La Carta de la Bolsa La Carta de la Bolsa

DÑ“NDE ESTÁN LAS CIEN MIL OPAS DE SAN LUIS

Moisés Romero - Lunes, 10 de Julio
cienmil De repente, el silencio. Algo parecido al final de la representación teatral, cuando el maestro de ceremonias apaga la luz. Desde hace dos años, la opamanía ha inundado con su fantasía los rincones de la Bolsa. En momentos muy concretos, siempre bajo los efluvios alcistas, no ha existido valor al margen de esta maniobra especulativa, desde los dos grandes bancos a Telefónica pasando por Repsol, las energéticas, constructoras, inmobiliarias...Fases de borrachera bursátil que se suceden en cada ciclo y que, siempre, se quedan en espuma, porque el número de operaciones que llega al puerto de la opa es sensiblemente inferior al que se ha puesto encima de la mesa como susceptible de ser opado. Con el final de la opamanía llega, también, la tristeza.

Hasta que llegó a la Bolsa el primer golpe seco, certero, los salones de contratación de los principales intermediarios financieros eran un hervidero de especulaciones y supuestos sobre opas y operaciones especiales. Pura fantasía que alimenta la especulación de los mercados y ésta, a su vez, mejora la liquidez operativa. Fantasía y especulación van siemrpe de la mano y son consutanciales al funcionamiento de los mercados, de tal modo que éstos no existirían sin la presencia de aquellos.

Las sobrerreacciones, no obstante, siempre son malas, como las borracheras. Las Bolsas han acumulado en los dos últimos años demasiada grasa por la asunción de operaciones imposibles. Muchos participantes se han embriagado y casi han hecho posibles una serie de opas, no porque éstas hayan culminado con éxito sino porque su perseverancia compradora ha aupado la cotización de muchos títulos hacia el umbral previsto en una supuesta opa. A eso se le llama ingeniería bursátil pura y dura.

Como se sabe, los momentos de vacas gordas, los de gran exuberancia, permiten antojos de todo tipo y la posibilidad de disparar contra todo lo que se mueve a sabiendas de que con opa o sin, con operaciones especiales o sin ellas, la inversión va a ser rentable. Son los momentos del todo sube, sin distingos.
Las luces se van apagando y en los rincones ya no se escuchan murmullos sobre opa. Son momentos de debilidad, de vacas flacas. El estado de ánimo de los actores desfallece y taciturnos no quieren saber nada de cuentos de hada. La fantasía, no obstante, volverá. No se sabe cuándo, pero volverá, porque sin ella las Bolsas, como otros asuntos de la vida, desfallece.

twitter.com/moisesssromero @MoisesssRomero

Moisés Romero




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