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HOY HABLARÁ EL EMPERADOR

Moisés Romero - Jueves, 20 de Enero

{mosimage}Bush celebra hoy los fastos de la reelección, si el tiempo y la autoridad no lo impiden. Lo hace pletórico, como corresponde a un lí­der que ganó las elecciones por goleada. Reconoce los errores del pasado, pero se siente orgulloso de haber invadido Irak, entre otros asuntos. En materia económica se enfrenta a la corrección de los déficits gemelos, a la debilidad de las cifras de empleo, a la deslocalización empresarial creciente y, entre otras cosas, al alza de los tipos de interés, que tanto temen las familias estadounidenses. Ello no significa, como se vió en el primer mandato, que los mercados sucumban.

Cuando Bush se dirija hoy a las masas lo hará con el pensamiento dividido entre los denominados factores geopolí­ticos y los propios fundamentos económicos. Los augures predicen que el mayor peso del discurso inaugural del nuevo mandato será el referido a los avatares del terrorismo internacional y a la necesidad de acotarlo, para que la sociedad se sienta más libre. Luego vendrá la proclama económica, pero con menos recorrido. En este capí­tulo las mejoras sociales, el empleo, la sanidad y la necesidad de estrechar el cerco a los déficits ocuparán gran parte del rosario de buenos y nuevos propósitos. Otra cosa es que se cumplan.

La era Bush, en su primera parte, ha estado plagada de desencuentros económicos y geopolí­ticos, pero los mercados han aguantado el tipo, hasta cerrar 2004 en los niveles de tres años antes. A Bush le estalló la burbuja tecnológica en la cara; se le incendiaron los precios del petróleo, y así­ siguen, y el desempleo enseñó su cara más fea, entre otros asuntos de largo recorrido. Hay quien ha dicho que no hay precedentes en la historia económica reciente de tanta acumulación de malas noticias económicas en tan corto espacio de tiempo. Los mercados, sin embargo, han mirado hacia otro lado, ya que entre otras cosas, han estado siempre protegidos por la mano de los grandes fondos y bancos de inversión, en su mayorí­a seguidores de Bush.

El nuevo ciclo polí­tico hereda las miserias económicas del anterior, con los agravantes añadidos de la fragilidad observada en los mercados de cambio por las tensiones comerciales históricas entre Estados Unidos y el sudeste asiático; la devaluación controlada del dólar y el alza rápida que se augura en los tipos de interés estadounidenses. Ello no significa, ahora como antes, que los mercados vayan a caer, sino más bien todo lo contrario. Bush, y su equipo de asesores, conocen muy bien la magia que destila la Bolsa en la sociedad estadounidense. Y eso hay que conservarlo a capa y espada.

Bush estrena sillón, además con una magní­fica noticia, con la vuelta del dinero extranjero a Estados Unidos. Se acaba de saber que los inversores internacionales incrementaron sus posiciones en activos estadounidenses en noviembre. Según los datos del Tesoro norteamericano el aumento es el mayor desde junio y viene impulsado por la mayor compra de acciones en más de tres años.

En total, compraron activos por un valor neto de 81.000 millones de dólares en bonos gubernamentales y corporativos, acciones y otros productos financieros, frente a los 48.300 millones de octubre. El dato supera las previsiones de los ecomistas, que esperaban adquisiciones por valor de 58.500 millones. También bate la media de los diez meses anteriores, cuando ha estado en 69.000 millones.

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Moisés Romero




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