La Carta de la Bolsa La Carta de la Bolsa

NO ES UN CASO DE MELANCOLÍA, ES DE SENTIMIENTO NEGATIVO

Moisés Romero - Lunes, 17 de Julio

negativo Los clásicos siempre han dicho que el sentimiento de los participantes en el mercado tiene un peso específico muy elevado en la conformación de las tendencias y en el proceso de formación de las cotizaciones. Es más, con frecuencia, las tendencias se generan de puertas adentro y es el entorno, luego, el que las prolonga en una u otra dirección. Desde hace dos meses, el sentimiento de inversores, operadores y analistas en general se ha vuelto más hosco y triste. No es un caso ahora, como sucede a veces, de melancolía sino de empeoramiento de las expectativas. La lenta pero persistente tendencia al alza de los tipos de interés ha provocado un vuelco en los mercados similar al que provocó el movimiento inverso de los tipos.  O dicho de otra manera, el fiel de la balanza se inclina ahora hacia el otro lado.

Si Perogrullo levantara la cabeza proclamaría a los cuatro vientos que los mercados de acciones y de otros activos muy inflados edstán condenados a corregir en los próximos meses empujados por las nuevas alzas de tipos de interés que se pregonan en el mundo industrializado, desde Japón, que acaba de abrir el melón, hasta Estados Unidos pasando por China y recalando en Europa. Perogullo recordaría a los participantes que la denominada inflación de actgivos, tantos los especíificamente bursátiles como los inmobiliarios o los bonos ha estado inducida por la descomunal y agresiva bajada de los tipos de interés iniciada en su día por el expresidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Alan Greenspan.

Con la excusa de una inflación incipiente, que sólo ha enseñado la patita por la ranura de la puerta, los poderosos bancos centrales del mundo han procedido a dar un giro radical en sus respectivas políticas monetarias y a abandonar, en el mismo acto, posiciones laxas por otras más rigurosas. El ciudadano del mundo, sea español, chino, portorriqueño o estadounidense, está endeudado hasta las cejas y observa cómo mes tras mes el pago de sus deudas crece ¿O alguien había llegado a pensar alguna vez que las deudas no se pagan?

Generalmente, las deudas hay que resarcirlas. Solo algunos Estados, como Argentina y otros donde no hay estabilidad jurídica de ningún tipo deciden ponerse el mundo de las deudas contraídas por montera y no pagarlas. Lo normal es, no obstante, que se abone la consumición salvo que no se disponga de cash. Entonces llega la hora de los impagados. En términos puramente bursátiles, la menor capcidad de ahorro conlleva una aminoración de los flujos de dinero destinados a la Bolsa, a otros tipo de inversiones y al consumo en general. Como impacto muy pernicioso para los mercados, la morosidad, ahora en mínimos históricos, aparecerá en cualquier momento, con varapalo a los bancos cotizados y no cotizados.

En el empeoramiento de las expectativas, además del consabido factor geopolítico, que vuelve a ofrecer ahora su peor cara con los sucesos en La India y la guerra declarada por Israel en la zona, destacan los resultados empresariales, que conforman uno de los pilares básicos del mercado. Abundan en este verano tórrido las advertencias sobre un futuro peor y plagado de dudas. Por eso, las Bolsas retroceden.

No es, por tanto, un caso de melancolía, morir de tristeza, sino de contemplar miedosos el futuro que llega. La Bolsa siempre cotiza expectativas. 

twitter.com/moisesssromero @MoisesssRomero

Moisés Romero




[Volver]