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LA PREGUNTA ES SI BERNANKE SABE PILOTAR LA NAVE COMO GREENSPAN

Moisés Romero - Martes, 23 de Mayo nave

Alan Greenspan cedió los trastos de la Reserva Federal de Estados Unidos a un flamante Bernanke, discípulo, dicen, continuista, quizá porque no hay que enfadar al maestro. Greenspan se caracterizó, entre otras cosas, por el cultivo de una dialéctica incomprensible, pero muy eficaz a la hora de pilotar la nave de los mercados financieros. Habló en varias ocasiones de la exuberancia irracional de los mercados y aunque tarde, consiguió que estallara la burbuja de los valores tecnológicos. Al mismo tiempo contribuyó a la formación de otras dos fantasmagóricas burbujas, la inmobiliaria y la de los bonos. Greenspan, con todo, evitó el caos y el pánico en los mercados mediante el uso y abuso de la liquidez, en lo que ha sido barra libre durante años. Antes de despedirse movió los hilos del guiñol de los tipos al alza. Su sucesor ha hecho lo mismo. La pregunta es si podrá evitar el caos en el que están sumergidos los mercados desde la semana pasada. Pero estemos atentos a la juga, porque hoy habla Bernanke.

 

La mayoría de los participantes aún se restriegan los ojos para tratar de averiguar por qué los mercados son tan perversos, por qué en menos de una semana logran neutralizar todas las ganancias acumuladas en seis meses. Esta forma de actuar, con tintes malintencionados en los procesos bajistas y mucho sudor y lágrimas en la conformación de tendencias alcistas denota, ante todo, que cuesta más subir que bajar. O si se prefiere, que la predisposición actual es más bajista que alcista.

La lección primera que han extraído observadores y actores en las Bolsas es que nadie ha inventado aún el antídoto contra el pánico y que los inversores y especuladores, operadores y estrategas, actúan con frecuencia bajo la psicosis del efecto manada. Al grito de ¡fuego! todos abandonan las salas de contratación en estampida. Son las propias prisas, el pánico, los que causan más víctimas, máxime si el ¡fuego! no es una más que una mísera colilla que arde en una papelera del fondo de la sala.

Hoy, lo que se preguntan los observadores más fríos es si las autoridades económicas, llegado el caso, que mejor no llegue, serán capaces de apagar un verdadero fuego. Hoy la pregunta es si las autoridades disponen de efectivos suficientes para evitar desastres. Hoy la pregunta es si Bernanke cuenta con la habilidad suficiente, de la que hizo gala su predecesor, para pilotar la nave cuando entre en zonas de turbulencias. 

No sólo las Bolsas se han vestido hace poco con sus peores galas. Hay tormentas en ciernes en los mercados de bonos, en el sobrecomprado mercado de las commodities, en las inmobiliarias y en las divisas. Son muchos morlacos que lidiar, muchas faenas que culminar con éxito. Todo ello, con los antecedentes de una verborrea incompresible de Alan Greenspan pero, casi siempre, con efectos mágicos sobre los mercados.

Por lo que hemos visto en Bernanke, el ahora presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, la agilidad a la hora de sofocar pequeños fuegos, como el de la semana pasada, ha brillado por su ausencia. Pero démosle más tiempo, porque, entre otras cosas, no hay otra opción.

 

twitter.com/moisesssromero @MoisesssRomero

Moisés Romero




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