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ACUERDOS

Santiago Niño Becerra - Sabado, 29 de Enero

Pactos, compromisos; también, aunque con peor tono, arreglos, componendas; todos ellos son o pueden ser considerados sinónimos de ?acuerdos'.

Y un acuerdo es lo que se espera alcanzar en Catalunya en las conversaciones que sindicatos y patronal llevan tiempo gestando a fin de aumentar la seguridad en el empleo a cambio de una mayor flexibilidad de éste.

El objetivo, en dos palabras, es diáfano: a cambio de que las empresas radicadas en Catalunya no se vayan del principado, las centrales sindicales aceptarán mayor flexibilidad en cuestiones como el cómputo de horas y la movilidad laboral. (Uds. que son muy sagaces habrán deducido que estas conversaciones tienen mucho que ver con el "Acuerdo estratégico para la internacionalización, la calidad del empleo y la competitividad de la economí­a catalana" sobre el que en lacartadelabolsa leyeron hace unos dí­as).

El antecedente de todos los pactos y acuerdos cerrados entre trabajadores y empresarios, se remonta a 1938 y fue alcanzado en la localidad sueca de Saltsjí¶baden. En aquellos años, Suecia era un paí­s muy distinto a como es hoy; lo peor de las consecuencias de la depresión ya habí­a pasado y el Partido Socialista llevaba en el gobierno desde 1932. Llegados a este punto y debido a la propia evolución de las cosas, obreros y burguesí­a entendieron que sus intereses eran contrapuestos y decidieron pactar.

Los obreros suecos deseaban trabajar a cambio de unos salarios que les permitiesen una vida digna, y también deseaban que continuasen las mejoras que el gobierno socialista habí­a empezado a introducir; la burguesí­a, fundamentalmente, deseaba paz social y poder hacer negocios en libertad. Las dos partes se reunieron en aquel bello lugar, con el Estado como moderador y pactaron un modelo que ha sido el espejo en el que, de una u otra manera, todos los paí­ses se han mirado desde entonces.

En Catalunya, parece que se quiere reeditar algo en la lí­nea de lo que hace sesenta y seis años se firmó en Suecia; pero ni hoy es 1938, ni Suecia es Catalunya, ni Saltsjí¶baden es Barcelona. Aquellos acuerdos se cerraron porque la burguesí­a sueca tení­a muy claro que no habí­a otra opción que invertir, producir y crecer en Suecia, pero las transnacionales que ahora están radicadas en Catalunya tienen clarí­simo que hoy puedes estar aquí­ y mañana debes estarlo allá; es decir, en 1938 existí­an muy pocas alternativas a una situación dada y hoy, en una economí­a que ya es postglobal, las alternativas disponibles son más de las que pueden ocurrí­rsenos.

Está bien acordar cosas pero teniendo en cuenta que los niveles de compromiso serán variables, mutables, cambiantes, porque la misma realidad económica lo es. Los Acuerdos de Saltsjí¶baden se mantuvieron inmutables hasta 1976, a partir de ahí­ empezaron a parchearse; de firmarse, ¿creerán los firmantes de los Acuerdos de Barcelona (¿se les pondrá ese nombre?) que los suyos aguantarán firmes durante los próximos treinta y ocho años?.

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economí­a IQS. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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