La Carta de la Bolsa La Carta de la Bolsa

AGUA

Santiago Niño Becerra - Miercoles, 14 de Diciembre

Periódicamente tenemos problemas con el agua: como el origen remoto de la mayoríт­a del agua que consumimos procede de la lluvia, como la cantidad de agua llovida por metro cuadrado muestra una tendencia decreciente, y como el consumo de agua está aumentando, los problemas están servidos.

 
Una de las aportaciones más famosas del economista inglés David Ricardo (lo de ?economista' se lo hemos puesto nosotros: a principios del siglo XIX no existíт­a tal profesión) fue el concepto de ?renta marginal' que Ricardo, evidentemente, aplicó a la tierra; posiblemente, si el sabio hubiese realizado hoy sus razonamientos, su invento -la renta marginal- lo hubiese aplicado al agua.

 
Siempre se está a vueltas con el petróleo, con el precio del barril, con las reservas, con sus futuros, pero del agua, hasta hoy, se ha hablado muy poco. En épocas de sequíт­a se amaga con la escasez del líт­quido elemento, se publican los niveles de reservas de los pantanos, vuelve a salir el tema de los trasvases; luego, unas cuantas tormentas vuelven a llevar la cuestión del agua a -nunca mejor dicho- su cauce. Al menos, hasta ahora.

 
Nuestra civilización gasta mucha agua, lo que no es malo si la oferta supera claramente a la demanda; el problema es que la demanda está aumentando mucho más que las disponibilidades, al menos, de momento. Una chascarrillo que los residentes de edad avanzada de las Islas Canarias suelen relatar se remonta a los años en los que el agua era el auténtico problema de las islas; dicen los ancianos que antes de que se pusieran en funcionamiento las desaladoras, era más caro, en un bar, un botellíт­n de agua que un whiskey; más caro, ese es el tema.

 
El mundo del agua, tanto el de la embotellada de lujo como la que utiliza la lavadora para aclarar la colada, va a convertirse en un inmenso negocio, al menos hasta que se pueda obtener una energíт­a muy, muy barata para desalar el agua de mar; lo que significa que vamos a tener que pagarla a precio de whiskey (single malt, naturalmente).

 
Con el agua pasa algo muy curioso: cada vez hay más problemas para garantizar el suministro de un agua de calidad pero, sin embargo y teniendo en cuenta que se trata de un bien esencial, muy poco se hace para solucionar estos problemas. El motivo es simple: su precio. En proporción, el agua es un bien mucho más barato que otros bienes y, como es un bien básico, mentar su precio es tabú (y se lo dice alguien que reside en una región que está pagando uno de los precios más elevados del reino por el agua que consume). En consecuencia, y como precio reducido equivale a rentabilidad reducida, poco se hace para resolver el problema del agua.

 
Una compañíт­a francesa cuyo nombre no voy a mencionar (que luego me acusaríт­an de publicidad encubierta), patentó hace muchos años una tecnologíт­a -aplicada posteriormente a sistemas de filtrado- que permitíт­a ingerir hasta siete veces el ?agua' que habíт­a sido objeto de micción otras tantas veces sin perjuicio alguno para la salud humana, ¿su coste?, astronómico; pero justificado por su uso en submarinos nucleares y en bases antárticas.

 
En resumen, inviertan en el tema del agua: su precio va a dispararse porque los problemas relacionados con el líт­quido elemento van a ir en aumento. ¡Ah!, y de paso, agénciense uno de esos filtros a que antes me referíт­a.

 
Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economíт­a IQS. Universidad Ramon Llull.


@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




[Volver]