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Celebrar el fin de la crisis en la eurozona es ignorar el verdadero problema

Carlos Montero - Martes, 19 de Febrero

En el Daily Telegraph de este fin de semana, Mats Persson trata de responder a esta simple, y sin embargo brutalmente compleja, pregunta: ¿Ha finalizado la crisis de la eurozona?

'Estamos en el medio del comienzo del fin. La crisis realmente ha alcanzado su pico", dijo la ex-ministra francesa de Economía y actual jefe del FMI, Christine Lagarde, en una emisora cuando se le preguntó acerca de la crisis de la eurozona. El único problema: que fue en julio de 2010. Los líderes de la UE han declarado una y otra vez que la crisis ha terminado, y se han equivocado. Así que con los mercados cautelosamente optimistas sobre el euro, ¿hemos dejado atrás lo peor de la crisis?

Hay razones bien fundamentadas para estar alegres, señala el prestigioso think tank británico Open Europe. Los costes de los préstamos han disminuido en todos los países afectados por la crisis, las exportaciones se están recuperando en algunos de estos países, y algunos líderes de la UE han acordado medidas para convertir al BCE en el supervisor único bancario. Es cierto que los líderes de la eurozona han celebrado antes de tiempo el fin de la crisis, pero los analistas anglosajones también han tendido a exagerar el peligro inminente de una ruptura de la zona euro. Ya es famosa la previsión de un importante banco de EE.UU. el año pasado que asignaba un riesgo de entre el 80-90% de una salida de Grecia de la eurozona.

Pero la noticia la semana pasada de que la economía de la eurozona se contrajo un 0,6% en el último trimestre de 2012 ilustra lo que fue siempre el mayor desafío del bloque: revertir el malestar económico crónico. Fundamentalmente, sigue siendo un gran reto conciliar una moneda supranacional con 17 democracias nacionales. El intercambio austeridad por dinero sigue alimentando la tensión entre los países del sur y del norte, probando la paciencia de los votantes. Las próximas elecciones italianas se están convirtiendo en una especie de referéndum sobre la receta de austeridad de la Unión Europea. Cinco de los siete principales partidos políticos - que juntos conseguirían en torno al 50% de los votos - se han comprometido a poner fin a los cortes. Dos partidos, la Liga Norte y el Movimiento Cinco Estrellas, este último dirigido por el humorista Beppe Grillo, incluso quieren un referéndum sobre si el país debe permanecer en la eurozona. El eterno Silvio Berlusconi está ganando posiciones en los últimos días, en parte gracias a la promesa de acabar con lo que él llama "la austeridad impuesta por Europa". Contra todos los principios conocidos de sentido común, Berlusconi aún podría ganar. Por suerte, lo más probable es que ganen las elecciones una amplia coalición centro izquierda pro-reforma, liderada por Pier Luigi Bersani. Pero aún así las esperanzas de amplias reformas económicas se verán atenuadas, debido a los fuertes lazos que mantienen con los sindicatos.

Las elecciones italianas muestran como el norte y el Club Med en muchos aspectos están encerrados en un círculo vicioso: un bloque quiere dinero en efectivo ("solidaridad"), y después supervisión o disciplina, y el otro todo lo contrario. Esa dinámica se vuelve evidente en las actuales dificultades para acordar un rescate para Chipre: Alemania no está dispuesta a poner el efectivo por temor a premiar al hinchado sector financiero chipriota. Chipre se resiste por el momento a realizar privatizaciones o significativas provisiones en sus bancos. Este estancamiento norte-sur podría reforzarse aún más si el presidente francés, Francois Hollande sigue deslizándose hacia el bloque del Mediterráneo, tanto en términos de temperamento político como de tasas de crecimiento (Francia registró un crecimiento cero en 2012). Esto debilitaría el eje franco-alemán.

Y más allá de la política, ¿la triple crisis de la eurozona - fiscal, bancaria y de competitividad - se ha tratado de una manera fundamental? Muchos países de la zona euro están en camino de un superávit primario - los ingresos y superan a los gastos, excluyendo los intereses de la deuda. Pero la deuda total de la eurozona sigue en un 90% del PIB, en comparación con el 70% de principios de 2010. Grecia, Italia, Portugal y pronto probablemente Chipre, tendrán niveles de deuda superiores al 120% del PIB - el doble de lo que en teoría se permite bajo las reglas de la eurozona.

El sector bancario, también, sigue en un estado de fragilidad. Afortunadamente, la acción del BCE contribuyó a evitar una crisis de financiación el año pasado, pero a un precio: los bancos de la eurozona se han vuelto alarmantemente dependientes de un soporte de vida artificial. La liquidez del BCE a los bancos ha tocado el 1 billón de euros. A pesar de que algunos bancos han comenzado a devolver el dinero que deben al BCE, la eurozona está lejos de un sistema financiero fuerte o de cortar el estrecho lazo entre la deuda pública y los bancos.

Los préstamos interbancarios a un día - un indicador clave de la confianza de los bancos en el sistema - son la mitad de lo que eran en 2009 y una tercera parte de su máximo en 2007. Si la crisis ya hubiera acabado, seguramente no veríamos esto.

Por último, en casi todos los indicadores, la moneda única está plagada de desequilibrios económicos, pero sin la posibilidad de compensarlos fiscalmente. Es alentador que en España, Portugal y, en particular Irlanda se hayan reducido los costes laborales unitarios respecto a Alemania - una medida clave de la competitividad -, pero Italia y Francia cada vez son menos competitivos en términos relativos. Y los desequilibrios van más allá de los costos laborales. Este año, Grecia se contraerá en más de 4 puntos, España en un 1,5% y Chipre en un 2% - mientras que Alemania, Finlandia y otros tienen el crecimiento en sus objetivos. Luego está el desempleo. El desempleo en Grecia tocó el 27% a finales del año pasado, con un desempleo juvenil cerca del 62%. En España la situación no es mucho mejor con un paro del 26% y un desempleo juvenil del 55%, y todas las reformas previstas y recortes ni siquiera se han implementado. En Alemania, por su parte, el desempleo está en niveles históricamente bajos.

En el mejor de los casos, los países del Mediterráneo seguirán el ejemplo irlandés y continuarán reduciendo los salarios y recortarán el gasto por hogar. Pero a la luz de la resistencia política interna, estos desequilibrios podrían continuar para probar la validez del modelo único durante un tiempo muy largo.

Así pues, tenemos unas disputadas elecciones donde se decide la austeridad de la UE, un estancamiento político, un rescate que nadie quiere pagar, las abismales previsiones de crecimiento y el desempleo masivo. Puede llegar el día en que la zona euro rebote y nos ponga a todos rojos de vergüenza por nuestras previsiones. Pero celebrar el "fin de la crisis" en la eurozona es poner el listón excepcionalmente bajo.

Fuentes: Open Europe




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