La Carta de la Bolsa La Carta de la Bolsa

AUTOMÑ“VIL, POR EJEMPLO

Santiago Niño Becerra - Lunes, 13 de Marzo

El último, hasta ahora, es DaimlerChrysler, con su anuncio de 6.000 despidos; hace un par de díт­as, Ford, con 30.000; unas semanas atrás, General Motors con otros 30.000; el septiembre pasado Mercedes, con 8.500, ¿mañana será Volkswagen?, o, ¿tal vez Renault?.

Es difíт­cil mantener la cabeza fríт­a delante de estos anuncios. Las palabras del biznieto de Henry Ford anunciando el recorte de la compañíт­a estadounidense fue paradigmático, casi emotivo; pero no entró en la razón última que fuerza esos recortes: el agotamiento de la demanda o, mejor aún, en la imposibilidad de la demanda para seguir la tendencia al alza de la oferta. Y lo que es válido para el automóvil lo es para muchos otros subsectores del tejido económico de los paíт­ses desarrollados.

Los fabricantes de automóviles, de televisores, de grapadoras, de teléfonos, de mantequilla, de microprocesadores, de caramelos de menta, de leche chocolateada, de mesas de cocina, de preservativos de colores, de lo que Uds. quieran y gracias a una tecnologíт­a en constante mejora, a una organización crecientemente eficiente y al exceso de liquidez existente, han ido creando una capacidad de producción en aumento, lo cual se ha traducido en una oferta al alza.

Pero eso lo han ido haciendo todos los fabricantes de todo a medida que la demanda iba cubriendo sus necesidades; cierto es que la generación de nuevas necesidades a través de la publicidad y la aparición de nuevos bienes ha hecho que la demanda continuase creciendo, pero -ojo al ?pero'- la tendencia de crecimiento de la oferta se ha ido situando por encima de la de la demanda.

También es cierto que la capacidad de endeudamiento ha ido aumentando debido a normas crediticias más laxas y a instrumentos como la refinanciación de hipotecas abonada por el boom inmobiliario y el efecto riqueza generado por las alzas de las bolsas, pero -de nuevo, ojo al ?pero'- la capacidad REAL de absorción por parte de la demanda no ha ido creciendo al ritmo de la de la oferta.

La oferta ha reaccionado aumentando sus reducciones de costes y, ahora, está pensando en disminuir capacidad productiva, pero la presión de la competencia continuará forzándola a buscar aumentos de productividad por lo que, de nuevo, su capacidad de producción crecerá; la alternativa última es un descenso progresivo, continuado y constante de la capacidad productiva. Porque, claro, la capacidad de compra de quienes compran no es predecible que aumente mucho más de lo que ya ha venido aumentando.

Y, además, las reducciones de costes influyen en la capacidad de endeudamiento de quienes compran, y las nuevas necesidades creadas también, por lo que, lejos de encontrarse, la tendencia de ambas capacidades -de oferta y de demanda- no tienden hoy a la confluencia, si no a divergir. Ya no digamos si metemos en el razonamiento cosas como inestabilidades monetarias, crisis de deudas y precios del petróleo al alza.

Vaya tinglado, ¿verdad?; en todos los subsectores del tejido económico, como en el automóvil, por ejemplo.

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economíт­a IQS. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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