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¿Qué riesgos tendrán los inversores si Escocia vota Sí? 4 escenarios

Nick Beecroft, Chairman y Analista Senior de Saxo Capital Markets UK - Viernes, 12 de Septiembre

Los cuatro fantásticos En realidad, una Escocia Independiente tendría cuatro opciones en lo que respecta a su futura divisa.

1) Unión de la divisa con el Reino Unido

Sería la mejor situación desde el punto de vista de los bancos de Escocia, ya que mantendrían el apoyo del Banco de Inglaterra. El único problema es que los partidos más importantes del Reino Unido dijeron que no estarían de acuerdo con la unión y, de todas formas, lo irónico es que con la unión de la divisa, para tener alguna posibilidad de que Westminster lo apruebe, Escocia tendría que ceder poder monetario y fiscal al Reino Unido.

De lo contrario, estaríamos creando otro Frankenstein, con una asombrosa semejanza al euro; una quimera a medias que finalmente tendría un final desastroso.

 

2) Esterlinización

 

La alarmante consecuencia para Escocia sería que ya no habría "prestamista de último recurso" en Threadneedle Street para los bancos escoceses, por lo que necesitarían estar mucho más capitalizados que el Reino Unido o los competidores internacionales, efectivamente transformándolos en no competitivos y no rentables.

 

Esta solución se implementó en Panamá y Montenegro. De hecho, sin importar qué régimen de divisas adopte Escocia, los bancos tendrían que volver a domiciliarse en el Reino Unido y allí los bancos escoceses (Clydesdale y RBS) no tendrían derecho legal alguno para emitir títulos.

 

3) Una nueva divisa

 

En este caso, los escoceses tendrán que acostumbrarse a préstamos muchos más caros (tanto a nivel personal como nacional), ya que el nuevo Banco Central de Escocia tendría que mantener tasas mucho más altas para defender su nueva divisa y los mercados demandarían retornos mucho más altos para comprar títulos escoceses.

 

Habría una gran fuga de capitales ya que los negocios se apurarían para vender activos con base en Escocia, y la promesa de Alex Salmond de un impuesto corporativo un 3% por debajo de Reino Unido difícilmente sea suficiente para prevenir esto, y los depositantes estarían haciendo fila para sacar su dinero de los bancos escoceses sin el respaldo de La Vieja Dama. Sería una divisa con muchísima volatilidad, con costes concomitantes para los exportadores escoceses.

 

Presuntamente se haría el intento de vincularse a la libra, como Dinamarca hace con el euro.

 

Escocia podría intentar aumentar sus reservas con superávits presupuestarios, pero las previsiones actuales de déficit sitúan el déficit presupuestario de Escocia en el 14% sin el petróleo, y con petróleo quizás en 5-8%, pero las ganancias por petróleo caerán a un minúsculo 1.000 - 2.000 millones de libras de media al año en 2020. Esto se compara con el déficit del Reino Unido del 5% este año, con un balance presupuestario proyectado al 2017. Se requeriría gran austeridad, o impuestos mucho más altos.

 

Muy triste y muy innecesario.

 

4) Unirse al euro

Llevaría mucho tiempo, ya que primero Escocia debería solicitar satisfactoriamente ser miembro de la UE, y ¿el pueblo escocés de verdad quiere ser parte del club del euro, con una política monetaria establecida por el Banco Central Europeo, generalmente para adaptarse a Alemania? Esta es la opción 1) pero mucho peor.


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Este podría ser una de las peores situaciones que Escocia tendría que afrontar si se vota el "Sí". Foto: Thinkstock

 

 

 

¿Podría un voto a favor de la independencia en Escocia impulsar de manera tangible los movimientos separatistas en otras regiones?

 

Todos sabemos qué ha ocurrido en Crimea y, solamente en Europa, hay literalmente decenas de movimientos separatistas; eso por no nombrar a los Quebecois canadienses o a los Inuit Ataqatigiit en Groenlandia. El movimiento que quizá cuenta con las mayores posibilidades de éxito –así como con el perfil más alto– es el que se encuentra en Cataluña, la próspera Comunidad Autónoma al noreste de España en la que se encuentra Barcelona. Espoleados por el fervor nacionalista escocés y por el hecho de que la campaña por el “sí” está obteniendo cada vez más apoyos allí, cientos de miles de catalanes se echaron a las calles esta semana en lo que ellos denominan la Diada, su día nacional, pidiendo un referéndum propio.

