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Y el perro se muerde la cola: la inflación de 15% será inalcanzable en 2018

Germán Fermo - Lunes, 15 de Enero

​​​​​​​De la histeria cambiaria a una engañosa tranquilidad pre-paritarias. Con el último dato de inflación, se hace aún más difícil comprender el timing de la conferencia de prensa donde se anunció el cambio de metas. Justo en un pico inflacionario y a semanas de paritarias, se intentó menoscabar a una política monetaria que, muy lejos de la ortodoxia, venía perdiendo en soledad frente a un enfoque keynesiano sumamente expansivo y deficitario caracterizado por una dominancia fiscal extrema. Este país parecería ser muy generoso con la torpeza de algunos personajes y altamente irrespetuoso con el accionar de otros, lo cierto es que nuestra implacable Peronia sigue siendo una feroz trituradora de funcionarios. Lo problemático es que cada vez que a un argentino se le sugiere mínimamente que el dólar pueda subir, su psiquis muta agresivamente y comienza a retumbarle en el oído una agobiante y recurrente palabra: “crisis”. Finalmente, alguien bien arriba decidió retrotraer todo como si la penosa conferencia no hubiera existido nunca y entonces, nos calmamos sólo por un rato, yo diría hasta después de paritarias. Lo relevante sin embargo, es que el problema de fondo sigue intacto: un déficit fiscal que distorsiona a toda la economía, es así de simple y a la vez sumamente dificultoso de corregir, en un entorno de políticos a los que no se les cae otra idea que el populismo y frente a una sociedad que se hace la tonta cada vez que hay que ponerle el pecho a la coyuntura. Peronia probablemente sea ese extraño principado para el cual el equilibrio no está definido, como sociedad tenemos preferencias tan extremas que se nos hace imposible lograr consensos elementales, sólo sabemos corregir a la fuerza frente a una crisis, nunca nos atrevemos a anticiparlas y mucho menos a evitarlas. Todavía por ejemplo, se critica al ajuste fiscal propuesto por López Murphy de caras al 2001 olvidándonos de que no corregir por entonces, nos condenó a 12 años K y a 15 años de default. Claramente, los argentinos no aprendieron a utilizar el concepto de valor presente. Pero hasta que no comprendamos que seguimos sin si siquiera estar encauzados hacia algo que se parezca a un sendero estable, los resultados serán siempre los mismos: un perro enloquecidamente girando en el mismo círculo que nunca llega a morderse la cola.

¿Mirá vos?: al final de cuentas, lo que importa es el crecimiento en la cantidad de dinero. Con el diario de hoy, parecería que la autoridad monetaria sobreestimó el rol de la recomposición en la demandada de dinero y subestimó el impacto de incrementos en la oferta monetaria. En este entorno, un aspecto clave a remarcar es que en 2017 el dinero en sus cuatro formas (base monetaria, M1, M2, M3) creció por sobre un 22% y culminamos con una inflación anual del 24.80%. Estos datos sugieren la existencia de una notable correlación entre crecimiento de la oferta de dinero y tasa de inflación, un clásico en economía monetaria, que se enseña en primer año de la facultad. El equipo monetario por el contrario, apostó a un sustancial incremento en la demanda de dinero, aspecto que lamentablemente no se vino dando. La razón es que bajo expectativas racionales, se hace imposible convencer a los argentinos de aumentar demanda por moneda local cuando todos observamos el zafarrancho fiscal en el que estamos, a menos que te paguen una mega tasa para mantener saldos en pesos. Ante dicha ausencia, existen dos opciones para desinflacionar, ambas dolorosas: a) bajar un cambio con la emisión de dinero, con el costo de desfinanciamiento al tesoro, b) subir un cambio con la esterilización, absorbiendo vía Lebacs, con el costo de generar presión alcista en las tasas de interés. Obviamente, desinflacionar en un modelo gradualista no es gratis, aspecto que deberíamos comprender todos, si la cirugía en el resto de las variables es lenta, resulta sumamente incoherente exigirle al BCRA resultados rápidos. De a poco, los argentinos se van dando cuenta que el gradualismo significa la no resolución de ningún problema relevante a lo largo del tiempo, asegurando la perseverancia de nuestros dramas por largos años, paciencia entonces, para un país caracterizado por no tenerla. A pesar de que nos pasemos la vida intentando reinventar la rueda, al final de cuentas la economía es muy sabia y sincera, sustentándose en principios básicos que cuando se ignoran, tarde o temprano terminan golpeando la puerta, esta vez le tocó a la inflación, pero probablemente tendremos muchas otras víctimas en el próximo lustro: ¿podrá Hacienda por ejemplo, honrar las metas fiscales que nos promete hacia el futuro? Lo preocupante es que en un par de años quizá, nos venga a buscar el endeudamiento externo y ahí la historia será mucho peor dado que a diferencia del peso, no controlamos la emisión de dólares. Pero lo interesante de la economía es que uno aprende hasta de los fracasos, entonces, ¿qué nos enseñó la esquizofrénica e innecesaria coyuntura cambiaria de estos últimos días?

