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CPE (2у‚тª parte)

Santiago Niño Becerra - Viernes, 02 de Junio

Tres datos de la realidad francesa de hoy:

1) la tasa de desempleo juvenil en Francia supera el 23% de la población activa de entre 16 y 26 años; 2) en el caso de los jóvenes de ascendencia no francesa ‘pura’ (por favor, no vean en este concepto tintes raros) alcanza, entre ciertos colectivos, el 50% y, 3) el 75% de los jóvenes franceses desearía ser funcionarios públicos.

 

La retirada del Contrato de Primer Empleo en nuestro vecino del Norte -¿se han dado cuenta de que ya nadie habla del tema?- generó ríos de tinta criticando la miopía de los sindicatos y de los políticos franceses y la demagogia de muchos de los líderes estudiantiles de Francia al no ver ‘por dónde van los tiros’ en la realidad económica actual, inmersa, como está, en la competencia postglobal.

 

Tal competencia, ha sido dicho, fuerza la implantación de normas que eliminen cualquier tipo de traba que restrinja y/o dificulte el despido, sea, ésta, administrativa, económica o, incluso social, de tal modo que se facilite la contratación del factor trabajo según necesidad, y se mejore de forma continuada la cualificación de la oferta de trabajo a fin de ampliar los colectivos disponibles donde escoger ese factor trabajo que las necesidades determinen; los datos expuestos en el primer párrafo avalan a los autores de esos ríos de tinta, y las posibilidades del entorno postglobal les brindan los argumentos definitivos.

 

Lo que es realmente curioso es que NADIE, ni expertos, ni CEOs de grandes compañías, ni propietarios de pymes, ni miembros de las patronales empresariales, ni líderes estudiantiles, ni representantes sindicales, ni -evidentemente- políticos, estén, o no, en los Gobiernos y con independencia del color de su partido (dejando al margen que en lo económico cada vez la semejanza entre esos colores es mayor), concluyen la línea iniciada por su razonamiento: que esa flexibilidad máxima requerida en todo lo tocante al factor trabajo, que esa hipercompetencia inherente al entorno postglobal, lo que ha puesto de manifiesto (no lo que está poniendo, ya que ya está puesto) es algo muy simple: que cada vez ‘hace falta menos gente para fabricar lo mismo’; dicho en términos científicos: cada vez se precisa de menos factor trabajo para generar, no ya la misma cantidad de PIB que antaño, si no más.

 

Flexibilidad total, ausencia completa de normas que protejan el empleo ante la competencia postglobal, contratación y despido según necesidad; vale, si se quiere ir por ahí, de acuerdo, pero, entonces, que alguien empiece a hablar de que se tiene que hacer con el factor trabajo que ya no es necesario, es decir, con las personas -jóvenes, o no- que ya no son necesarias y de todas las que van a ir dejándolo de ser, a medida que vayan pasando los meses, los años y los lustros.

 

¿A qué, planteada así, la cosa suena mucho más fea?

 

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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