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ROLLERBALL

Santiago Niño Becerra - Jueves, 09 de Marzo

(Tal vez, hace tiempo, les haya hablado de este tema; en cualquier caso creo que está de actualidad más que nunca).

Del film cuyo tíт­tulo encabeza estas líт­neas fueron producidas dos versiones; la primera en 1975 dirigida por Norman Jewison, la segunda en el 2002 con John McTierman como director; en mi opinión la primera es cien mil veces mejor que la segunda.

En ambas el tronco central es el deporte cuyo nombre da tíт­tulo a ambos films: en un futuro incierto, un campeonato mundial enfrenta a una serie de equipos en unos de encuentros; en cada uno, dos grupos de jugadores montados sobre patines, tratan de introducir una esfera de acero en una abertura; el truco del juego es que todo, literalmente todo, está permitido (las entradas asesinas que algunos defensas del balompié hoy practican son caricias inocentes de madre amantíт­sima en comparación con lo que en el film se ve).

La segunda versión se limita a los efectos muy, pero que muy especiales, pero, la primera, entra en consideraciones políт­ticas, éticas, sociales y económicas de muy hondo calado. Nos centramos en las dos últimas.

En ese tiempo futuro mostrado por el film, la economíт­a mundial gira en torno a las corporaciones, pero no cualesquiera corporaciones, son corporaciones establecidas por objeto de negocio, siendo su ámbito de actuación mundial. Es decir, y por ejemplo, la totalidad de la producción y de la distribución de energíт­a, hasta el último nivel de consumo y hasta el último rincón del planeta, se encuentra en manos de una única corporación: la Corporación de la Energíт­a; lo mismo sucede con el Transporte.

Los empleados de esas gigantescas corporaciones viven -con mayúsculas- en, con y para ellas. Absolutamente todo les es suministrado a través de esas macrocompañíт­as: vivienda, alimentos, vestido y evidentemente, diversión; de hecho, uno de los principales equipos del campeonato de rollerball es de la Corporación de la Energíт­a. No hay guerras, todo se habla y acuerda, y las disputas son dirimidas en las pistas de rollerball; y bueno, síт­, los jugadores pueden sufrir graves lesiones y hasta muertes en cada encuentro, pero eso sucede en los estadios, y los gritos de los espectadores en las pistas y ante las pantallas de TV son los únicos que en ese mundo perfecto pueden escucharse; fuera, en las calles, todo es paz y sosiego. (Curiosamente, de lo que podríт­a denominarse ?zonas no-desarrolladas', no se dice ni Pamplona).

¿No les suena a algo de todo eso?. Hoy, desde hace años, el planeta entero se halla metido en una ola de "consolidación" (vaya palabreja); no existe subsector en el que no se estén produciendo procesos de absorción o no haya rumores al respecto. Hoy no entro a comentar el hecho, sólo digo que, aceleradamente, nos estamos dirigiendo hacia un mundo de actividades concentradas; unan a esto la reducción en vertical de la conflictividad social que se está experimentando; añadan la creciente pasión hacia el deporte en cualquiera de sus versiones; agíт­tenlo, síт­rvanlo en vaso largo y, ¿qué tenemos?, pues, ... Rollerball.

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facuktad de Economíт­a IQS. Universidad Ramon Llull.


@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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