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Santiago Niño Becerra - Viernes, 05 de Septiembre Ya lo he comentado en otras ocasiones: los Sábados, por la mañana, pronto, doy una vuelta por la localidad de la costa de Barcelona en la que resido, compro un par de periódicos, hago un par de encargos (los reservo para los sábados por la mañana), y charlo con gentes con las que me encuentro, o con propietarios de tiendas a los que conozco desde hace años y que en esos momentos están levantando las persianas de sus establecimientos.

Uno de los encargos que teníт­a que hacer el pasado Sábado era pasarme por una de las libreríт­as del pueblo a recoger un libro, libreríт­a cuya propietaria, gerente, dependienta y escaparatista es una amiga que lo es desde hace muchos años. Hago mis encargos bibliográficos en esa libreríт­a, siempre los recojo el Sábado, siempre estamos charlando un rato, y, a menudo, el tema de la charla es la situación económica (desde hace meses, siempre lo es).

Bien, como les estaba diciendo, el pasado Sábado fui a la libreríт­a de mi amiga, y, tras entregarme el encargo, me dijo, de sopetón, que la tienda de ropa que se halla en la misma acera, unos metros más abajo, iba a cerrar en una semana, que la otra tienda de ropa que está en la esquina de la plaza, se estaba planteando cerrar, que la agencia de viajes de la calle paralela ya habíт­a cerrado. Me quedé en silencio. No estaba preocupada, pero si sorprendida por la velocidad con que es está produciendo la llegada, a la calle, de una problemática que ya habíт­amos comentado en otras ocasiones.

También me dijo que desde su puesto privilegiado de regente de una libreríт­a situada en un lugar, también, privilegiado de la localidad y visitada por “todo el mundo” en el pueblo, estaba apreciando la aparición, en las últimas semanas, de un personaje curioso: el “negador de crisis”. El proceder de este individuo, me comentó mi amiga y proveedora de libros, es siempre el mismo: entra en su local, compra algo, o no (hay gente conocida que entra “a saludar” pero que nada compra), pero, en un momento de la charla dice -en tono bastante subido y de forma un tanto excitada- que “ya está bien de hablar de crisis, que no hay ninguna crisis, y que ninguna crisis va a haber”. Bien, aquíт­ queríт­a llegar.

Ya les he comentado que la situación en la que nos hallamos es semejante a un cáncer; la negación radical es una de las posturas que una persona puede adoptar cuando se le comunica que padece tal enfermedad, y esa es la postura que últimamente bastantes personas están manifestando ante lo inevitable: si lo niego, no existe; si digo que nada malo sucede, nada malo se producirá.

Mientras estaba departiendo con mi amiga, una señora entró en la libreríт­a y se puso a revisar una de las mesas en las que se exponen las últimas novedades, esperando a que concluyésemos; estaba por las novedades bibliográficas, pero se notaba que estaba por nuestra conversación, cosas de los pueblos. Yo la conocíт­a de vista: es del pueblo, de toda la vida; mi amiga la ha saludado por su nombre.

Un par de minutos después, cuando ya me dirigíт­a hacia la puerta, la señora ha dejado de repasar los tíт­tulos dispuestos sobre la mesa y se ha aproximado al mostrador tras el que la librera se encontraba. Con voz suave y determinante a un tiempo, como si hubiese estado participando de toda la conversación, ha dicho: “La gente ha estado gastando lo que no teníт­a”.

Nadie de los presentes hemos dicho nada más, ¿habíт­a algo más que añadir?.


Continué mi paseo y fui a la fruteríт­a a la que siempre vamos a adquirir los cíт­tricos. Era pronto y era único cliente, también la dueña, una señora de carácter y que conoce su profesión al dedillo, era el único miembro del personal que en aquel momento se hallaba en el local, asíт­ que, aprovechando nuestra intimidad, se lo pregunté. “En los últimos meses, ¿ha notado una caíт­da en sus ventas?”. En su respuesta me dijo:

“La gente con dinero continúa viniendo igual, o más, porque ofrezco calidad máxima (es cierto), pero las personas mayores buscan fruta más pequeña (de menor calibre) porque es más barata, al igual que familias con niños; por eso -me puso de ejemplo- ahora estoy trayendo estos melocotones que son muy buenos pero son más pequeños. No, ahora no es como antes que la gente cargaba”.

Saquen sus conclusiones.

(¡Vaya!. ¡Que casualidad! (?); la ONU dice que la crisis alimentaria finalizará en el 2018: cuando la crisis del 2010 quedará prácticamente cerrada).

(No suelo hacer lo que voy a hacer: decir lo que habíт­a escrito, tachado y modificado. ¿Por qué hoy si?, pues porque pienso que la sucesión de tachaduras y modificaciones, hoy, dice mucho.

Miércoles 3. El Señor Ministro de Trabajo dice que uno de los objetivos prioritarios de su Ministerio es reciclar parados; para eso se va a poner en marcha un sistema cuyo eje serán los “orientadores de empleo”. Bien; me detengo en mi lectura, y medito, y escribo:

“Y gracias a eso esos parados serán empleados”. Tacho “empleados” y escribo “contratados”. Tacho “contratados” y escribo “necesitados”. Y ya no tacho más.

Vamos a ver: la demanda de trabajo demanda ! cuando necesita factor trabajo. Cada vez más una empresa contrata dependiendo de un montón de cosas, entre ellas las expectativas y la confianza en el futuro. Pues eso).

(Mi hijo me acaba de enviar un mail. Estaba viendo el programa “Cámara café”, sabrán de qué les hablo. Pues bien, en un sketch uno de los personajes se poníт­a a manipular el reloj de un ordenador y el grupo iba retrocediendo y avanzando en el tiempo hasta que saltan a un Sábado del 2011; cuando se aperciben dicen todos a coro que eso era imposible porque los sábados no se trabaja. De pronto aparece el jefe (Antúnez) y dice algo asíт­ como “Según el proyecto de ley del 14 de abril de 2011 [...] se impone el sábado como díт­a laborable para paliar la crisis del 2009”. Mensaje para no iniciadas/os: estamos a las puertas de una crisis; vayan preparándose).

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economíт­a IQS. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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