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Portugal

Santiago Niño Becerra - Miercoles, 14 de Junio

(Pronúnciese en inglés, queda mejor).  "Si los capitales ingleses pudiesen invertirse en Portugal

los capitalistas ingleses y los consumidores de los dos países saldrían ganando si tanto el paño como el vino se producen en Portugal".

La frase anterior pertenece a la obra "Principios de Economía Política y de Tributación", fue publicada en 1817 y escrita por uno de los que hoy están considerados padres de la economía: David Ricardo, un señor que, además de padre de la economía, puede ser calificado de antecesor de los que, en los finales 90, se forraron con aquellas cosas llamadas Stock Options -¿quién se acuerda ya de ellas?-, ya que, Ricardo, pudo jubilarse a los cuarenta y dos años y se dedicarse a vivir de las ganancias obtenidas de sus exitosas inversiones.

En aquellos años, Portugal e Inglaterra mantenían relaciones muy estrechas, relaciones en las que, evidentemente, las mayores ventajas las obtenían los inversionistas ingleses. Portugal desempeñaba el papel de ‘lugar donde deslocalizar' (como ven, hace mucho que el OffShoring fue inventado), pero con una ventaja: lo que allí se deslocalizaba, allí se quedaba. Hoy, para Portugal, esta regla ha dejado de cumplirse.

En anteriores ocasiones ya he comentado en lacartadelabolsa sobre Portugal. La conclusión siempre ha sido la misma: la nación lusa está mal, pero el penúltimo acto del empeoramiento de la economía portuguesa se está fraguando en estos momentos: se halla en estudio un proyecto para reducir las pensiones de jubilación, reducción que, en términos medios, supondrá situar la pensión media en el 61% del salario medio, y ello en un país en el que el que, hoy, casi el 65% de los pensionistas perciben una retribución mensual de menos de 375 euros.

Muchos argumentos han sido vertidos y numerosos razonamientos aportados para justificar esta reducción de las pensiones, pero eso: la reducción de las pensiones no es un elemento aislado en la economía portuguesa ni responde a una necesidad orientada a arreglar una situación puntual; esta medida se encuadra dentro de un marco regresivo caracterizado por una tendencia en pendiente en la que la economía de nuestro vecino por el Oeste lleva años insertado.

Lo que a Portugal hoy le sucede es que, pura y simplemente, ahora hay lugares más baratos en los que producir paño y vino; que en ningún momento, desde mediados del siglo XIX, Portugal ha podido llevar a cabo una acumulación de capital suficiente como para dar ‘el salto' (aunque este fuese pequeño), y que las décadas de dictadura salazarista y las guerras coloniales drenaron los pocos recursos que el país pudo generar. Portugal, en el pasado, fue útil, hoy ha dejado de serlo, ¡he ahí la cuestión!.

Reducir las pensiones tan sólo servirá para degradar más aún las condiciones de vida de una de las poblaciones más pobres de Europa: reducir el gasto público empeorará los ya ‘no buenos' servicios públicos portugueses; subir, más aún, los impuestos indirectos (ya verán como es el siguiente paso), empobrecerá a la población aún más. Evidentemente, ese no es el camino; pero, entonces, ¿cuál es?.

(Si lo buscásemos, ¿encontraríamos, hoy, en el Reino Unido a otro David Ricardo que nos diese la solución a los actuales problemas portugueses?).

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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