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Competencia

Santiago Niño Becerra - Martes, 27 de Marzo Ya hemos comentado sobre este tema; volvamos.

Desde que Mr. Adam Smith lo pusiese en negro sobre blanco, periódicamente el tema vuelve a la palestra.

“Cualquier propuesta de una nueva ley o reglamentación que provenga de los empresarios deberá analizarse siempre con gran precaución y nunca deberá adoptarse sino después de un largo y cuidadoso examen, efectuado no solo con la atención más escrupulosa, sino con total desconfianza pues viene de una clase de gentes cuyos intereses no suelen coincidir exactamente con los de la comunidad y que tienden a defraudarla y oprimirla, como ha demostrado la experiencia en muchas ocasiones”.

Lo anterior, aunque pueda parecerlo, no lo ha escrito una/un seguidora/or, trotskista, de la IV Internacional. Es un fragmento de la que ha sido considerada como la madre del Capitalismo: “Investigación sobre la Naturaleza y las Causas de la Riqueza de las Naciones”, escrita por Adam Smith y publicada en 1776. Deducir de este fragmento -y de otros de la misma obra- que hay que vigilar a los “empresarios” para que no atenten contra los intereses de la comunidad es algo obvio, máxime si para alcanzar esos intereses ha sido dicho que el camino es la competencia. Pero, ¿sigue siendo asíт­?.

Hoy la tecnologíт­a -toda la tecnologíт­a- brinda unas posibilidades de información (a todo lo largo y ancho de la palabra) inimaginables en 1776. Esa información posibilita la mejora efectiva de la organización, de la producción y de la logíт­stica; también de la asignación, del consumo y de la reasignación de los ahorros obtenidos; se reducen las mermas, mejora la eficiencia. ¿Puede, en consecuencia, decrecer la competencia?.

La respuesta es: ¿qué competencia?. Cuando Adam Smith, Stuart Mill, David Hume y otros autores que contribuyeron a la eclosión del Capitalismo dijeron lo que dijeron, lo hicieron en un entorno que en nada se parecíт­a al actual, un entorno despótico, opresivo, improductivo; la competencia no era algo necesario, era esencial; pero hoy la competencia debe ser entendida no como una situación en la que la concurrencia debe ser garantizada, sino como una situación en la que deban hacerse las cosas de la mejor manera posible.

Hoy es uno de esos momentos en los que se ha puesto de moda hablar de competencia, concretamente en el subsector energético y en Europa. La Comisión quiere que no haya monopolios energéticos (habríт­a que hablar de oligopolios, ¿no?). No se escandalicen: ¿por qué es eso tan importante?. Lo realmente importante, ¿no seríт­a que el subsector energético europeo funcionase de la mejor manera posible, de la forma más eficiente?. En esa líт­nea, ¿no se ha planteado nadie que eso podríт­a suceder con la forma de un oligopolio?.

¿Qué, como decíт­a Adam Smith, las propuestas de los empresarios deben ser tomadas con desconfianza?, vale, pues que se analicen sus propuestas, pero no digamos que no a algo que HOY puede producir ventajas contantes y sonantes. Es como el vino tinto: un par de copas de un reserva de Cune al díт­a son buenas, tres botellas diarias una invitación al suicidio.

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economíт­a IQS. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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