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¿A qué nos vamos a dedicar en el futuro?

José Luis Martínez Campuzano - Jueves, 12 de Julio

Recuperar el crecimiento. Pero un crecimiento estable y sostenido, más allá de las recuperaciones cíclicas que hemos visto en los últimos cuatro años.  ¿Cómo hacerlo? Estoy convencido de que esta pregunta, dirigida a un consejero del ECB, sería respondida con medidas de ajuste estructural que aumenten el crecimiento potencial y medidas de ajuste fiscal que muestran la necesaria disciplina que convenza a los mercados.

¿Será suficiente con la Crisis del Euro? En este caso añadiría que es precisa una mayor convergencia financiera y fiscal que convenza al mercado (como ven, el mercado se constituye como un juez implacable) de la supervivencia del Euro. Nada de margen adicional en política monetaria, enfocada en la estabilidad de la inflación. Pero esta misma cuestión, dirigida en este caso a un consejero de la Fed, podría obtener diferentes respuestas: desde aquellos que piden también una respuesta política que clarifique el Cliff fiscal en la parte final de año sin obviar la posibilidad  que la política monetaria tenga que actuar de nuevo si fuera preciso (en este punto nos recordaría la doble obligación de crecimiento e inflación desde la Fed). Entre ambos, las autoridades internacionales responsabilizarían por un lado a las autoridades norteamericanas de un exceso de deuda que compromete su futuro y a las europeas de no tomar medidas que realmente finalicen la Crisis política que supone el Euro.

¿Y las autoridades políticas europeas? Depende de los gobiernos cuestionados. Los de los países más presionados por el mercado pedirían unas condiciones financieras más factibles, proporcionadas por el ECB, que den tiempo para que las reformas ya emprendidas (por supuesto, dirían que ya se ha hecho todo lo que se podía) den sus frutos. Los de los gobiernos de países que ahora actúan como benchmark en el EUR pedirían más medidas y se pondrían como ejemplo en términos de competitividad. El Gobierno norteamericano, por supuesto, pediría resolver ya la Crisis del Euro.

De hecho, debo reconocer que pocos se preocupan por los problemas a medio y largo plazo de las economías cuando creen ver brotes verdes a corto. Sí, es cierto,  se plantean escenarios macro a medio plazo pero resultan poco creíbles como incierta es la salida de la Crisis actual. Es más: sigo pensando que muy pocos entienden que no es una crisis como son varias que se presentan de forma simultánea: una crisis de deuda acumulada que requiere ahorro y ajustes para su reducción; una crisis de excesos y sobrecapacidad del sector financiero que requiere de medidas estrictas para su saneamiento y recapitalización; una crisis de los mercados, también sobredimensionados y dominados por la alternancia entre el pánico y el optimismo (no euforia, no el miedo) de los inversores; una crisis, al final, de tipo político que va desde los problemas institucionales de la zona EUR hasta los cambios que se han producido en los países árabes y la pérdida de soporte de los partidos tradicionales entre la población en los países desarrollados. Demasiados problemas a la vez.

Volviendo al crecimiento de largo plazo, centrándolo de nuevo en la zona EUR, en su último Informe Mensual el ECB realiza un simple análisis de la evolución de las perspectivas de crecimiento de largo plazo para el área desde los analistas económicos en los últimos diez años resaltando su caída en un punto hasta el 1.8 % actual (nivel no lejos del crecimiento potencial que se estima en estos momentos). La Crisis nos ha costado hasta el momento un punto en las perspectivas de recuperación estable de la economía, consecuencia del deterioro del mercado de trabajo (aumento del desempleo temporal) y del stock de inversión. Desde el elevado optimismo que nos trajo las nuevas tecnologías a principios de siglo hasta la incertidumbre actual a que lleva la Crisis, que puede provocar un deterioro de las perspectivas de inversión de las compañías. La dificultad en las condiciones de financiación haría el resto.


Y lamentablemente, este deterioro en las perspectivas de crecimiento a largo plazo es similar, en mayor o menor medida, al que sufren el resto de las economías desarrolladas. En este punto debemos introducir un factor nuevo a considerar: el envejecimiento de la población.

¿A qué nos vamos a dedicar en el futuro? Un inversor me hacía esta pregunta hace unos días referida a España. "A lo mismo que antes, pero mejor", le respondía yo. Es lo que tienen las crisis: agudizan el ingenio. Ahora sólo hace falta que las autoridades pongan las condiciones necesarias para que el dinamismo, la ambición y la creatividad vuelvan a triunfar. Reconozco que no soy excesivamente optimista a corto plazo. Quizás más adelante.


José Luis Martínez Campuzano es Estratega de Citi en España




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