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CHINA, TERCERA PARTE - 1

Santiago Niño Becerra - Martes, 22 de Noviembre

Mi amigo y antiguo alumno natural de Hong Kong volvió la semana pasada de un viaje profesional de quince díт­as a China, y me contó un montón de cosas nuevas, cosas que hoy, y en los próximos díт­as, voy a ir contándoles a Uds. en esta tercera entrega.

Si en la primera entrega -en septiembre del 2004- el trasfondo de lo narrado era la desorganización tan monstruosa que preside el sistema económico y social, y en la segunda, hace un dos meses, el mensaje versaba sobre los más que probables problemas que se derivarán de la falta de mano de obra con que podríт­a encontrarse la economíт­a china, en ésta se aborda otro problemón que está instalado en todo el subsistema chino: la falta de confianza.

Uds. saben que la confianza es la base de toda relación. Pueden haberse firmado contratos y documentos, acuerdos con penalizaciones horrorosas y reservas de dominio, pero si no existe confianza entre las partes, todos los documentos firmados se convertirán en papel mojado; pues bien, en China la confianza brilla por su ausencia.

En este viaje, y debido a los lugares que tuvo que visitar y con las gentes con las que tuvo que tratar, mi antiguo alumno acabó de apercibirse de una sensación que ya tuvo el pasado año: los intentos de timo son algo consustancial con la cultura y en la sociedad chinas. Un tailandés, es decir, un asiático, residente desde hace varios años en China, le dijo a mi amigo: "la diferencia entre los tailandeses y los chinos estriba en que los chinos se timan entre ellos y los tailandeses no".

Toda la sociedad china se encuentra inmersa en un proceso dinámico en el que el intento de timo es el objetivo último; "¿seguro?", se preguntarán; síт­, seguro. El ciudadano chino siempre tenderá a ?darle la vuelta' al que tiene en frente, ?a darle gato por liebre' al posible cliente con el que negocia; pero no sientan lástima por el cándido comprador: éste -en el caso de que también sea chino- tratará de hacer lo mismo con quien trata de venderle algo. ¿Razones?, variadas.

La china ha sido, siempre, una sociedad totalmente jerarquizada en la que el poder del emperador y el de su corte ha sido absoluto y tiránico. No obstante, continuar con idéntico proceder, la instauración de la dinastíт­a Manchú, en 1644, inyectó en la estructura china un mayor orden que sistematizó el estado de tiraníт­a con que se desarrollaban las relaciones sociales y económicas en el imperio. Posteriormente, el régimen impuesto por Mao Tse-Tung y sus sucesores no hizo más que continuar con el mismo esquema aunque modernizando las estructuras.

En un entorno como el descrito, el hombre de la calle se encontraba permanentemente en un estado de miedo y miseria que se ha prolongado hasta nuestros díт­as (mi amigo me contó que durante las clases en las escuelas, maestras y profesores de ambos sexos van pertrechados, permanentemente, con una larga vara de bambú; también, que broncas y gritos son la forma habitual con la que jefes y encargados se dirigen a trabajadoras y a trabajadores en empresas y talleres). No es extraño que ese hombre de la calle desarrollara métodos para sobrellevar lo menos mal posible esa situación; la tendencia al timo y al engaño pudo, muy bien, haber sido una de las formas escogidas.

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economíт­a IQS. Universidad Ramon Llull.


@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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