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EL IBEX O EL DESVÁN DE LAS MUÑ‘ECAS ROTAS

Moisés Romero - Jueves, 01 de Junio
desvanLas Bolsas han vuelto a romperse. Es la segunda vez que ocurre en treinta y seis meses. Los índices han perdido masa muscular y evolucionan de manera errática y con la cabeza agachada, que es lo mismo que decir que contemplan, sin paliativos, una corrección indeseada, porque sólo los bajistas están satisfechos en la actualidad. Intentan erguirse, pero apenas lo consiguen. La presión vendedora no ceja en su empeño. Un brazo por aquí, una pierna por allá, jirones de camisa en el rincón. Son estampas del viejo desván donde se han almacenado las muñecas rotas con el paso del tiempo. De repente, los teléfonos de las salas de contratación han enmudecido. Ya no hay opas ni operaciones especiales. Ha desaparecido la fantasía y con ella gran parte del argumentario que ha mantenido en pie a las Bolsas.

Los más pesimistas hablan de claudicación, que es algo así como decir adiós a las cosas de la Bolsa por un tiempo indefinido, hasta que vuelvan a florecer las alzas. Los observadores insisten en que han sido las grandes gestoras e instituciones las que han procurado desenlace tan fatídico en la evolución de los índices, gracias a las ventas masivas desarrolladas en un movimiento de recolectar las ganancias acumuladas desde enero. El efecto dominó y las órdenes técnicas habrían hecho lo demás.

A toro pasado, que es como mejor se analizan las cosas de la Bolsa y otras muchas cosas más, lo importante ahora es saber los motivos de las ventas, las razones de peso que han influido en el ánimo de los gestores e inversores para ejecutar sus planes. La razón más poderosa, sin paliativos, es que hasta mediados de mayo, el principal índice del mercado español acumulaba una plusvalía superior al 10%, que era la que habían presupuestado las grandes instituciones y gestoras para todo el ejercicio.

¿Para qué esperar más tiempo si en apenas seis meses ya se ha conseguido ganar todo lo previsto para los doce meses? Por eso, el aluvión de ventas, que luego han procurado un efecto dominó más fuerte de lo previsto. Después de las ventas institucionales se han producido las ventas técnicas, las que se ajustan a posiciones matemáticas y estratégicas sin considerar otros asuntos fundamentales. Se venden acciones porque así lo dicta el ordenador ¿Y más tarde? El abatimiento del inversor privado que no sabe qué carta jugar ahora que los precios han caído a plomo.

La combinación de estos factores ha provocado la ruptura de los índices y, por consiguiente, la pérdida de orientación. De ahí el incremento de la volatilidad, las idas y venidas, los miedos y fantasmas y también, la aparición de caudales prestos a buscar gangas, con planteamientos a medio y largo plazo.

Que los índices estén literalmente rotos no significa que la tendencia de fondo haya seguido el mismo proceso. Ahora es necesario que las aguas se muestren tranquilas y que los inversores hagan pie, es decir, que no tengan la sensación dominante en la actualidad de que pueden morir ahogados. 

twitter.com/moisesssromero @MoisesssRomero

Moisés Romero




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