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Agua, Gas Y Electricidad

Santiago Niño Becerra - Viernes, 04 de Agosto

Hace algunos días hablábamos de temas recurrentes; hoy, también.

Llevamos días con ‘cortes de luz': en distintas zonas del reino se producen apagones que afectan a encolerizados usuarios. En Invierno, las variaciones de tensión son apreciables: ‘la luz oscila' y en aquellos lugares que disfrutan de una red de distribución de gas se quejan de que ‘el gas no calienta'. En innumerables pueblos y ciudades, ‘el agua del grifo' sabe cada vez peor y su presión decrece día a día, aúllan los abonados. ¿Qué sucede con los servicios de A, G & E?.

Las compañías que se encargan de la generación y distribución de estos suministros se quejan, amargamente, de que los precios que por dichos suministros cobran a los usuarios, al estar reguladas sus tarifas, no cubren las inversiones que son necesarias acometer a fin de garantizar el suministro y la calidad del mismo; en consecuencia, reclaman aumentos de tarifas. En el otro lado, los usuarios dicen que ya están hasta allí de pagar más, y más, y más por unos suministros que, día tras día, son cada vez peores, tanto en lo tocante a la calidad del servicio como a la de lo suministrado. Y en eso estamos.

La verdad es que no soy un experto en este tema, sin embargo, y tras documentarme un poco, me atrevo a decir algo que va a sorprender a más de una/o de Uds.: ‘ambos dos' (como decía aquel) colectivos -compañías y usuarios- tienen razón; y aquí radica el problema.

Este tipo de servicios requieren unas inversiones fabulosas a fin de mejorar constantemente su capacidad debido a la tendencia al alza que la demanda lleva experimentando en los últimos años (veremos que sucede con la demanda dentro de 3 ó 4 años), inversiones que precisan de ingresos crecientes; como las compañías son sociedades que deben responder ante unos accionistas, éstos exigen beneficios, para lo que las compañías precisas de mayores ingresos y menores costes; pero las tarifas se hallan reguladas.

Los usuarios, por su parte, están has los h----- de pagar, porque, en relación al PIB pc de España y en comparación con los de los restantes miembros de la UE, estos servicios no son de los más baratos que digamos; además, y, como las rentas evolucionan como lo hacen, si se paga más por el trinomio A, G & E se dispondrá de menos pasta para pagar por otras cosas; por último su argumentación vuelve al tema de la calidad menguante de estos servicios.

El Gobierno (este, el anterior, el de antes, ...) -estoy convencido de ello- es consciente de los argumentos de ambas partes, lo que sucede es que ve que, hoy por hoy, una gran parte de la población no puede pagar más por esos tres servicios, por lo que si autorizase un mayor aumento de tarifas, éste afectaría a la inflación, a la capacidad adquisitiva de muchas familias y al número de votos que su partido obtendría en las próximas elecciones.

Entonces, ¿qué se decide hacer?, pues nada en absoluto; bueno, nada, no: charlar, discutir, berrear y aguantarse. (Si Mr. George Walker Bush ha utilizado la palabra, doy por supuesto que yo también puede utilizarla). ¡Vaya mierda!.

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramón Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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