Primero, el BCRA basó su estrategia en un supuesto que no se dio: incremento en la demanda de dinero que fuera capaz de absorber el excedente monetario no esterilizado. Al no cumplirse la hipótesis, el objetivo de desinflación no se alcanzó. Ahora me pregunto: el gobierno basa su principal estrategia de no corrección de gasto en un rebote esperado de la economía por muchos años y mientras tanto, nos endeudamos fuerte para cubrir la brecha. Y si como con la inflación, se fracasa también en la hipótesis de rebote económico, ¿cómo haremos para pagar la deuda externa que hoy engrosamos? Todo el no plan de este gobierno depende de este supuesto. Segundo, el peronismo y el radicalismo son la misma cosa, simplemente con intensidades populistas diferentes. Resulta imposible aspirar a otro escenario con esta arcaica mentalidad política, pretender que los personajes enquistados de siempre impartan un cambio genuino es una monumental ingenuidad ciudadana. Tercero, en cuanto a inflación se refiere, el crecimiento en la cantidad de dinero importa y mucho, aspecto que la economía se encargó de enseñarnos hace ya varios siglos: Mv=PQ. Cuarto, se nos complica vencer a la inflación y ya querían aceptar la derrota, llevándose puesto al BCRA. Cuando llegue el momento de pagar la deuda externa, ¿vamos a hacer lo mismo, claudicando en un revival del 2001, con aplauso incluido? Parecería que la elite política de Peronia se lleva muy mal con la disciplina que imponen los objetivos serios. Quinto, el mercado salió a bancar este BCRA, no porque entienda que no se equivoca, sino porque a pesar de sus errores, es el equipo que en este contexto garantiza el menor daño posible. Sexto, a nivel monetario no hay mucho mas que se pueda hacer, el problema lo tenemos en Hacienda, en la medida que no se corrija más rápido el sendero fiscal, la desinflación será muy lenta, como así también, la resolución de cualquier otro drama. Séptimo, el problema es que la lentitud de la desinflación no es gratis dado que el stock de Lebacs persiste y engrosa el déficit cuasifiscal, hacer la plancha en todos los frentes relevantes es extremadamente caro. Octavo, el fracaso de la desinflación rápida es solo un ejemplo de lo costoso que es el gradualismo a lo largo del tiempo. Si lo que se pretende es seguir en cámara lenta, los argentinos deberán comprender que los males actuales en el mejor de los casos se licuarán en décadas por venir. Noveno, si la política fiscal no se acopla al esfuerzo desde el BCRA, el eventual fracaso de la estrategia desinflacionaria debería recaer en Hacienda y no en la entidad monetaria. Décimo, el presidente, tarde o temprano deberá comprender que a pesar de lo que le cuenta su círculo íntimo, en economía es imposible conseguir objetivos múltiples. O afloja definitivamente la política monetaria y nos vamos a una inflación de 35% con empleo volando y asegurando un formidable caudal de votos en el conurbano; o dejamos que el BCRA haga su trabajo en tranquilidad y le pedimos a Hacienda que sea mas agresiva con la velocidad a la que piensa reducir el déficit fiscal primario, aunque a Durán no le guste. Undécimo, las elecciones presidenciales del 2019 serán ganadas cómodamente por Cambiemos entonces, ¿por qué no aflojan un poco con el populismo y comienzan a hacer economía en serio? Doceavo, si se pasan de rosca con la macro, ganarán por amplia mayoría en 2019 pero corren el riesgo de que la economía te vaya a buscar en las presidenciales del 2023. Por el contrario, bajar un cambio con el gasto ahora, te permitiría aun ganar fácilmente las presidenciales del 2019 y enfrentar una economía mas ordenada de caras a las elecciones del 2023. Conclusión: es altamente probable que exista un trade-off (intercambio) entre menores votos en 2019 financiando mayores votos en 2023, para una elección que en 2019 será ganada de cualquier manera por el equipo del presidente Macri. No hace falta golear por 10 a 0, un 2 a 0 alcanza y mejora las chances de caras al 23.

