La Carta de la Bolsa La Carta de la Bolsa

VUELTA A CASA EN EL MISMO TAXI

Moisés Romero - Viernes, 14 de Enero

{mosimage}Anoche, en un Madrid atestado de tráfico, me topé con Juan, el taxista que tanto me habló de la Bolsa a principios de diciembre. Recordé aquello de que el mundo es un pañuelo. La conversación fluyó espontánea, porque Juan escuchaba la misma emisora de información económica que hace un mes. "¿Qué hará la Bolsa"?, le pregunté. "Ahora toca bajar. Ya le dije al empezar diciembre que el Ibex iba a terminar en los 9.000 y que 2005 iba a ser muy malo. Es lo que yo escucho en la radio todos los dí­as. No me pregunte más. De todas formas, yo sólo compro. Nunca vendo".

Seguimos rumbo a casa. Todo fue un monólogo, el de Juan. Habló de muchos valores, muchas estrategias que habí­a escuchado en la radio, de miles de planteamientos y referencias. Cuando aboné el importe del recorrido, aún con mucho oxí­geno en los pulmones, deseoso de continuar con la perorata, el taxista sentenció que "ahora toca bajar, porque toca bajar, del mismo modo que antes tocaba subir, porque habí­a que subir".

La reflexión inmediata es que muchos participantes en el mercado no utilizan instrumentos de medición ni métodos analí­ticos a la hora de decidir sus inversiones en Bolsa. Entienden este negocio como cosa de una minorí­a pese a los grandes esfuerzos de las intituciones por popularizar la inversión en acciones. En tal escenario, muchos participantes consideran que los í­ndices suben y bajan, según el estado de ánimo y de humor de unos pocos ¿Manipulación? Sí­, así­ entienden el desarrollo de los acontecimientos y por eso se escudan en respuestas tan simples como las de ahora toca subir o bajar.

Sucede, no obstante, que el proceso de formación de los cambios en las Bolsas emana de la confrontación de pareceres entre vendedores y compradores, de tal modo que a mayor predominio de los primeros sucumben las cotizaciones, y al revés. En este dibujo de párvulos, una minorí­a serí­a la encargada de incitar a la mayorí­a a actuar en una u otra dirección, que es lo mismo que decir que el trabajo sucio siempre lo hacen los demás.

En la calle se percibe la idea, por tanto, de que 2005 amanece cargado de malos augurios, porque los pocos entendidos en la materia así­ lo han predicho. La mayorí­a toma buena nota y se encarga de hacer la faena de aliño. Malo para los mercados, por tanto, que el entorno se muestre apesadumbrado, aunque sólo sea porque ahora toca bajar. Con frecuencia, para invertir en Bolsa no son necesarios mayores recursos ni exposiciones. Basta con seguir el sentimiento popular.

Por eso, ¿a quién debe preocuparle que Guynn de la Fed, por citar un ejemplo, advierta del imparable déficit por cuenta corriente en Estados Unidos, ya en niveles del 6% del PIB, que se traduce en un creciente endeudamiento de la economí­a, para finalmente financiar más el consumo que la inversión? Sólo Guynn, por insistir en el mismo caso, parece estar preocupado.

twitter.com/moisesssromero @MoisesssRomero

Moisés Romero




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