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Una rebaja del rating de EE.UU. no sería tan importante como muchos piensan

Carlos Montero - Jueves, 21 de Julio El pasado martes George Soros, uno de los inversores más famosos de todos los tiempos, afirmaba que "el compás de espera sobre el acuerdo de aumento del límite de endeudamiento en EE.UU. es sobre todo teatro, que será resuelto". Aunque parece que en los últimos días se han acercado las posturas entre Demócratas y Republicanos, y el presidente ha respaldado la propuesta conjunta "Gang of Six", en la que se plantea reducir el déficit de EE.UU. en los próximos 10 años, en 3,7 billones de dólares.

El principal escollo es que los Republicanos basan la reducción del déficit en un recorte de gastos, principalmente sociales, mientras que los Demócratas, creen que la mejor opción es incrementar los ingresos subiendo los impuestos.

Aunque soy de la opinión de que el Congreso de los EE.UU. finalmente llegará a un acuerdo, me resulta sumamente interesante la proliferación de análisis que defienden que si finalmente no se eleva el límite de endeudamiento, y las agencias de rating bajan la máxima calificación de la deuda de EE.UU., las consecuencias no serían tan graves como el mercado y grandes agentes económicos, esperan.

John Carney, editor jefe de la CNBC, defiende esta idea, y lo argumenta de esta manera:

Mucha gente asume que si las agencias de rating bajan la calificación de EE:UU., habrá una venta masiva de bonos del Tesoro. Algunos incluso suponen que una ola de ventas se activará automáticamente, por los requisitos y regulación de algunos fondos de inversión.

Afortunadamente, esto no es cierto.

Es muy probable que una rebaja de calificación crediticia de los EE.UU. de lugar a una venta masiva, pero está lejos de estar claro que los inversores vendan deuda del gobierno de los EE.UU. Lo más probable es que los inversores vendan activos de riesgo, como acciones, bonos corporativos de alto rendimiento, títulos hipotecarios. De hecho comprarán deuda del gobierno de EE.UU.

La lógica de por qué los inversores comprarían bonos del Tesoro, incluso si están degradados, es relativamente simple. La rebaja sería introducir un nuevo nivel de temor en el mercado, y los inversores suelen responder al miedo poniendo su dinero en activos seguros e inversiones líquidas.

No hay inversión más segura o líquida que los títulos de deuda del gobierno de los EE.UU., independientemente de su calificación. Algún día, este modelo puede romperse, pero ese día casi seguro que no será cuando las desacreditadas agencias de calificación rebajan la deuda de EE.UU..

Así que pasemos a otro punto: el peligro de una falsa venta automática masiva provocada por las regulaciones de los fondos de inversión.

Megan McArdle en The Atlantic explicaba esta posibilidad:

Instituciones como las compañías de seguros tienen regulaciones estrictas sobre la calidad de los activos que puede comprar, y las calificaciones de S&P, entre otras cosas, son la representación que usamos para juzgar la calidad de crédito. S&P rebaja la deuda de EE.UU., esto dará lugar a una venta masiva de bonos, aunque la gente que venda no esté de acuerdo con esta rebaja. No hay ninguna forma fácil de solucionar esto. La naturaleza de la regulación es requerir duros requisitos técnicos, incluso si esos indicadores no son muy buenos.

Pero Megan está en un error. Esa no es la forma en la que nuestra normativa funciona.

Es cierto que nuestra regulación requiere a muchos tipos de inversores institucionales, incluidos los fondos de pensiones y compañías de seguros, mantener una “alta calidad” de activos en una gran parte de su cartera de inversiones. Lo mismo puede decirse de muchos fondos de inversión menos regulados.

Pero lo que Megan no tiene en cuenta es la manera en que un activo se define como de “alta calidad”. Si bien es cierto que las regulaciones a menudo requieren que los bienes tengan la máxima calificación de las agencias de rating, esto no sucede cuando se trata de deuda emitida por el gobierno de los EE.UU. Esa deuda es automáticamente autorizada en la mayoría de los casos, independientemente del rating.

Las calificaciones son un asunto muy serio cuando se trata de la deuda corporativa o de la deuda soberana extranjera. Pero cuando se trata de la deuda del gobierno de los EE.UU., no importa mucho.




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