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TEMPORALIDAD

Santiago Niño Becerra - Viernes, 05 de Agosto

Como el rí­o Guadiana que aparece y desaparece, así­ sucede con el tema de la contratación temporal del factor trabajo en España; ahora vuelve a aparecer este asunto entre polí­ticos, sindicatos, patronales y expertos en cuestiones laborales; mientras, quienes lo soportan asisten -¿sufren?- impertérritos al debate.

El Reino de España tiene unas tasas de empleo temporal absolutamente fuera de madre: 32,5% si nos fijamos en el total de la población ocupada (UE 15 12,8%) y, atendiendo al sexo, 35,2% para el femenino y 30,6% para el masculino (UE 15, 13,9% y 12,1%, respectivamente). El Gobierno culpa a los costes laborales, los sindicatos a la falta de compromiso de la demanda de trabajo, los empresarios a la inflexibilidad de horarios y de despido; y claro, unos y otros proponen acciones para reducirla. El gran problema es que nadie enfoca hacia el origen del problema: ¿por qué la temporalidad del factor trabajo es tan elevada?.

Siempre he dicho que las compañí­as contratan factor trabajo cuando lo necesitan, y por ?lo necesitan' debe entenderse cuando precisan de su concurso para contribuir a la generación del valor que esperan generar junto a los demás factores productivos que utilizan. Una compañí­a, en consecuencia, demanda horas de trabajo, pero la oferta de trabajo ofrece personas. Cuando la suma del número de horas de trabajo demandadas se equipara con un número entero de personas, no existe problema alguno, pero cuando ello no es así­, surgen discrepancias. El resultado de esas discrepancias es la contratación temporal.

Por tanto, la pregunta pasa a ser, ¿por qué se producen tales desavenencias?, y la respuesta es inmediata: porque las compañí­as no pueden garantizar que el valor que van a generar va a precisar durante un tiempo indefinido a las personas que van a aportar las horas de trabajo que estiman van a necesitar. En otras palabras, si la demanda de trabajo tuviese la certeza de que durante un tiempo indefinido e independientemente de que aumentase su inversión productiva, iba a utilizar el 100% de su capacidad instalada, prácticamente la totalidad de la oferta de trabajo que demandase lo serí­a a tiempo completo.

 Es decir, la culpa del problemón del desmesurado nivel que ha alcanzado la contratación temporal en España no la tienen los trabajadores ni las compañí­as afincadas en España, lo tiene el modelo productivo español. Las empresas que producen en el reino añaden un valor que precisa una cantidad de factor trabajo menor que la ofertada, o generan ese valor durante una cantidad de tiempo no continua; la solución pasarí­a por cambiar el tipo de valor que se genera y pasar a una situación en la que ese valor fuese generado de forma continua; pero ese cambio tendrí­a consecuencias, y ¿serí­an todas deseables?.

Complicado, muy complicado; infinitamente más complicado que continuar diciendo que España cuenta con una elevadí­sima tasa de ocupación temporal y que algo habrí­a que hacer para solucionarlo.

 
Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economí­a IQS. Universidad Ramón Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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