PRECIO OBJETIVO ¿DE QUÉ, POR QUIÉN Y POR QUÉ?
Moisés Romero - Lunes, 13 de Noviembre
Es uno de los palabros que los expertos bursátiles del precrash de los
valores tecnológicos pusieron de moda y que han perdurado en el tiempo,
aunque muchos de sus mentores ya no tengan que ver nada con la Bolsa,
tal vez porque se han arruinado, acaso porque se han reconvertido o
quizá porque han elegido otros acomodos. Todas las firmas de Bolsa
utilizan este tecnicismo con el propósito de fijar referencias
temporales de los precios. Los gestores de fondos siguen estas
recomendaciones, en lo que se conoce efecto manada, pero la Bolsa, como
tal, hace tiempo que va por libre al considerar que los precios
objetivos son cualquier cosa menos objetivos. Ahora que el despiste se
agudiza, la maquinaria de la banca de inversión vuelve a la carga con
el asunto.
El Diccionario de la Lengua española dice que objetivo es perteneciente o relativo al objeto en sí mismo, con independencia de la propia manera de pensar o de sentir. También, que es algo desinteresado y desapasionado. Hace referencia a un blanco para ejercitarse en el tiro o también alude a un punto o zona que se pretende alcanzar u ocupar como resultado de una operación militar.
El Diccionario de la Lengua Española no puede ser más explícito, porque todas las acepciones expuestas tienen su correspondencia real en los informes de estrategia y de situación que elaboran las principales firmas del mercado. Unas dicen que elaboran sus informes con independencia de su manera de sentir o de pensar. Otras, eligen valores como blanco de sus decisiones y también las hay que desarrollan escaramuzas propias de operaciones militares.
Ahora que el despiste se generaliza en los mercados, dentro de un fenómeno lógico por las valoraciones alcanzadas, la contradicción de las cifras económicas, las incertidumbres sobre el punto final del alza de los tipos de interés, los desajustes monetarios y los excesos, en fin, que se han acumulado en los últimos años en los activos, la moda de los precios objetivo se impone y, como siempre, vuelve a desafiar las tendencias al alza y a la baja de los índices.
La Bolsa, no obstante, sostiene que los precios objetivo son elaborados por alguien para explicar el por qué de ese precio y que en esa combinación, que algunos definen como murallas chinas, el desinterés y la falta de pasión a las que alude el Diccionario de la lengua Española no son tales, sino más bien todo lo contrario.
Los observadores más agudos recalcan, además, que la fijación de los precios objetivo se parecen ahora más que nunca a las escaramuzas propias de operaciones militares. Recomiendan, así, ponerse el casco y evitar entrar en zona de guerra.
El Diccionario de la Lengua Española no puede ser más explícito, porque todas las acepciones expuestas tienen su correspondencia real en los informes de estrategia y de situación que elaboran las principales firmas del mercado. Unas dicen que elaboran sus informes con independencia de su manera de sentir o de pensar. Otras, eligen valores como blanco de sus decisiones y también las hay que desarrollan escaramuzas propias de operaciones militares.
Ahora que el despiste se generaliza en los mercados, dentro de un fenómeno lógico por las valoraciones alcanzadas, la contradicción de las cifras económicas, las incertidumbres sobre el punto final del alza de los tipos de interés, los desajustes monetarios y los excesos, en fin, que se han acumulado en los últimos años en los activos, la moda de los precios objetivo se impone y, como siempre, vuelve a desafiar las tendencias al alza y a la baja de los índices.
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Moisés Romero
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