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CHINA, SEGUNDA PARTE ? VI

Santiago Niño Becerra - Martes, 27 de Septiembre

¿Qué porcentaje del PIB chino será generado por las réplicas?. En su estancia en China, mi ex alumno constató la existencia de mega-almacenes mayoristas en los que, únicamente, se vendíт­an y distribuíт­an bienes replicados, desde relojes a bolíт­grafos, desde bolsos a móviles, desde prendas de ropa a agua mineral, desde software a gafas de sol (no cito marcas porque Uds. las tienen en su mente); mega-almacenes en los que los pequeños distribuidores regatean y en los que la competencia entre los grandes es feroz a fin de colocar sus producciones. En el paroxismo de la réplica, mi informante me dijo que, aunque no pudo constatarlo, sospechaba que ya se estaban produciendo réplicas de los taxis pertenecientes a las compañíт­as que prestan este servicio.

Como pueden Uds. suponer, las diferencias sociales en China son abismales, inimaginables para un occidental. En proporción a la población total, el número de ricos es íт­nfimo, sin embargo, considerando el total de esa población y traducido a parámetros occidentales, el número de acaudalados es abultado. Hoy, en China, lo más chic es cenar en un establecimiento del grupo Pizza Hut, lo más chic y una de las decisiones más restrictivas: por una pizza para tres personas acompañada de tres refrescos, mi amigo tuvo que desembolsar en un Pizza Hut de Beijing 150 yuanes: casi una semana de trabajo de nuestro trabajador industrial medio; ¡y el establecimiento se encontraba bastante lleno!.

Podríт­a pensarse que en un paíт­s que como China está orientado a la exportación y a la inversión extranjera y que, además, está gobernado por una dictadura, las cosas funcionan como un reloj suizo; pues no, el nivel de descontrol es imposible de imaginar. Mucho se ha hablado del nivel de corrupción imperante en China, mi experto en China me dijo que la realidad superaba a lo dicho; la suciedad de las ciudades es increíт­ble: en la capital, Beijing, numerosas calles no se encuentran asfaltadas, o lo están, parcialmente, a placas; el tráfico, aunque ha mejorado con respecto al pasado año, es caótico; el desconocimiento del idioma inglés, absoluto; como ejemplo de este último punto me dijo que en el 80% de las ocasiones en que habíт­a telefoneado a un hotel de la capital, la persona que habíт­a contestado al teléfono desconocíт­a la lengua de Shakespeare. En consecuencia, no es extraño que ningún taxista no sólo no hable, si no que no conozca la más míт­nima palabra de inglés.

En las seis semanas que permaneció en China, uno de los sucesos que más le impresionaron estuvo, precisamente, relacionado con un taxi. En Beijing, un trayecto medio en este medio de transporte viene a costar 10 yuanes. Justo el díт­a de su regreso, y con su maleta en ristre, mi ex alumno se dirigió calle abajo con la intención de buscar uno de estos vehíт­culos. Mientras se iba aproximando, un taxi se detuvo a su lado, un taxi ocupado por un pasajero. El taxista le preguntó a mi amigo su destino, y este le indicó que era el aeropuerto. El taxista, sin inmutarse, le dijo al pasajero que abandonase el vehíт­culo e indicó al que me ha informado de todo lo que les estoy contando que podíт­a subir al taxi. El pasajero se bajó sin rechistar. El importe hasta el aeropuerto ascendíт­a a 100 yuanes.

 
Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economíт­a IQS. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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