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A favor y en contra del Rescate

Antonio Gallardo, iAhorro.com, Comparador de Bancos - Lunes, 08 de Octubre

Como si se tratara de una margarita deshojándose, el debate sobre si España pedirá o no pedirá el rescate no hace más que acrecentarse y dilatarse en el tiempo, un tiempo que se ha ganado ligeramente si tenemos en cuenta la situación de nuestra prima de riesgo, por encima de los 400 puntos pero lejos de los máximos que alcanzó este verano. Pero como decimos, el margen es muy estrecho. Los Presupuestos Generales del Estado del 2013 destinarán una cuarta parte de todos los gastos al pago de intereses de la Deuda, una cifra desorbitada y difícilmente sostenible que cualquier alza de la prima de riesgo puede convertir en insoportable.

Esto es lo que opinan los defensores del rescate, la factura por intereses ya es lo suficientemente alta y sus consecuencias peores a las que nos puedan imponer “los hombres de negro”. Esta premisa no deja de tener un componente muy cierto, los presupuestos están cogidos realmente “con alfileres”, ya no sólo por la vía del gasto, ya que los recortes parecen cada día más complicados (especialmente si no se toca el empleo público) y los ingresos imposibles: la renta cae, el consumo se desploma y la recaudación de impuestos será menor y más complicada. ¿Puede sacarse Montoro nuevos impuestos de la chistera? Posiblemente si, pero al igual que los recortes, los márgenes y su efectividad son cada vez más estrechos. ¿Qué nos pueden pedir a cambio de este rescate? Las pensiones dejarían de ser intocables y tocaría lo que algunos demandan, una reforma en la administración que llevaría a desmantelar muchas duplicidades, pero añadirían un problema que es difícilmente asumible en este momento, sumar 300.000 empleos públicos destruidos a los 4,7 millones de desempleados.

Argumentos para esperar

Para no sufrir estas nuevas imposiciones, pérdida de soberanía y desde luego un enorme coste político, el Gobierno se aferra a no solicitarlo hasta que no quede ninguna bala en la recamara. Esto es lo que al menos se transmite en la mayoría de sus declaraciones, aunque algunas noticias, como la de Reuters de hace un par de días, habla de que lo que quiere nuestro Ejecutivo es tener la certeza de que si va a pedir el rescate, no va a tener la negativa de otros países reticentes, como Finlandia, o especialmente Alemania. El coste de pedir un rescate y llevarse un no como respuesta sería impensable para nuestra economía.

Por ello, el Ejecutivo ha echado un órdago, que se basa fundamentalmente en que algunos “números” de aquí a fin de año sean lo suficientemente positivos para transmitir seguridad a los mercados. Y estos son fundamentalmente el cumplimiento en los objetivos del déficit marcados para el ejercicio, y de forma colateral otras cifras como una mayor contención de los precios una vez pasado el efecto de subida del IVA, una menor destrucción de empleo y buenos datos finales del sector turismo o incluso de las exportaciones (aunque no van a compensar el desplome del consumo interno). Es importante saber también cómo se va a desarrollar el rescate financiero, la transmisión de activos al banco malo y como se solventan los procesos de fusión y liquidación. La rapidez es fundamental, por ejemplo la ampliación de capital anunciada por el Banco Popular, aunque le supone un coste para la entidad (lógico por el efecto de dilución de beneficios) si es una señal positiva para el mercado. Eso si, ni cumpliendo estas cifras se garantiza poder aguantar durante los siguientes meses el precio de la Deuda por ello, esta bien intentarlo, pero también si la realidad se tuerce se deben tomar decisiones rápidas y sólo pensando en el interés económico general, y no el político.

En definitiva, salvo sorpresa, nos quedan días de desojar la margarita, de intercambios de opiniones, de reproches, de cifras y de no perder vista a los mercados, mientras, los ciudadanos seguiremos de meros espectadores.

Antonio Gallardo, iAhorro.com, Comparador de Bancos




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