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CHINA, SEGUNDA PARTE ? III

Santiago Niño Becerra - Jueves, 22 de Septiembre

En China, los periodos de trabajo de 14 horas son habituales, pero no porque la carga de trabajo sea tan intensa que fuerce a esas jornadas, la razón es la ausencia de una metodologíт­a que administre el factor trabajo. Mi informante me comentó que no es extraño ver a trabajadores durmiendo sobre los montones de textiles que han elaborado hace escasos momentos, o a veinte personas cruzadas de brazos en un comercio durante períт­odos de tiempo de nula actividad. Es decir, conceptos como productividad y eficiencia son escasamente contemplados debido a que, hasta ahora, tanto la oferta de trabajo como el coste de esa oferta ha hecho innecesaria su contemplación. Pero esto está cambiando.

El salario medio de un obrero industrial medio en Shanghai o Guangdong oscila entre los 800 y los 1.000 yuanes mensuales, más o menos, entre 80 y 100 euros. Con esa cantidad, y teniendo en cuenta que no son raras las compañíт­as que ofrecen alojamiento e incluso alimentación a sus trabajadores, se puede vivir, siempre y cuando se viva como un chino. (El precio de una comida china en un lugar sólo apto para chinos, no excede los 50 céntimos de euro).

La gran mayoríт­a de las trabajadoras y los trabajadores chinos, y de esto ya hablamos el año pasado, no tienen unas excesivas miras, de hecho, puede decirse que ?viven al díт­a' y que su objetivo es alcanzar un salario que les permita, o bien escapar de la miseria, en el caso de los emigrantes temporales procedentes de las zonas rurales, o bien sobrevivir sin problemas (en términos chinos), en el caso de los residentes en las ciudades.

El trabajador medio chino sin cualificación aspira a poder vivir si sobresaltos con una renta ?suficiente'; no es ambicioso, ni desea tener un Ferrari, fundamentalmente porque sabe que nunca lo va a alcanzar; en consecuencia, aspira a una renta que le permita la tranquilidad, pero no el lujo; ello supone que no va a estar interesado en aumentar su nivel de cualificación, ni en aprender nuevos procedimientos y, si lo hace, será forzado por las circunstancias, nunca por iniciativa propia.

Con las trabajadoras y los trabajadores cualificados, y aunque parezca mentira, sucede algo parecido. Como la oferta de trabajo es la que es, y la demanda evoluciona como evoluciona, los salarios de los trabajadores cualificados pueden ser muy inferiores a los de los no cualificados. Uno de los ejemplos más clarificatorios relatado por mi amigo chino fue el de la empleada de un banco. Esta señorita ha finalizado recientemente sus estudios de algo que, en términos españoles, equivaldríт­a a una diplomatura en contabilidad; pues bien, el salario de esta empleada es de 500 yuanes (recuerden el salario medio de un trabajador industrial). Esta empleada ha aceptado su situación: ?las cosas son como son', pero sus condiciones de trabajo han llevado a que su nivel de motivación sea nulo. (Por cierto, esta señorita síт­ tiene un horario equivalente al occidental).

 
Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economíт­a IQS. Universidad Ramon Llull.


@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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