La Carta de la Bolsa La Carta de la Bolsa

EL DINERO NO SABE DE OTROS TEMPLOS NI DE FIESTAS DE GUARDAR

Moisés Romero - Martes, 15 de Agosto
En un mundo globalizado hay rincones que se respetan menos que otros. O dicho de otra manera, existen áreas de influencia económica y zonas de sombra. En los últimos años se ha hablado de la armonización de los horarios de la Bolsa española con el resto de los principales mercados internacionales, que es la forma de ocultar que los horarios los impone Wall Street seguido de la City londinense y, a continuación, de Francfort. Son muchos los que se rasgan hoy las vestiduras al comprobar que nuestra Bolsa abre las puertas como cada día despreciando una de las grandes fiestas religiosas del año. Las Bolsas, soportadas por el dinero, sólo conocen sus propios templos y no saben de fiestas de guardar.
Hay mucha literatura endeble respecto a los festivos nacionales cuando relatan la fuerte caída de los volúmenes de negocio en días como hoy por el singular entramado de la red financiera nacional, es decir, de la tramitación de órdenes. Es cierto, que la mayor parte de los inversores privados nacionales ejecuta sus movimientos en Bolsa a través de las redes de bancos y cajas de ahorro, que hoy permanecen cerrados. Poco a poco se impone la operativa por Internet y, también, el acomodo específico y personal con las agencias y sociedades de valors y Bolsa.
 
No obstante, lo de la merma de actividad prevista para hoy es una verdad a medias, como sucede con otros tantos fenómenos bursátiles. La pérdida de negocio hoy no será tan baja como prevén los observadores fugaces, porque el resto de los mercados internacionales sigue abierto. El peso del inversor privado nacional es cada vez menor y mayor el de los extranjeros, que mueven más del volumen medio diario de la Bolsa española. A esto hay que añadir, la fuerte presencia de las instituciones, que siguen hoy con sus mesas de operaciones abiertas y con sus turnos de guardia correspondientes.
 
Las fiestas, en fin, ya no son lo que eran en términos de generación de expectativas bursátiles, porque ya no hay festivos en la Bolsa española. El dinero sólo conoce su propio templo y no sabe de fiestas de Guardar. Es el sello de los nuevos tiempos y no caben las peroratas religiosas o los sentimientos históricos de una fiesta arraigada en la población española. Es lo que hay.
 
Por eso, los bolsistas que descuiden hoy la guardia muy bien podrían cometer un error de bulto. La rueda de la Bolsa no se detiene. 

twitter.com/moisesssromero @MoisesssRomero

Moisés Romero




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