La Carta de la Bolsa La Carta de la Bolsa

ENERO, DETRÁS DEL BIOMBO

Moisés Romero - Martes, 01 de Febrero

La literatura sobre el impacto que enero tiene en el conjunto del año bursátil es abundante, aunque cada vez esta máxima histórica se muestra más débil. Antaño se decí­a que si la Bolsa subí­a en enero, el año serí­a fantástico, y al revés. La estadí­stica refrenda este supuesto, porque durante los últimos cincuenta años la Bolsa ha subido en un alto porcentaje cuando el primer mes del año ha llevado el signo positivo. Enero de 2005 se ha ido como vino. Un mes soso, apático, pero con mucho trají­n en la trastienda del mercado. Eso es lo bueno.

En la globalización de los mercados, y con ello la de las tendencias, las series estadí­sticas pierden cada vez más relevancia, aunque son numerosos los que siguen este proceso a la hora de decidir sus inversiones. Enero, no obstante, tiene mucho de mágico en este planteamiento, porque son numerosos los estudios que inciden en el comportamiento bursátil del primer mes del año para extrapolar supuestos que abarcan todo el ejercicio. Hay estudios muy certeros y rigurosos, con muchos años de contemplación. Los más modernos sólo se instruyen en las andanzas de las Bolsas durante los cinco primeros dí­as de enero. Son éstos los menos fiables.

Enero se convierte así­, en el primer eslabón de una cadena en la que la psicologí­a tiene mucho que ver. O dicho de otro modo, de poco sirven las referencias temporales cuando los mercados, como ahora, funcionan de manera ininterrumpida las veinticuatro horas del dí­a, con lo que no existen finales ni principios de año sino la crudeza de una noria que gira y gira de manera inexorable. Sólo determinados aspectos contables y fiscales, cada vez menos incisivos y con influencia más limitada en este tajo particular, aportan algo de cierto a la cadena del tiempo, al cerrar y abrir la persiana de cada año.

No ha llegado el momento, sin embargo, de tirar postulados clásicos por la borda. Por eso toca hablar de un enero de 2005 agridulce, timorato en sus decisiones, pero con brí­o negociador y mucho lí­o de faldas en la trastienda. Han dicho los pesimistas que el comportamiento de enero no augura nada bueno para el conjunto del año, porque no ha sido capaz de perforar las resistencias de fondo advertidas en diciembre. Apuntan los optimistas por su parte, que la mejor prueba de esa fortaleza del mercado, que los pesimistas ponen en cuarentena, la encontramos en la negativa a perder posiciones después del magní­fico rally alcista que se inició mediado agosto y aún continúa.

Lo mejor para los expertos y observadores es que enero se ha mostrado atrevido en operaciones corporativas y con movimientos negociadores muy altos en compañí­as grandes, medianas y pequeñas. Enero ha advertido también que los inmuebles y la renta fija ya no son destinos exclusivos del dinero ¿Ha llegado la hora de la Bolsa? Hoy, por lo demás, Greenspan pone a los suyos a trabajar. Mañana nos dirán algo.

twitter.com/moisesssromero @MoisesssRomero

Moisés Romero




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