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Apuntes – 4

Santiago Niño Becerra - Viernes, 06 de Septiembre

JJOO. Megacracks. Rescates. ‘The International’. 

Hay acontecimientos que trascienden los marcos en los que se hallan contenidos debido a que en ellos se entremezclan sentimientos, emociones y tendencias que hunden sus raíces en cauces muy diferentes. Con unos juegos olímpicos sucede eso, con una exposición universal, también.

Este marco en el que ahora están Uds. leyendo no es, ni cultural, ni deportivo, ni, mucho menos, político, por tanto les ruego que, si deciden seguir leyendo, saquen esos enfoques de sus mentes aunque sea por un solo momento. ¿Vale?. Bien.

Lo primero: Uds. saben que resido en una localidad cercana a la ciudad de Barcelona, pues bien, si hoy -HOY- Barcelona optase a unos juegos olímpicos y alguien me preguntase que me parecía, mi respuesta seria: ‘Mal’. ¿Por qué?, pues porque la situación socioeconómica de 1984, año en que Barcelona obtuvo su nominación, no se parece en nada a la del año 2013; y porque la tendencia esperada en 1992 no tiene nada que ver con la que puede esperarse en el 2020.

En el proyecto Barcelona 92 se realizaron unos números con un margen enorme, en una situación de relativa calma: la recesión del 82 no fue ni un entretenimiento para bebés en comparación con lo que ahora se está viviendo, con unos niveles de endeudamiento que se hallan a años luz de los actuales, con un grado de intepenetación económica internacional que nada tiene que ver con el actual, con unas entidades financieras cuyo estado se hallaba mas lejano del actual que la distancia que separa a la Tierra de Tau Ceti, …

En Atlanta 96 los números no salieron, ya no digamos en Atenas 2004. Esa teoría que cuenta que un evento de esa envergadura siempre es positivo para la ciudad en que se produce es falso. El más reciente es el Mundial de Sudáfrica del 2010, pero recordemos la Expo del Agua de Zaragoza del 2008, o un evento que convivió en el tiempo con Barcelona 92: la Expo de Sevilla y que no tuvo, desgraciadamente, un impacto económico positivo ni parecido al de los juegos de Barcelona. (Ahora se preguntarán porqué lo tuvo Barcelona, pues debido a cien mil variables que hacen que unas cosas que son meramente cualitativas sucedan, o no sucedan).

Un impacto económico, a posteriori, claro. De momento todo es muy bonito. Se firman papeles, se hacen obras, álguienes hacen negocios, temporalmente se produce una inyección de dinero, llega gente, … pero las consecuencias de eso no se han de mirar a doce meses vista, sino con una perspectiva de doce años. El pasado año los juegos de Londres, fantástico, pero el impacto, positivo o negativo de ese evento se verá sumando y restando lo sucedido entre el 2012 y el 2022 tras analizar sinergias asociadas a los eventos. Vuelvo a insistir: diría no a quien preguntase mi parecer a que hoy Barcelona optase a unas olimpiadas. Y por favor, que nadie piense que es porque Barcelona ya las tuvo.

La ciudad de Madrid opta a unos juegos olímpicos. Con una deuda de más de 8 mM€ opta a organizar unas olimpiadas. Ignoro si existe (desde luego yo no lo he visto) pero, si existe, estaría bien que se mostrase el presupuesto de ingresos / gastos de este evento hasta el 2020 y las previsiones del impacto 2020 – 2030 que ese evento tendría en la economía de la ciudad y de su área metropolitana. Contemplando el impacto combinado sobre la deuda, claro.

Insisto: es una opinión. Pero por favor: quienes tengan que hacerlos que hagan bien los números. Un evento de esas características, al principio es un tema de ilusión, pero cuando se apagan las luces del mismo se convierte en una cuestión de debe y haber.

(http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/09/04/actualidad/1378315852_468640.html)

 

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Muy, muy triste el que las universidades públicas puedan poner en marcha bolsas para recoger fondos y pagar los estudios quienes no pueden. El Estado está ingresando menos y los intereses de la deuda pública hay que pagarlos por encima de todo: está escrito en la Constitución.

