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Contradicción (pienso, estimo, creo)

Santiago Niño Becerra - Lunes, 11 de Enero Algunas cosas es conveniente que reposen, las recetas que incorporan salsas, por ejemplo: al día siguiente de cocinadas saben mejor porque están mejor. ilustración
En esta línea, algunos temas también es conveniente que reposen.

La Comisión Nacional del Mercado de Valores planteó, el pasado 17 de Diciembre una serie de modificaciones en el Código Unificado de Buen Gobierno a fin de adaptarlo a las recomendaciones de la Comisión Europea; la argumentación es la de que así se hará más difícil plantear una gestión de la compañía basada en el corto plazo, una de las causas que se aducen como desencadenantes de la actual precrisis.

Es verdaderamente sorprendente, curioso (¿sorprendente o curioso?) que ahora se critique y vilipendie la gestión a corto plazo cuando ha sido la estrella de la fiesta durante tres décadas; sí, han leído bien: tres décadas.

¿Recuerdan aquello de “creación de valor para el accionista”?, fue la cantinela con la que salió el Modelo de Oferta a principios de los 80. Los Gobiernos debían perseguir a la inflación y abortar los conatos inflacionarios antes de que se formasen, ¿por qué?, pues porque la inflación era malísima para los beneficios y para las cotizaciones, y sí, ¡claro!: el control debía ser al segundo y los planes de corta duración a fin de evitar el peligro.

Las empresas, por su parte, debían cuidar sus pasos mirando hacia un futuro muy próximo a fin de que el beneficio que generasen fuese máximo y de que pudiera maximizarse el valor de la acción, y ello en una atmósfera de facilidad operativa dispuesta ex profeso por los Gobiernos.

Ya: “De aquellos polvos ...”: es absolutamente imposible maximizar el valor para el accionista mirando más allá de la acera de enfrente; no: para maximizar el valor para el accionista sólo hay que mirar a la acera de enfrente, porque sólo hay un futuro lejano: la fecha de la próxima justa de accionistas, y hay muchos futuros intermedios: el diario funcionamiento de los mercados. Pero no, ahora el corto es tonto, y feo, y malo. Lo gordo del caso es que antes se tenía razón al fomentarlo y ahora también se tiene al condenarlo.

Ahora se mira al corto plazo como a la peste y se dice “hay que tener estrategia de futuro”, y se pretende castigar a quienes miran al presente. Es curioso el ser humano: tras la Gran Depresión se regularizó todo en el sistema financiero, ¡genial!: estabilidad conseguida, pero cuando empezaron a bajar los beneficios derivados de ocupar a gente y de fabricar cosas se empezó a pedir menos regularización: se empezó a pedir corto plazo. Y los Gobiernos lo condieron porque ya no había otra forma de generar unos beneficios que “el mercado” reclamaba mayores.

Dato demoledor: en 1980 los activos financieros de las economías desarrolladas equivalían al 50% de su PIB, en el 2006 equivalían al 350%. (Carlos Arenillas, “¿Se deberían pagar impuestos por consumir productos financieros?”. El País Negocios 20.12.2009); y algo ¿extraño?, ¿incomprensible? ha sucedido porque si el PIB de esas economías desarrolladas en 1980 lo igualamos a 100, en el 2006 ese PIB había ascendido hasta 191, pero eso no importaba, lo que importaba era que aumentase “el valor para el accionista”. ¿Alguien pude explicar como iba a subir si se miraba más allá de la propia nariz?.

Más: el desempleo, en USA, en Europa, en todas partes. Ya se está hablando de un segundo plan de estímulo en USA porque se dice que “lo peor ha pasado pero la recuperación es muy lenta e insuficiente para crear empleo”. Volvemos a repetirlo: se está juzgando lo que sucede con un código de derecho antiguo, se está aplicando para analizar la situación un manual superado.

Se quiere salir de lo-que-está-pasando con las mismas recetas que se aplicaron para salir de la Gran Depresión: gasto público que generó demanda, lo que creó empleo, y consumo, e inversión, y, evidentemente, PIB. Pero ese esquema ya no funciona, YA NO FUNCIONA. Aquello que empezó a hacerse en los años 30: lo descrito hace dos líneas, y que se generalizó en los 50 y 60 fue el cambio sistémico a que dio lugar la crisis sistémica que empezó con el crash del 29. En esto-que-ahora-está-pasando -y que no es una crisis, sino lo que la precede-, esa receta ya no sirve porque esa forma de hacer ha sido lo que nos ha llevado a la situación en la que nos hallamos, de ahí que el actual modelo esté agotado.

Entonces, en los años 30 y 50, la solución vino por “ir a más”: el cambio sistémico fue la consecución del pleno empleo, y funcionó, pero ahora la solución a la crisis en la que entraremos a mediados del 2010 tendrá que venir por “ir a lo que convenga”: el cambio sistémico tendrá que ser, pienso, la consecución de la eficiencia vía la maximización de la productividad.

Los planes de estímulo, al margen de producir unos déficits gigantescos y unas deudas, muchas de las cuales no podrán ser pagadas jamás, lo único que está produciendo es el mantenimiento de la indefinición, de ahí que se comprometan fondos públicos ingentes y que ello no se traduzca en una verdadera mejora de la situación; ¿a qué es ello debido?, pues a que esa no es la vía adecuada. A eso añadamos las reformas legales que se quieren abordar para, a través de una ley, dar la vuelta a los efectos de una crisis sistémica; en España sabemos mucho de eso: la reforma laboral que se quiere poner en marcha y con la que pretende reducir paro y temporalidad del factor trabajo.

Lo único que están consiguiendo todos esos fondos públicos es que se esté dando este período de precrisis entre Septiembre del 2007 y mediados del 2010, situación que no se dio en la Gran Depresión, y de ahí que estemos aproximándonos a la crisis en si de forma amortiguada; a eso añadamos que hoy existe un modelo de protección social que aumenta dicho efecto amortiguador, modelo que tampoco existía en los años 20 ni en los 30.

¿La ocupación del factor trabajo?. Nunca, tras la crisis, pienso, volveremos a una situación de pleno empleo, ni del factor trabajo ni de ningún otro factor productivo, ¿por qué?, pues porque la eficiencia tiende a utilizar la cantidad de factores productivos que necesita, en el momento que los precisa y de la forma más conveniente. Otra historia, otra forma de hacer, otro manual de economía.

(¿Puede ser tomado como un aviso a navegantes, como un adelanto del futuro, como un desmentido a hipotéticas posibilidades del mañana: “Japan Air Said to Consider Dissolving Pension Fund for Retirees” (http://www.bloomberg.com/apps/news?pid=20601087&sid=aWtosaWd65EI&pos=6)).

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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