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Anchoas (y más)

Santiago Niño Becerra - Jueves, 20 de Marzo Hablaremos de anchoas, después.

Bueno, además de aquíт­: en lacartadelabola, ya ha sido dicho: Joseph Stiglitz, premio Nobel: USA está encarando la peor crisis financiera de los últimos 80 años (http://www.bloomberg.com/apps/news?pid=20601087&sid=aF1oNIxk3Ye0&refer=home) . Bien, si a 2008 le restamos 80, da ! 1928: ya hemos llegado, y ahíт­ nos vamos a quedar. (La ciudadaníт­a ya está instalada en ¿el fatalismo?: una amiga me ha telefoneado un rato después de leerlo, se lo he comentado; hemos quedado esta tarde, para tomar algo: “como nada podemos hacer al margen de estar informados ...”, me ha dicho).

En USA bajaron los tipos y las Bolsas subieron, ¿por qué?. La FED ha dicho que el sistema financiero está estresado, pero el estrés se trata con relajantes, ¿no?. Las bolsas podríт­an subir si se esperase que las bajadas de tipos sirvieran para encauzar la situación, para animar el consumo, para eliminar los riesgos de impagos, para restaurar la confianza, pero las bajadas de tipos sólo se hacen para prolongar artificialmente la vida a algo que ya está agonizando. ¿Se está dando un relajante para que se aguante el tiempo necesario porque se tiene que seguir creyendo que no-sé-qué es posible?.

Lo que aún no se ha dicho por ahíт­ (aquíт­ si: Uds. lo han leíт­do). Lo que pasó en el 29 fue tan terrible porque se dieron, a la vez, dos crisis: una de subconsumo y otra de sobreproducción. Bien, hoy, está empezando a suceder lo mismo: la gente ya ha agotado su capacidad de endeudamiento (volumen de deuda contraíт­da) y su capacidad de demandar más crédito (valor de sus activos inmobiliarios a la baja, endurecimiento de las condiciones crediticias). A las entidades financieras cada vez les cuesta más encontrar pasta para prestar y a prestatarios solventes y/o con perspectivas solventes, por ejemplo, de conservación de su empleo, por lo que su negocio: los préstamos, declina. A las compañíт­as la actividad les baja: el consumo (público, privado, inversión, exportación) declina, y las posibilidades de aumentar la productividad crecen y crecen, por lo que la necesidad de reducir costes para mejorar su competitividad, se dispara. Junten todo eso y resúmanlo en dos conceptos: no se rompan la cabeza: están inventados: sobreprodcción y subconsumo, como en The Great Depressión.

Y, además, está pasando “todo lo que está pasando” con los bonos y con los diferenciales entre los bonos a corto, a largo y los tipos de interés; esas cosas de las que prefiero no hablar pero que tensionan todo al meter presión a un sistema que ya está estresado. (En el reino se dice que hay motivo de tranquilidad: las entidades financieras tienen todos los créditos metidos en sus balances, no como esos bancos de USA y de UK; vale, verdad será, pero, por favor, que alguien me responda a una pregunta: ¿en qué parte de sus balances tienen las entidades financieras metidas y bajo que conceptos figuran, las decenas de miles de personas a las que se concedió un crédito cuyas cuotas mensuales superan el 50% de los salarios que les pagan en unos empleos que dentro de cuatro díт­as van a estar en el alero?; otra pregunta más: ¿y los créditos concedidos a empresas cuya finalidad era fabricar y vender bienes y servicios (cosas y ocio) a esas personas anteriormente mencionadas?).

Bueno, vamos a por las anchoas, que el tema se las trae. 

La Comisión Europea no va a levantar la veda de la pesca de la anchoa en el Golfo de Vizcaya (de Gascuña, para los franceses) debido al negríт­simo panorama que están pintando todos los informes técnicos que sobre la especie han sido solicitados.

