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ACAB (Con perdón)

Santiago Niño Becerra - Lunes, 12 de Marzo

¿Saben lo que significa la palabra del título?.

Bueno, en realidad no es una palabra, sino una sigla, la de "All Cops Are Bastards", esa sigla, desde hace varios meses, es pintada en muros y paredes de Italia en referencia a los controles policiales y a la actuación de la policía en los estadios de fútbol así cómo en los momentos anteriores y posteriores a los encuentros futbolísticos. El motivo Uds. lo conocen: las algaradas y disturbios que están alterando la vida ciudadana del país transalpino y que, de momento, derivó en el reciente asesinato, supuestamente cometido por hinchas del Catania, de un miembro del orden.

En relación a la violencia que rodea el mundo del fútbol, a la violencia con que algunos seguidores se comportan dentro de los estadios y en sus aledaños mucho se ha escrito y comentado, y más desde la muerte de este policía italiano. A la vez, una ingente cantidad de literatura se ha producido en relación a los motivos que impulsan a estos violentos a actuar de tal modo. Y, también, ríos de tinta se han vertido analizando las medidas pertinentes y convenientes para detener y evitar tales actos vandálicos.

Ante esta situación de creciente y extendida violencia que se está produciendo en muchos países alrededor del fútbol, deporte mayoritario donde los haya, cabe tomar, entiendo, una de estas dos posiciones.

O la violencia en el fútbol es un hecho que escapa a la comprensión de sociólogos, psicólogos, psiquiatras e investigadores del comportamiento, un hecho que va más allá de lo que los expertos en educación pueden entender, que supera la capacidad de análisis y de actuación de los mejores técnicos en fenómenos de masas y que, por ello, es irresoluble utilizando las herramientas de que ahora disponen los Gobiernos nacionales y locales y, por tanto, requiere una panoplia de útiles que aún están por inventar;

o la violencia en el mundo del balompié es algo que se está moviendo dentro de unos márgenes tolerables, que sirve para descargar adrenalina, que mantiene ocupadas las ansias de protesta de jóvenes y no tan jóvenes y que, en consecuencia, canaliza unas insatisfacciones que, de ser erradicada tal violencia, explotarían en otras direcciones, la mayoría muy difícilmente previsibles.

Porque, ¿qué es menos malo?, ¿qué unos cientos de jóvenes ataviados con bufandas de un color destrocen unos cuantos bancos de un parque y se den unas tortas con otros jóvenes ataviados con bufandas de otro color, o que esos jóvenes se planten ante la sede de un Gobierno y empiecen a vociferar que ya están hasta un sitio de que lo que estudian no les sirva para encontrar un empleo correcto y/o que el empleo que tienen nada tenga que ver con lo que han estudiado y/o que el salario que perciben no les alcanza para pagar la hipoteca que no tienen otro remedio que pagar?.

¡Ojo!, yo no digo nada, tan sólo estoy preguntando cual, de dos opciones, es la más acertada (o la menos desacertada, que para el caso ...).

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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