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ATOLONDRAMIENTO GENERAL TRAS EL EXCEPCIONAL VARAPALO

Moisés Romero - Viernes, 07 de Julio
gallina Ahora que julio echa andar, urge que los participantes en el mercado se muestren reflexivos y serenos, porque los movimientos corporativos se suceden; las expectativas sobre nuevos movimientos en los tipos de interés se despejan y la evolución de los bonos, a la que otros tantos han achacado los recientes males de los mercados, se muestra más coherente con el encuadre actual. Pese a la euforia contenida de los últimos días, en lo que es reflejo automático de los estados de ánimo y de humor de Wall Street, la mayoría de los actores siguen aturdidos. El atolondramiento es general, fruto del excepcional varapalo soportado por los mercados desde el 9 de mayo, aunque recuperado de manera parcial en la última quincena de junio. Hay muchas compañías con precios a tiro de piedra, pero el dinero se muestra reacio a volver a los mercados de acciones. Sólo los más fríos y aguerridos operadores actúan convencidos en el coso sin dejar de lamerse las heridas recibidas en el penúltimo combate.

En los foros más sensibles a los asuntos de la Bolsa hay consenso a la hora de señalar que los reajustes soportados por las Bolsas desde el 9 de mayo eran necesarios pero no con la intensidad con la que se han producido. O sea, que a alguien se le ha ido la mano en las últimas semanas de tal modo que muchas empresas han  corregido más de lo que es aconsejable. Las sobrerreacciones provocan fenómenos como éste y gracias a ello dejan el terreno libre para entrar de nuevo con compras selectivas.

Hay consenso en que la caída ha sido excesiva pero se mantienen grandes brechas abiertas a la hora de valorar las expectativas de futuro y el deterioro o no de los fundamentos del mercado. Es normal que se generalicen las divergencias entre inversores, operadores, observadores y analistas, máxime después del choque emocional (y de inversión) sufrido en las últimas semanas. Un boxeador noqueado tarda tiempo en reaccionar, en hilvanar estrategias y razonamientos. La Bolsa actual se asemeja a un púgil que ha mordido la lona y al que le ha costado mucho ponerse en pie. Cuando lo ha hecho, las piernas aún le flaquean durante varios días.

Con el análisis del sentido común cabe aventurar, en este estreno del segundo semestre, que gran parte de lo peor ya ha pasado, ya ha sido cotizado, y que las Bolsas están obligadas a abrir y cerrar sus puertas, a cotizar buenas nuevas expectativas y referencias. Un razonamiento simple nos lleva hasta un puñado de valores que han sido castigados sin piedad y que cuentan con precios de entrada muy favorables. O lo que es lo mismo, cabe esperar que en las próximas semanas los mercados recuperen poco a poco el equilibrio perdido, porque, entre otras cosas, la ley del péndulo nunca es eterna.

Operaciones corporativas, que crecen a gran ritmo en las últimas semanas, y publicación de los resultados empresariales correspondientes al primer semestre del año nos conducirán, con toda probabilidad, a una zona de menor emotividad, pérdida de volatilidad y mayor sosiego. Si esta tendencia de fusiones, opas y aquisiciones se mantiene y los resultados ayudan, que es lo que esperan los expertos, la Bolsa volverá a mostrarnos la mejor de sus sonrisas. 

Eso sí, los actores no deben olvidar que desde hace años el factor geopolítico añade incertidumbre y que hay que aprender a convivir con él. 

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Moisés Romero




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