 

Madrid está denegando estas peticiones, pero si Escocia termina diciendo que sí a la independencia, la presión sobre el gobierno español aumentará con toda seguridad.

 

 

¿Deberíamos celebrar el voto de Escocia?

Martin O’Rourke, Managing editor de Saxo Bank

 

• El 18 de septiembre Escocia votará el referéndum

• La fase previa al voto ya impactó significativamente a la libra esterlina

• La votación ofrece una justificación dramática de los valores europeos

 

¿No hay algo un tanto maravilloso en el voto de Escocia por su independencia el próximo jueves?

 

Síganme en esta.

 

La riña entre el Sí y el No es cada vez más fuerte y la cínica oferta de Westminster para intentar influenciar el voto en el día de ayer salió bastante mal en términos de relaciones públicas.

Uno se atreve a pensar cómo podría haber salido ese ejercicio en particular si el Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP) de Nigel Farage fuera el tercer partido en términos de poder, que bien podría ser después de las próximas elecciones generales. Dejando esto de lado, la desesperada oferta para cambiar el rumbo fue muy similar a la forma que Red Adair utilizó para llegar y controlar los incendios en las plataformas petrolíferas en todo el mundo en los años 1970.



Cualquiera que sea el resultado, la referéndum por la independencia de Escocia es algo que debemos celebrar como un ejercicio de democracia en un Reino Unido cada vez más problemático. Foto: iStock




No siempre lo lograba y la alegre banda de Cameron encontrará que simplemente avivaron las llamas de la independencia.

Sin embargo, el simple hecho de que el proceso está ocurriendo es notable. En un mundo aún más complejo, hay algo que realmente se debe celebrar aquí y es que los principios fundamentales que respaldan a la sociedad occidental y las tradiciones europeas permiten que se lleve a cabo este proceso justo y democrático.

 

Ya lo hemos visto en Quebec, obviamente, pero si miramos el fracaso de Yugoslavia hace 20 años, podremos volver lo mal que puden salir estas decisiones.

 

Jugar sucio en este referéndum es algo más que el Royal Bank of Scotland afirme que si gana el "Sí" a la independencia se llevará su negocio a Londres, y las serias advertencias sobre el impacto que la independencia tendrá sobre la economía de Escocia y el resto del Reino Unido.

Nadie niega que hay asuntos importantes en juego. No ha sido fácil para la libra esterlina, ya que el impulso detrás de la campaña por el "Sí" es cada vez mayor y los mercados odian la incertidumbre por encima de todo. También es probable una poderosa discusión por el petróleo del Mar del Norte una vez que esto se acabe, aunque el voto por el "No" gane.

 

Las consecuencias para Europa en su conjunto también son claras. Si Escocia escoge la independencia, entonces los catalanes y los vascos estarán golpeando las puertas de Madrid, la minoría flamenca en Bélgica tendrá esperanzas para irse por su cuenta, e incluso algunas partes de Italia podrían impulsarse hacia el camino de la soledad.

 

Pero si analizamos los extremos en Europa, veremos por qué este proceso se merece un aplauso. En Ucrania, la guerra civil se enfureció con Moscú influenciando a los representantes aproximadamente un cuarto de siglo después de que Kiev lograra zafarse de la Unión Soviética. Llega el año 2039, ¿alguien se imagina un escenario en donde Londres pudiera incentivar a los separatistas al norte del Muro de Adriano a apoderarse de partes del territorio? Obviamente, esta idea es ridícula.

 

Si pudiera votar, ¿qué elegiría? Solo debo decir que la pista está en mi apellido. La independencia de Escocia inevitablemente tendrá un efecto colateral sobre Irlanda. Pero sería una decisión tomada con el sentimiento y no la cabeza.

¡Buena suerte, Escocia, decidan lo que decidan!




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