INGENIEROS
Santiago Niño Becerra - Martes, 14 de MarzoA finales de los años 50, en la sobremesa (entonces el concepto de sobremesa era muy diferente al de hoy en díÑ‚Âa: muchos maridos comíÑ‚Âan en casa y luego volvíÑ‚Âan al trabajo hasta las siete y muchas mujeres eran ?amas de casa'), en una emisora de radio cuyo logo no recuerdo, se emitíÑ‚Âa diariamente, durante no más de dos minutos, un capíÑ‚Âtulo de la vida de una imaginaria familia. En esa familia sucedíÑ‚Âan hechos cotidianos y alguno excepcional pero, siempre, los capíÑ‚Âtulos finalizaban con la voz de uno de uno de los hijos diciendo con tono abobado: "¡Madre!, yo quiero ser ingeniero".
En los años 50 y 60 los estudios de ingenieríÑ‚Âa se convirtieron en España en la quintaesencia del saber y del desarrollo profesional. En aquellos años, tan sólo las familias adineradas y aquéllas que realizaban esfuerzos sobrehumanos podíÑ‚Âan sufragar a sus hijos e hijas (pocas) unos estudios universitarios (en la época, España era uno de los paíÑ‚Âses del entorno con una de las tasas más reducidas de universitarios); en el caso de las ingenieríÑ‚Âas, a lo anterior se uníÑ‚Âa otro elemento: su extraordinaria dificultad.
En los 70 y 80 la fama de la ingenieríÑ‚Âa, en términos relativos, decayó en relación a otros estudios, entre otras razones porque la oferta de titulaciones se fue ampliando; pero en los 90, y sobre todo a partir de mediados de la pasada década, la enseñanza de ingeniaríÑ‚Âas volvió a crecer, sobre todo las vinculadas con las TICs. Hoy, la situación es muy distinta.
Hace siete años, para acceder a la Escuela Técnica Superior de IngenieríÑ‚Âa de Telecomunicaciones de Barcelona de la Universidad Politécnica de Cataluña, se exigíÑ‚Âa una nota media en Selectividad de 7,2 puntos; este curso dicha nota ha sido de 5,0 puntos; ¿el motivo?, la baja demanda; ¿la razón?, la gran dificultad de los estudios.
En un reciente encuentro organizado por la Asociación para el Progreso de la Dirección, el presidente de la transnacional General Electric, Mr. Jeffrey Immelt, lanzó un dato demoledor: mientras que en China e India el 30% de sus universitarios se hallan estudiando una ingenieríÑ‚Âa, en USA ese porcentaje es del 4%.
En díÑ‚Âas pasados hablamos de la disposición de los jóvenes y de la actitud de la sociedad ante el esfuerzo; el problema radica en que, según parece, no en todas partes se dan las mismas actitudes e idénticas disposiciones. Claro, que, siempre es posible poner un ingeniero hindú o uno chino en tu vida; o contratar como jardinero a un ingeniero agrónomo polaco, como hoy sucede en Barcelona city.
"¡Madre!, yo quiero ser ingeniero, pero si me lo ponen fácil".
Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de EconomíÑ‚Âa IQS. Universidad Ramon Llull.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
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