Perro que ladra no muerde. Queda claro también que en la medida que sigamos teniendo este nivel de rojo fiscal cualquier cosa que se toque distorsiona a otra. Lo ocurrido con el cambio de metas y todo el revuelo que su comunicación generó en los argentinos es un ejemplo de una economía que está herida de muerte y a la que queremos curar con aspirinetas cuando lo que necesita es cirugía general. Incoherencia 1: si bajábamos las tasas agresivamente se venía un 2018 de dólar devaluándose fuerte, una inflación picando en punta hacia el 35% y una economía rebotando sustancialmente, en este caso, lo que se descuajeringaba era la inflación. Incoherencia 2: si seguimos como estamos, tasas altas neutralizadas por un déficit enorme, complican ambos frentes: el inflacionario y el empleo que se busca generar con el rebote. En este contexto, intentar encauzar la macro hacia un sendero convergente resulta altamente improbable dado que todo el tiempo se camina sobre un virus que permanece inalterado e invariable. Pero la historia no termina acá, sólo estamos a mediados de enero y para el 2018 restan once largos y virulentos meses. Es altamente probable que la meta del 15% no se pueda alcanzar y es ahí en donde me permito hacer una pregunta. Si ese fuese el caso, quiero pensar que no vamos a elegir como responsable primario al único equipo que le está poniendo el pecho a las balas: el BCRA. Cuando la meta del 15% no se alcance y nos acerquemos al 25% ¿qué vamos a hacer? Elegir a un chivo expiatorio y llevarnos puestos a este equipo monetario o comprenderemos que si el problema de base no se soluciona solo perderemos años enteros resolviendo condiciones de segundo orden a costa de un endeudamiento externo que en algún momento no tan lejano también se convertirá en restricción. Pasaron dos años de gobierno y esta administración sólo pudo empatarle al 2015 kirchnerista. Cuando los políticos de Peronia choquen con la restricción externa, ¿el turno de la culpa le llegará a Wall Street y al liberalismo?

¿Y entonces, quién le pone el cascabel al gato? Cuidado, este es un gobierno populista que vino a gastarse lo poco que queda. Podemos renunciar a mil presidentes del Central, también podemos eyectar a mil ministros de Hacienda, pero nuestro drama permanecerá invariable. Cuando ganó este gobierno, creí que se venía un cambio en serio hasta que me di cuenta que sólo eran una versión amarilla del radicalismo. Lamentablemente, a lo largo de estos dos años, sólo veo un montón de economía radical volcada sobre un país que de peronismo y radicalismo sabe todo. También observo que estamos intentando aplicar viejas recetas viciadas de los mismos errores conceptuales que siempre en nuestro pasado resultaron en crisis. ¿Por qué esta vez tendría que ser diferente? Pero a la vez, sería sencillo e ingenuo de mi parte culpar exclusivamente a este gobierno poco audaz o a nuestra brillante clase política, de todas las malarias que venimos tolerando como ciudadanos. La verdad de la milanesa probablemente radique en los 43 millones de almas que habitan este inconsistente terruño. En la medida que no nos pongamos de acuerdo en los aspectos básicos para diseñar un país a largo plazo y en los sacrificios que el mismo implica, ni Macri, ni Kirchner, ni De la Rúa, ni Menem, ni Alfonsín, ni Superman podrá enderezar este desquicio. Quizá el cambio esté en cada uno de nosotros, desafío y drama al mismo tiempo: despiértense de una vez, así como estamos la probabilidad de volcar en 2022 no es irrelevante. Aumentar el estado es el problema, nunca la solución.

Sherman
Director, MacroFinance
gf@germanfermo.com
Twitter: @germanfermo
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