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Divisiones en el BCE amenazan la respuesta a la crisis

Paul Carrel - Viernes, 26 de Agosto Mientras combate la crisis de deuda de la zona euro, el Banco Central Europeo enfrenta sus más graves divisiones internas sobre política monetaria en sus 13 años de historia, brechas que amenazan con dejar a la región vulnerable a cualquier nuevo ataque del mercado. La división entre los 23 miembros del Consejo de Gobierno del BCE se centra en la decisión de principios de mes de revivir un polémico programa de compra de bonos gubernamentales de estados débiles, para intentar estabilizar a unos mercados financieros en pánico. Las diferencias sustanciales sobre política monetaria entre los representantes de los 17 países de la zona euro son inevitables y estaban previstas por los fundadores del banco central. Pero dado que las actuales disputas implican mucho más que finas políticas de ajuste, y van al corazón de cómo define su misión el BCE, tienen el potencial de minar la capacidad del banco central de contener la crisis, según ciertos analistas. "Esta probablemente es la mayor división interna, o la más importante disputa interna, en la historia del BCE, en lo que puede decir un externo", dijo el economista del banco de Berenberg Holger Schmieding. POCO APETITO Se presume que los miembros del Consejo de Gobierno de los países endeudados de la zona apoyan firmemente la decisión del BCE de retomar la compra de bonos tras 19 semanas de pausa. El proceso de toma de decisiones del BCE resalta el consenso pero está basada en última instancia en el principio de una persona, un voto. La decisión tuvo éxito en bajar el diferencial de los rendimientos de la deuda de España e Italia para ponerlos en torno al 5,0%, frente al peligroso nivel sobre el 6,0% antes de la intervención del banco central. Pero el jefe del banco central alemán, Jens Weidmann, y Juergen Stark, otro responsable de política germana, lideraron un grupo de cuatro dentro del Consejo oponiéndose a la reinstauración, aseguran fuentes de la entidad. Ambos creen que la compra de bonos podría alimentar la inflación, alentar el gasto irresponsable de los gobiernos y comprometer los principios monetarios conservadores. Su influencia se reflejó en la forma en la que el BCE anunció que estaba aumentando la compra de bonos. El BCE enterró la noticia en el último de los seis puntos en el comunicado del 7 de agosto, e incluyó la calificación de que su decisión apuntaba a "asegurar la estabilidad de precios en la zona euro". Esto dejó a los inversores con la firme impresión de que el BCE tiene poco apetito por comprar bonos y que lo hará a regañadientes hasta que el fondo de rescate de la zona euro esté capacitado para hacerse cargo, lo que parece improbable que ocurra antes de octubre. Desde la decisión del BCE, la postura de los duros en política monetaria no parece haber cambiado. A comienzos de semana, el banco central alemán criticó públicamente la compra de bonos en el mercado secundario por reducir los incentivos para llevar una "política fiscal apropiada". La división dentro del Consejo levanta dudas sobre si el BCE tendría la fortaleza de impulsar la compra de bonos en el caso de un nuevo ataque de los mercados a Italia y a España, u otros países. "Esto implica que existe incertidumbre sobre la duración de su compromiso", dijo el gestor de cartera Andrew Bosomworth de Pimco, el mayor fondo de bonos del mundo, cuando se le preguntó si el BCE mantendría los rendimientos de Italia y de España en torno al 5,0%. El BCE redujo su compra de bonos la semana pasada a 14.300 millones de euros desde los 22.000 millones de la semana previa, mostrando un patrón similar al de mayo de 2010, cuando comenzó el programa con compras por un total de 16.500 millones de euros antes de reducir rápidamente su escala. En última instancia, el programa no evitó una fuerte subida en los rendimientos de Irlanda y de Portugal que empujó a estos países a buscar un rescate financiero internacional. Pero el economista ganador de un premio Nobel Myron Scholes dijo que el BCE no podría mantener su programa de compra de bonos por mucho tiempo antes de tener que comenzar a imprimir dinero sin esterilizar las compras. "El BCE tiene cerca de ocho semanas antes de tener que imprimir dinero", dijo Scholes a Reuters. OPINIÑ“N POPULAR La división dentro del BCE es peligrosa en parte porque amenaza con inflamar la opinión pública en los países ricos donde crece el escepticismo sobre la ayuda a sus socios débiles. La ruptura promete cargar la llegada de Mario Draghi a la presidencia del BCE, cuando reemplace en noviembre a Jean-Claude Trichet, con un difícil desafío diplomático justo cuando intenta asentar su autoridad dentro del banco central.


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