La Carta de la Bolsa La Carta de la Bolsa

LAS EXPECTATIVAS ANIMAN, LAS EXPECTATIVAS MATAN…Y TODOS SOSPECHAN

Moisés Romero - Lunes, 05 de Junio
tobogan Conforme avanza el tiempo y el verano se acerca, los gestores se muestran más cautos en sus decisiones y pronunciamientos al considerar que en el último movimiento desarrollado por los mercados ha existido una sobrecarga de expectativas, algo así como una concatenación de sobrerreacciones que hay que digerir, porque unas enmascaran a otras, y al revés. La Bolsa, en efecto, es un mercado que, por definición, cotiza expectativas. Todo, no obstante, tiene un límite, de tal modo que las líneas futuras que se han proyectado son imposibles de analizar y de asumir a corto plazo dada la rapidez con la que se desarrollan los diferentes movimientos en el mercado. La Bolsa, aquí y ahora, está rota. La volatilidad ruge como un león enfurecido y muchos actores juegan a la ruleta rusa. Además, en Wall Street se habla de información privilegiada antes de anunciar los datos y estadísticas, que tanto influyen en el mercado, porque hay expectativas que animan y expectativas que matan. En esas estamos. 
Uno de los clásicos exponía hace unos días a sus oyentes en el viejo parqué madrileño que la Bolsa es expectativa y que ahora más que nunca todo está basado en expectativas contradictorias referidas al crecimiento económico global; a la proliferación, suma y sigue, de operaciones empresariales; a las idas y venidas, más idas que venidas, sobre la evolución inmediata de los tipos de interés; a la mejora de los resultados de las compañías cotizadas y a un tono agrio en el apartado geopolítico, con el que hay que aprender a convivir durante mucho tiempo. Tal es el caso en esta dirección, que el blanco sucede al negro en el colorido bursátil en apenas horas; las lanzas se vuelven cañas, y al revés; las lágrimas se enjugan con sonrisas, para volver a llorar acto seguido.

 

 

Hay miedo a que fallen las expectativas optimistas que han soportado las mejoras de las Bolsas en los dos últimos años ¿Y si fallan una, dos, tres...incluso todas las expectativas de bonanza y el Nirvana se vienen abajo? Hay, claro está, expectativas asesinas. Consideran los entendidos, por citar un ejemplo de alto calado, que el mercado no acaba de analizar bien la reciente subida de tipos de interés en Estados Unidos y Europa y las que se avecinan, es decir, expectativas de nuevas alzas. El miedo está en el mercado inmobiliario, un polvorín que siempre estalla con la mecha encendida de altos tipos de interés.

 

Lo mismo sucede con la gran burbuja de los bonos, a la que se han apuntado los intermediarios financieros de todo el mundo, grandes y pequeños, sin excepciones. Eso explica la resistencia de los tipos de interés a largo plazo a asumir la realidad de tiempos próximos más difíciles. La voladura de ambas edificaciones, la de los inmuebles y la de los bonos, debería ser controlada, pero por lo que hemos observado en las últimas semanas aún no hay artificiero capaz de conducir la situación con cautela y sin efectos colaterales.

 

Expectativas de miedo, en fin, por la enorme hinchazón de los diferentes activos cotizados y por el entramado societario de unos y otros. A diferencia de lo que ha sucedido con la enorme estafa piramidal de los bienes tangibles, el caos posible de los inmuebles y bonos tendría repercusiones inmediatas y letales sobre las Bolsas, en un efecto dominó imparable. Se trata del peor de los escenarios, el más trágico, pero no por ello imposible.

 

Expectativas que fallan, también, en la opamanía. Hasta hace poco no había ni un solo un valor susceptible de ser engullido por una serpiente de verano, esas que merodean sin ser vistas sobre los corros, siempre listas para atrapar las piezas. La opamanía ha tenido precedentes escasos en su paroxismo, aunque los varapalos recientes han causado estragos y muy bien puede decirse que las operaciones fantásticas han desaparecido de la faz de la Bolsa. Pero pronto volverán, justo cuando el semblante de los índices sea más amable y las expectativas mejoren.

 

A propósito de las sospechas de filtraciones en Wall Street, el viernes un conjunto de operaciones muy concretas y oportunas llamaron la atención de los operadores, al observarse alzas de los futuros y los bonos y una baja del dólar, segundos antes de que el Departamento de Trabajo publicara oficialmente el informe de empleo de mayo. Varios participantes del mercado, que pidieron no ser identificados, dijeron que sospechaban que los datos se habían filtrado. Un portavoz del Departamento de Trabajo dijo que la publicación del informe a la prensa había seguido los carriles usuales, aunque señaló que se encontraba verificando el momento en que los datos habían sido divulgados en el sitio web del organismo. La prensa recibe los datos en una habitación cerrada, sin posibilidad de comunicarse con el exterior hasta que el departamento publica el informe oficialmente.

 

 

 


 

twitter.com/moisesssromero @MoisesssRomero

Moisés Romero




[Volver]