Estos temas, el de la pesca, en general, y el de la anchoa, en particular, los conozco bien debido a que mi esposa es vasca, de un pueblecito de la costa de larga tradición marinera y muy cercano a otro famoso por su flota pesquera y sus conservas de pescado. Y lo que cuentan los profesionales y los aficionados avanzados a la pesca, pone los pelos de punta.

El resumen del resumen de todo lo dicho en relación a la anchoa es muy simple, y no muy diferente a lo sucedido con otros bienes no-fabricados. Hace treinta años se pescaban las anchoas que se estimaba oportuno, sin limitación, pero las pescaban un número menor de buques de los que hoy pueden dedicarse a tal actividad, y utilizando medios artesanales, es decir, con una tecnologíт­a paleolíт­tica en comparación con la que ahora se utiliza. Esto, a lo que equivale, es a que las capturas se han disparado, ¿por qué?, pues porque la demanda lo ha hecho en igual proporción.

Una amiga míт­a está casada con un señor nacido en Zarautz, hace años, muchos, me comentó que, en Verano, no era extraño ver sobre los muelles del puerto viejo de San Sebastián montones de anchoa que era vendida a una peseta el Kg., es decir, que era prácticamente regalada o, incluso, que llegaba a ser regalada. Eso, lo han adivinado, sucedíт­a porque las capturas sobrepasaban con creces la demanda, y eso, repito, sin que existiese limitación alguna, y ello, insisto, sin que se pusiese a la especie en peligro de extinción.

Pero claro, con los “bienes naturales” no pasa lo mismo que con los fabricados. Se puede fabricar todo el acero que se quiera fabricar, pero, hoy al menos, no se pueden capturar todas las anchoas que se quiera porque la anchoa está sujeta a unas reglas que nada se asemejan a las del acero. Acusar a los pescadores y a las empresas pesqueras de inconsciencia, de depredación es muy fácil, pero esos pescadores y esas empresas están sujetos y sujetas a unas reglas de rentabilidad y de eficiencia que modulan todo su proceso.

En el fondo, con la anchoa, pasa lo mismo que con un sin número de bienes: en nuestro sistema sobra de todo: sobra cierta tecnologíт­a, sobra factor trabajo, sobran elementos productivos, pero faltan elementos sobre los que aplicar esa tecnologíт­a, ese factor trabajo y esos elementos productivos, pero el sistema reclama productividad, y oferta, y eso, por ejemplo con la anchoa, se acaba pagando al poner, la sobreexplotación, en peligro de extinción a la especie. Mal asunto.

Luego, con la anchoa, pasan más cosas. Esos especimenes tan deliciosos llamados “bonitos del Norte”, gustan alimentarse de anchoas, por lo que si los bancos de anchoas se reducen o desaparecen, el número de bonitos también decrece. Recuerdo que a mediados de los 80, por la tarde, entre las ocho y las nueve, cuando los cuatro barquitos de recreo que atracaban en el puerto del pueblecito de mi esposa regresaban tras haber estado todo el díт­a a la pesca del bonito, era un espectáculo ver como podíт­an llegar a descargar 60 bonitos de entre siete y doce Kgs., bonitos que habíт­an pescado en unas doce horas y a no más de diez millas mar adentro.

Hoy, independientemente de que se halle regulado el número de capturas que un buque de recreo puede efectuar, en el mismo número de horas, es utópico que esos mismos barquitos pesquen más de diez bonitos, y, para ello, muy posiblemente hayan tenido que alejarse veinte millas. Esto lo conozco muy bien porque a mi esposa le encanta pescar bonitos y, cuando puede, se enrola como tripulante en uno de esos barquitos.

Este de la pesca es un asunto feo y más feo se va a poner. ¿Cómo se acabará?, pues pagando la anchoa a precio de angulas, ¿cómo si no?. (Pero será si se ha reducido el estrés del sistema financiero, ¿verdad?).

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economíт­a IQS. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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