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EL DÑ“LAR, EN LA ENCRUCIJADA. VUELVE LA INFLACIÑ“N DE ACTIVOS

Moisés Romero - Martes, 06 de Junio
dollar Las crónicas de las últimas horas han repicado de manera insistente la altura alcanzada por el euro en el estreno de la semana, que es el eufemismo con que se delata a un dólar débil. Las cifras pobres de empleo conocidas el viernes en Estados Unidos trastocan el sentimiento reinante sobre fuertes subidas de los tipos de interés allí. Los mercados, lejos de regocijarse con esa expectativa, leen el discurso al revés y entonan ahora la letanía del enfriamiento económico que llega a la primera economía del mundo. Ni contigo, ni sin tí, corean los agitadores en clara referencia a los males bajistas que afectan a las Bolsas. Las reacciones alcistas, tras los varapalos de hace dos semanas, son cortas y muy tímidas. Ahora, el dólar vuelve a la carga y pone sobre la mesa la verdadera situación de unos activos muy inflados. Bernanke, además, saca el látigo y alerta sobre la inflación subyacente, que es lo mismo que decir que los tipos volverán a subir. De ahí el varapalo de Wall Street.

Antaño, los observadores desempolvaban los viejos manuales para argüir que un dólar débil pone contra las cuerdas a las compañías exportadoras fuera de su área de influencia, claro está, y mejora la posición neta de aquéllas en deudas en el billete verde. Eran, no obstante, otros años. Ahora, las empresas se endeudan en todas las monedas y, además, acuden a los seguros de cambio y a los derivados. En términos de exportación, sólo las economías muy localizadas, caso de Japón, pueden sufrir quebrantos, porque las grandes multinacionales han recurrido a la deslocalización, que es lo mismo que decir que cubren sus necesidades de empleo, facturación y beneficios en aquellas partes del planeta donde las cosas les son más ventajosas.

El dólar vuelve a mostrar un grado de debilidad extrema en las últimas horas, dentro de un movimiento recurrente desde que comenzó el año. Los grandes bancos de inversión han vendido dólares sin miramientos desde enero. La moneda ha aguantado el envite, en algunos casos órdago, por el fuerte flujo de dinero que acude desde China, La India y Japón hacia el área dólar. Hay momentos, como los actuales, en los que el trasiego es menor. Entonces, el dólar sufre más. Ayer llegó a las 1,30 unidades de euro.

Más que el efecto concreto en empresas cotizadas concretas, asunto muy amortiguado en la mayor parte de las ocasiones, lo peligroso de este torneo es el desbarajuste que siempre procuran los movimientos alocados de las divisas. O dicho de otra manera, la caída súbita del dólar, en este caso, o de cualquier otra moneda de fuerte peso en el entramado económico y financiero mundial genera movimientos en cadena, que resultan, con frecuencia, desproporcionados.

El dólar es, en la actualidad, la referencia principal en la valoración de activos al estar la mayor parte de ellos nominados en esta divisa. La caída del billete verde pone sobre la mesa, así, lo que tanto se ha dicho de la inflación de los activos en el mundo y de la necesidad de un ajuste a la baja, que debería ser ordenado. No está demostrado que la voladura vaya a ser controlada. En el reciente batacazo de las Bolsas hemos podido comprobar cómo las sobrerreacciones están a la orden del día y como el efecto dominó impera en los mercados.

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Moisés Romero




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