproximadamente el 75% de los comicios que se celebrarán en los países emergentes en 2014. Sin embargo, muchos de los reelegidos gobernarán más debilitados en sus segundos mandatos y seguirán enfrentándose a problemas económicos. Aunque podrían hacerse promesas de fomento del crecimiento antes de las elecciones, los ganadores podrían encontrarse con que disponen de recursos limitados en las arcas públicas para atender las demandas de su población y de los inversores internacionales, lo que dificultará la realización de grandes reformas. Además, a pesar de las fuertes pérdidas recientes y la agitación política que hemos visto en 2014, ninguno de los principales países emergentes corre el riesgo de sufrir una crisis de solvencia como las que vivimos a mediados de la década de 1990. Así las cosas, muchos políticos podrían no sentirse presionados para realizar reformas rápidamente y, por lo tanto, los inversores podrían no ver un cambio apreciable en las políticas de las autoridades.

Mercados emergentes: ¿Es momento para comprar?

Entretanto, los activos de los mercados emergentes cotizan en niveles de valoración atractivos. En el plano de la deuda corporativa y las divisas, estos mercados parecen ofrecer rendimientos más altos con mejor calidad crediticia que los bonos corporativos estadounidenses, que están relativamente caros a mediados de marzo.

JP Morgan señala que los bonos BB emergentes rentan más que los títulos B estadounidenses del sector industrial, mientras que los bonos emergentes investment grade ofrecen ahora aproximadamente el doble de lo que pagan los bonos estadounidenses del sector industrial de similar calificación: alrededor de 260 pb sobre los títulos del Tesoro de EE.UU., frente a 130 pb.

En lo que respecta al mercado bursátil, las acciones emergentes cotizan actualmente con un descuento en el PER que no se veía desde 2004-2005. Así, mientras que los mercados de EE.UU. y Europa se mueven en un PER de 16 aproximadamente, los mercados emergentes han caído hasta un nivel próximo a 10 (menos de dos tercios de esa cifra).

 

Más allá de los titulares de prensa

En 2014, los titulares que nos han dejado las noticias sobre los mercados emergentes han sido muy negativos: desaceleración repentina en China, protestas por doquier, desde Egipto y Turquía hasta Tailandia, y la crisis de Ucrania y Crimea. Los ciclos electorales contribuyen a alimentar estos titulares y hacen que para los inversores sea más difícil diferenciar las señales del ruido. Sin embargo, no puede obviarse que desde un punto de vista fundamental, estos mercados han cambiado mucho en los últimos 10 o 20 años. Con una inflación relativamente baja, trabajadores más productivos, 8 billones de dólares en reservas de divisas fuertes y tasas de crecimiento aún superiores a las de EE.UU. y Europa, la mayor parte de los mercados emergentes está en mejor situación para afrontar el estancamiento actual que en el pasado. Los inversores que refuerzan sus posiciones en activos de riesgo cuando estos no gozan del favor del mercado, como ocurre ahora con las inversiones en los mercados emergentes, a menudo consiguen cuantiosas recompensas con el paso del tiempo, especialmente cuando el sentimiento deja paso a los fundamentales y las valoraciones. 2014 podría ser un año interesante para incorporar estos activos a las carteras.

 




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