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LENGUAJE

Santiago Niño Becerra - Viernes, 24 de Junio

?Decir bien las cosas', eso es lo que reiteradamente antes se decí­a en las clases de lengua de los colegios de entonces: decir bien las cosas para expresar con claridad lo que se quiere decir. Desafortunadamente, esa regla se está aplicado muy poco. Recientemente han tenido lugar dos hechos que parecen romper la mala práctica de ?decir las cosas' incorrectamente. Uno ha sido la publicación de uno de los números de la revista que edita la fundación de cajas de ahorros; el otro la aparición de un estudio elaborado por la consultora International Institute for Management Development, IMD; en ambas publicaciones se dicen bien las cosas, muy bien.

La publicación de Funcas toca muchos temas, pero un denominador común envuelve todo lo que dice: el riesgo de deslocalización de compañí­as desde el Reino de España a otras latitudes (ahora, parece ser, a esto se le denomina "Relocalización de la actividad productiva); y España lo tiene fatal ya que ostenta un riesgo altí­simo de deslocalización (compartimos honores con Portugal y Grecia).

La de IMD está centrada en analizar la competitividad de los paí­ses. Es, como la de Funcas, diáfana en sus conclusiones: sobre sesenta paí­ses analizados, el reino ocupa el puesto 38, habiendo retrocedido catorce lugares desde el 2001.

Los dictámenes de ambos textos son unánimes y coincidentes: España se especializó hace tiempo en la producción de bienes y servicios de bajo valor añadido, es decir, en bienes y servicios que para ser producidos requerí­an bajos niveles de inversión tecnológica y reducidas cotas de cualificación profesional; España ha estado durante décadas compitiendo por costes, idéntica especialización a la de los PECOS pero mostrando estos menores costes laborales que los españoles.

En lí­nea con lo anterior, en España se dan situaciones que no se corresponden con lo que el paí­s ofrece: la economí­a española muestra una realidad -presión fiscal, flexibilidades, costes laborales burocracia, nivel tecnológico- que no se halla en lí­nea con lo que España es capaz de hacer; en otras palabras: el problema no es que España sea cara, el problema es que España es cara teniendo en cuenta lo que hace.

Es decir, España no es competitiva teniendo en cuenta lo que España sabe y puede hacer, por eso corre un altí­simo riesgo de que las compañí­as que están haciendo eso que aquí­ es ineficiente hacer, se vayan a otros sitios; pero como España tiene carencias y lastres profundos, es extraordinariamente difí­cil que produzca bienes y servicios de más valor en lí­nea con la realidad española: el problema no son los costes, el problema es el valor generado.

Alegrémonos, parece que se está empezando a decir bien las cosas; ahora sólo falta que alguien nos diga qué debemos hacer para que vengan otras empresas en sustitución de las que se van a ir y también, que ese alguien nos diga cómo debemos hacerlo para ser más competitivos. (¿Empezamos a hacer ejercicios con un kit de Magia Borrás?).

 
Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economí­a IQS. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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