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ENGORDA LA AUTOCARTERA QUE ALGUNA CAJA DE AHORROS TE LA COMPRARÁ

Moisés Romero - Lunes, 04 de Septiembre
Los actores en el mercado se frotan los ojos para dar crédito a lo que están viendo. Algunos se pellizcan para cerciorarse de que esto no es un mal sueño. Son muchas las compañías las que se han acostumbrado a vivir con el éxito bursátil, alza tras alza, de manera ininterrumpida durante los últimos seis años y no admiten que el mercado les dé la espalda. Toman el dinero que hay en la caja para comprar acciones propias, porque saben que más pronto que tarde alguna de las cajas de ahorros que pululan por nuestro país les tenderá la mano y les recomprará el papel que el mercado vende. De ahí el estupor de los actores y participantes en la Bolsa. Éstos no pueden competir con las propias empresas. En su despedida el exgobernador del Banco de España, Jaime Caruana, pidió a las cajas de ahorros que se autolimiten en sus participaciones industriales porque suponen riesgos adicionales que deben considerar. Reiteró, una vez más, que las cajas deben ser fieles a sus orígenes y tener un cierto grado de autocontrol, especialmente en aquellas participaciones con mayor importancia accionarial. La sordera, no obstante, es total.

Es una martingala que entra dentro de la ley pero con múltiples rendijas por las que se escapan actuaciones punibles. Son muchas las compañías las que han engordado la autocartera en las últimas semanas con el único objetivo de intentar evitar la sangría bursátil y, por derivación, la descapitalización de los accionistas de peso. Las empresas acuden a las juntas generales de accionistas con peticiones para ampliar capital y comprar acciones propias hasta un máximo del 5% del capital, que es lo que marca la ley. Una veces ponen en marcha estas aprobaciones y otras no. Se someten las peticiones a la junta para tener las espaldas cubiertas.

Hasta aquí todo legal, transparente, con luz y taquígrafos. La cuestión se tuerce, el panorama se nubla a la hora de decidir el cuándo, el cuánto y el cómo. El castillo se cae abajo cuando antes de que las empresas inicien movimientos de recompra de acciones propias ya han hecho lo propio accionistas del núcleo duro. Dicen los puristas que para eso están las murallas chinas. El mercado, no obstante, prefiere hablar de casualidades dado que el regulador poco puede hacer en este caso, salvo que las compras vayan precedidas de operaciones singulares.

El recurso a la autocartera es menor siempre en aquellas compañías en las que el consejo de administración cuenta con posiciones testimoniales en el capital y, además, no hay núcleos duros. O sea, otra de las numerosas casualidades de la vida en al Bolsa. Casualidad, también, que las empresas que en las últimas semanas compran más acciones propias sean aquellas que más han subido desde 2000. Como las constructoras.

Antaño, los mejores sabuesos del mercado seguían a las compañías que trataban de sostener al precio que fuera sus acciones en Bolsa, porque eso era garantía de futuro al ser las que menos bajaban y las que más rápido subían. En la coyuntura actual este fenómeno no es comparable aún a sabiendas de que más pronto que tarde vendrá alguna caja de ahorros, de las muchas que pululan por nuestro país, en ayuda de la compañía y le comprará la autocartera. Entonces podremos comprobar que esa misma caja de ahorros ya estaba presente en el accionariado. Es decir, como Juan Palomo.

La pregunta, sin embargo, no ha cambiado con el paso del tiempo ¿artimañas de este jaez serán suficientes para evitar el desplome de los precios de las acciones de esas compañías en Bolsa cuando cambie la tendencia?

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Moisés Romero




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