Donaciones. Pero donaciones hay de tres tipos. Al primero pertenece la Sra. que telefoneó al Rectorado de la Universidad de Málaga; cantidades relativamente bajas donadas con cariño y entrega. A otro pertenecerán personas relativamente acomodadas o muy acomodadas que querrán contribuir a la cultura, máxime si tales donaciones obtienen algún tipo de bonificación fiscal. Pero existe otro grupo: grandes empresas que aporten cantidades muy significativas a fin de descubrir cerebros brillantes y captarlos para su ámbito.

Soy consciente de que lo he escrito muy truculentamente, pero el hecho, pienso, será así. Los dos primeros grupos serán, pienso, reducidos; el tercero sí, puede, en número, pero no en volumen. Además es un chollo: a cambio de financiar los estudios de, por ejemplo a diez estudiantes al año y de darles un dinerillo para sus gastos, van a tener diez posibles cracks para incorporar, primero a su entorno como practicantes y, si procede, posteriormente a su plantilla; claro que, sigo pensando, no serán a cualesquiera diez estudiantes, sino a los buenos entre los buenos con exigencias de requerimientos anuales por rendimiento con seguimiento exhaustivo de los mismos.

¿Si me parece mal?, no: las/los buenas/os estudiantes tendrían posibilidades seguras. Las universidades podrían competir para obtener buenas/os alumnas/os. Las familias de esas chicas y de esos chicos no irían / podrían no ir, tanto, con el agua al cuello. Claro que un sistema como ese tendría otras consecuencias, y no entro en detalle porque supongo que las imaginan.

¿Si pienso que algo así puede llegar a ponerse en marcha en España?. Si, por descontado.

(http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/09/04/actualidad/1378324318_764140.html)

 

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¿Y un cuarto?. ¿Y un quinto?. La pregunta, pienso es otra: ¿es viable la Grecia que hemos conocido tal como la conocimos?. Durante años, los PIIGS vivieron con arreglo a un principio muy simple: demandar la máxima cantidad posible de pasta a quienes la tenían a fin de generar una deuda monstruosa que fuese rindiendo intereses suculentos. La alternativa era, para esos que lo tenían, tener el dinero parado (recuerden: en el planeta sobra dinero: bits de ordenador). En que se gastasen los PIIGS esa pasta daba exactamente lo mismo (pero si se la gastaban en importar bienes fabricados en los países prestamistas, aún más mejor).

Conceder más ayudas a, en este caso, Grecia, con o sin nuevos MoUs es indiferente: lo importante es que han de devolver e dinero; y cuanto más les ayuden más tendrán que devolver; y los Eurobonos o como quiera llamarse a esa deuda europea de la que hace tiempo que no se habla, tampoco porque servirán para nada en las actuales circunstancias porque será nueva deuda que se añadirá a lo que ya se debe, y, encima, afectará a quienes ahora no deben nada.

¿Se quiere de verdad ‘ayudar’ a los PIIGS, a Grecia?, háganse quitas, y háganse compensaciones; váyase hacia una concentración bancaria; dese al BCE, o a quien sea, licencia para matar; regúlense coordinadamente presupuestos. Pero empiécese por las quitas. Las quitas: un tema taboo.

(http://economia.elpais.com/economia/2013/09/05/actualidad/1378369349_078361.html)

 

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¿Cuántos años llevaba instaurado el secreto bancario y la opacidad financiera? Superdécadas. Unos años más ya tanto da, sobre todo cuando se está sobre su pista.

Ya hemos hablado de ello: el secreto bancario, las zonas fiscales turbias, nacieron por necesidad: convino, en una época en la que lo más era redistribuir la renta, que las personas físicas y jurídicas potentes tuvieran una salida colateral (las megapotentes siempre la tuvieron).

Pero ya nadie que pinte algo en el contexto internacional habla de redistribuir la renta, y los impuestos directos no ahogan a empresas y particulares, máxime en un momento en el que ostentar no está de moda y más máxime aún si esas personas son ‘hacedoras de PIB’.

Los paraísos fiscales, las cuentas sólo accesibles a través de un código personal e impenetrable ya han dejado de ser necesarios, por lo que desaparecerán, no mañana, claro, pero se irán porque su tiempo ha pasado. Y encima su desaparición podrá ser mostrada por algún político como un logro de justicia social.

(Lo que no está claro es si, en el caso de que existan, también ha llegado la hora del adiós para entidades financieras del tipo a la mostrada en “The International” (Tom Tykwer, 2009)).

(http://economia.elpais.com/economia/2013/09/04/actualidad/1378322492_750082.html

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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